Logo La República

Jueves, 12 de diciembre de 2024



COLUMNISTAS


Ineficiencia y corrupción

Federico Malavassi | Jueves 19 noviembre, 2015


Ahorita surgirán voces pidiendo más restricción para los automóviles, para los que quieren circular libremente

Ineficiencia y corrupción

Un autor liberal exponía directamente que las presas, trancas o atascos de tránsito son la evidencia de que la empresa privada es más eficiente que la acción pública. Mientras el sector privado produce automóviles, los comercia, los compra y los usa legítimamente (pagando impuestos, importaciones, derechos y demás regulaciones), el Estado es incapaz de responder en tiempo con infraestructura y soluciones adecuadas.
A finales del siglo pasado nos convencieron de que el alto impuesto sobre los combustibles se utilizaría para mejorar la infraestructura vial.
El tiempo evidencia que no se cumplió con lo ofrecido. Se han usado los dineros para otras cosas, se han administrado mal, las soluciones no llegan y el impuesto se cobra indefectiblemente.
Algunas administraciones han sido inútiles, otras malas y otras corruptas. El ciudadano paga mucho, pues paga un gran impuesto por la adquisición del vehículo, por la inscripción, por los derechos de circulación y por el combustible que utiliza. En cambio, la contraparte pública nunca ha sido suficiente, ni equilibrada, ni proporcional, ni oportuna ni nada.
¿Ingeniería de tránsito? ¿De verdad hay ingeniería pendiente de cómo hacer mejor las cosas, cómo mejorarlas y cómo devolverle al ciudadano sus derechos y pagos en mejor infraestructura y soluciones? Los años pasan y las cosas están cada vez peor. Miles de automóviles y poca superficie para el uso.
Una de las respuestas públicas ha sido la restricción (prohibición de circular y de uso). Tras que la medida es discutible en sus efectos, bondades y perjuicios, es un hecho innegable que es una respuesta que evidencia la inutilidad pública. ¿Reciben el dinero de los ciudadanos para poner limitaciones? ¡Qué defraudación más sonada!
Está documentado que el supuesto superávit de algunas administraciones no corresponde a un buen ejercicio sino simplemente a que no se hizo nada. No hay gasto creciente porque no hubo inversión, ejecución ni nada positivo. Entonces es peor, porque se cobraron los impuestos pero no se devolvió nada a cambio (aunque todos cobraron salario).
Ahora se dice que los mandos medios y los escritorios no dejan ejecutar a algunos ministerios. ¿Para qué se ofrecen a gobernar y se postulan si tienen miedo o incapacidad para solucionar estas cuestiones?
El dinero hay que invertirlo bien, usarlo bien, usarlo oportunamente y utilizarlo en las obras necesarias, útiles y buenas. Si tanto cuesta hacerlo, mejor aprendan a presupuestar y a controlar el gasto público. Dejarse llevar por la inercia es ser cómplice de esta defraudación a todo el pueblo.
Ahorita surgirán voces pidiendo más restricción para los automóviles, para los que quieren circular libremente. Es lo único que se le ocurre a quienes no piensan ni entienden sus obligaciones. Ni siquiera se acuerdan de mejorar el transporte público. Tampoco piensan en facilitarles la vida a los ciudadanos, mucho menos en facilitar la libertad.
 

Federico Malavassi

NOTAS ANTERIORES


La palabra valor

Viernes 06 diciembre, 2024

Por muchos años, en las empresas, se le ha dado prioridad al valor económico que se genera y que es exigido por sus accionistas







© 2024 Republica Media Group todos los derechos reservados.