Faltas al código
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 25 junio, 2010
Faltas al código
El organigrama es al equipo lo que el esqueleto a nuestro cuerpo. La autoridad debe respetarse, al margen de si estamos en desacuerdo con ciertas decisiones. Nicolás Anelka, jugador de la selección de Francia, fue expulsado en pleno Mundial, por irrespetar a su director técnico. No obstante, esa no ha sido la única violación del “código de camerino” existente en el fútbol, y aplicable en las empresas.
El “código” exige que lo que se suceda en el camerino queda allí, en privado. Alguien violó ese acuerdo y al divulgarse que Anelka insultó a Domenech, en el camerino, Francia se quedó sin él. A lo mejor sería expulsado de todos modos, pero es vergonzoso que existan personas que no respetan las normas y son dominadas por su deseo de protagonismo público ventilando problemas que deben resolverse internamente.
La autoridad debe acatarse, salvo cuando el “jefe” incurra en desviaciones de la ética y los valores. Es difícil trabajar junto a un jefe al que no se admira porque no inspira pasión ni seguridad, no genera ideas, rumbo, ni aprendizaje. Sin embargo, eso no es excusa para romper las normas de respeto y lealtad.
Un cuerpo sin esqueleto, sería amorfo, sin orden ni equilibrio. Pero si el esqueleto predominara todo sería muy rígido. Eso es lo que ocurre cuando se dirigen organizaciones basándose solo en la autoridad y poder. Se pierde la retroalimentación mutua, la cohesión espontánea y el disfrute. Bien dice C. Hightower: “Disciplina sin libertad es tiranía; libertad sin disciplina es caos.”
Los códigos se ponen a prueba en momentos cruciales; tolerar su rompimiento con tal de obtener un objetivo, resquebraja las bases de un equipo. “Quien vive sin disciplina muere sin honor,” sentencia un proverbio islandés. Si desde antes de este incidente con Anelka, los franceses tenían problemas, ¿por qué no conversaron de inmediato para resolver todo aquello que les afectaba? Que de paso, es otro principio básico del código de camerino.
La voluntad para respetar la autoridad es mayor cuando está respaldada por la legitimidad, es decir, por la autorización de los dirigidos hacia su líder para que tome decisiones en nombre de ellos. Perder la legitimidad y la credibilidad es depender de la obediencia y la sumisión.
Lamentablemente la selección de Francia en el Mundial 2010 no cumplió el código de camerino y las consecuencias son rotundas. ¿Se respetan esos principios en su equipo de trabajo?
German Retana
german.retana@incae.edu
El organigrama es al equipo lo que el esqueleto a nuestro cuerpo. La autoridad debe respetarse, al margen de si estamos en desacuerdo con ciertas decisiones. Nicolás Anelka, jugador de la selección de Francia, fue expulsado en pleno Mundial, por irrespetar a su director técnico. No obstante, esa no ha sido la única violación del “código de camerino” existente en el fútbol, y aplicable en las empresas.
El “código” exige que lo que se suceda en el camerino queda allí, en privado. Alguien violó ese acuerdo y al divulgarse que Anelka insultó a Domenech, en el camerino, Francia se quedó sin él. A lo mejor sería expulsado de todos modos, pero es vergonzoso que existan personas que no respetan las normas y son dominadas por su deseo de protagonismo público ventilando problemas que deben resolverse internamente.
La autoridad debe acatarse, salvo cuando el “jefe” incurra en desviaciones de la ética y los valores. Es difícil trabajar junto a un jefe al que no se admira porque no inspira pasión ni seguridad, no genera ideas, rumbo, ni aprendizaje. Sin embargo, eso no es excusa para romper las normas de respeto y lealtad.
Un cuerpo sin esqueleto, sería amorfo, sin orden ni equilibrio. Pero si el esqueleto predominara todo sería muy rígido. Eso es lo que ocurre cuando se dirigen organizaciones basándose solo en la autoridad y poder. Se pierde la retroalimentación mutua, la cohesión espontánea y el disfrute. Bien dice C. Hightower: “Disciplina sin libertad es tiranía; libertad sin disciplina es caos.”
Los códigos se ponen a prueba en momentos cruciales; tolerar su rompimiento con tal de obtener un objetivo, resquebraja las bases de un equipo. “Quien vive sin disciplina muere sin honor,” sentencia un proverbio islandés. Si desde antes de este incidente con Anelka, los franceses tenían problemas, ¿por qué no conversaron de inmediato para resolver todo aquello que les afectaba? Que de paso, es otro principio básico del código de camerino.
La voluntad para respetar la autoridad es mayor cuando está respaldada por la legitimidad, es decir, por la autorización de los dirigidos hacia su líder para que tome decisiones en nombre de ellos. Perder la legitimidad y la credibilidad es depender de la obediencia y la sumisión.
Lamentablemente la selección de Francia en el Mundial 2010 no cumplió el código de camerino y las consecuencias son rotundas. ¿Se respetan esos principios en su equipo de trabajo?
German Retana
german.retana@incae.edu