Un liderazgo para la reconciliación y el entendimiento
Enrique Castillo Barrantes redaccion@larepublica.net | Miércoles 07 mayo, 2025

Enrique Castillo Barrantes
Excanciller y Ministro de Justicia
En este momento crucial para nuestra nación, siento profundamente la necesidad de un cambio en la manera en que enfrentamos nuestras diferencias y desafíos. La política no puede seguir siendo un terreno de división, sino un espacio para la construcción y el entendimiento mutuo. Las recientes declaraciones del Presidente de la República, cargadas de metáforas beligerantes y tensión, como su evocación de un «fusil cargado», no son el camino que Costa Rica necesita para avanzar. Este tipo de discurso autoritario y polarizante solo sirve para profundizar las fracturas sociales, en lugar de construir puentes entre los distintos sectores de nuestra sociedad.
Reconozco que enfrentamos problemas estructurales graves, como la corrupción y la ineficiencia en nuestras instituciones, pero creo firmemente que el lenguaje utilizado desde la máxima autoridad debe ser un puente, no un muro. En momentos de crisis, necesitamos palabras que inviten a la unidad, no a la discordia. Nuestra historia nos demuestra que el verdadero cambio se logra con diálogo, compromiso y el esfuerzo conjunto de todos los sectores.
Costa Rica ha sido un faro de paz y democracia en el mundo. Hemos resuelto nuestras diferencias con serenidad y construido una sociedad basada en el respeto y la convivencia pacífica. Este legado nos exige recordar que liderar no es dividir, sino reconciliar. Liderar es hablar con firmeza, pero desde la razón y la empatía. Liderar es transformar la crítica en propuestas y la confrontación en acuerdos.
Hoy hago un llamado a la reflexión. Necesitamos un liderazgo que inspire, que construya confianza y que abra espacios para el diálogo. El gobierno tiene la responsabilidad de ser el ejemplo, de tender puentes y de encabezar un proceso de transformación que beneficie a todos. Cada palabra que pronunciamos como líderes importa, y cada decisión que tomamos debe ser una oportunidad para unir, no para separar.
Nuestra tradición democrática es nuestro mayor tesoro. La abolición del ejército en 1949 fue un acto de valentía y visión que nos convirtió en un ejemplo mundial. Ese espíritu pacífico y democrático nos ha permitido prosperar y nos exige ser guardianes de la tranquilidad y la cohesión social. La paz y la unidad no son solo ideales, son las bases sobre las que se construye el progreso. Preservarlas es nuestro deber más grande, no solo para nosotros, sino para las generaciones que vendrán.
Costa Rica merece un liderazgo que entienda que el bienestar colectivo está por encima de cualquier interés personal o político. Es momento de actuar con integridad, de hablar con la verdad y de trabajar juntos para garantizar una Costa Rica unida, pacífica y próspera. La reconciliación y el entendimiento no son opciones, son el único camino para seguir adelante.