Energía solar española al borde de la quiebra
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 21 octubre, 2010
Energía solar española al borde de la quiebra
Germán Vilimelis escuchó hablar de la fiebre del oro solar de España a su cuñado en 2007.
En las llanuras de Lérida, la ciudad del noreste de España donde pasaban los fines de semana, los agricultores volcaban sus campos a los paneles fotovoltaicos para aprovechar los subsidios gubernamentales a la energía solar. Vilimelis persuadió a su padre, Jaume, que se ganaba la vida produciendo peras en 2 hectáreas (5 acres) de tierra en Lérida, de que reservara una parte de su propiedad al proyecto, informó la revista Bloomberg Markets en su edición de noviembre.
Vilimelis, que tiene 35 años y se desempeña como gerente de compras de una compañía de bienes de consumo, reunió los ahorros de su familia e hipotecó su apartamento para obtener un préstamo de más de 400 mil euros ($558.500) y cubrir la inversión. En cuestión de nueve meses, la unidad de generación de 80 kilovatios de la familia -500 paneles solares en siete soportes orientados hacia el sol- suministraba energía a la red nacional.
Los inversores solares como Vilimelis contaron con el atractivo de una ley que aprobó el Gobierno del presidente de Gobierno José Luis Zapatero en 2007, que garantizó a los productores una llamada tarifa solar de 44 céntimos por kilovatio-hora por su electricidad durante 25 años, más de 10 veces el promedio del precio mayorista de 2007 de unos 4 céntimos por kilovatio-hora pagado a los proveedores convencionales de energía.
Gracias a los incentivos, la familia cubrió el costo mensual del préstamo y hasta obtuvo una pequeña ganancia. Una vez que la deuda quedara cancelada en 2018, Vilimelis aspiraba a ganar más dinero durante los 15 años adicionales de subsidios que garantizaba la ley española.
Ahora Vilimelis y más de 50 mil empresarios solares españoles enfrentan un desastre económico conforme las autoridades contemplan reducir las garantías de precio que atrajeron la inversión en un primer momento.
“Uno se siente engañado”, dice. “Pusimos nuestro dinero sobre la base de una ley”.
Zapatero introdujo los subsidios hace tres años en el marco de un intento de reducir la dependencia del país de los combustibles fósiles. En ese momento, prometió que la inversión en energía renovable crearía empleos fabriles y que España podría vender sus paneles a países que buscaran reducir las emisiones de carbono.
Sin embargo, al no lograr controlar el costo del programa, Zapatero cargó a España con obligaciones de por lo menos 126 mil millones de euros con inversores en energía renovable. El gasto no consiguió el objetivo gubernamental de crear empleos verdes, dado que los inversores españoles importaban la mayoría de los paneles cuando los productores locales no pudieron abastecer la demanda a corto plazo.
España constituye una lección para otros países que aspiran a contar con energía verde, entre ellos China y Estados Unidos, al demostrar cuán difícil es crear un sector de energía alternativo incluso con subsidios por miles de millones de euros, dice Ramón de la Sota, un inversor privado en paneles fotovoltaicos españoles y ex ejecutivo de General Electric Co.
De la Sota opina que el Gobierno se extralimitó con la tarifa, y que ahora tienen una enorme cuenta que pagar. Se pregunta dónde están la tecnología, la metodología y el valor.
A primera vista, España parece ser el lugar perfecto para una revolución de energía solar. Gracias a su ubicación en el sur de Europa, el territorio del país recibe 900 mil teravatios- hora de irradiación del sol por año, según la Comisión Europea, lo cual es más de 3 mil veces la energía que usan anualmente sus ciudadanos.
El desafío para España era transformar ese recurso gratuito en un sector que tuviera sentido económico y atrajera inversores. La tarifa de alimentación resultó tener demasiado éxito en lo relativo a atraer inversores. Para fines de 2007, las instalaciones solares habían excedido el objetivo del Gobierno tres años antes de lo previsto, y al año siguiente los inversores volcaron 16.400 millones de euros en el sector solar de España, lo que quintuplicó la capacidad eléctrica y la llevó de 700 a 3.500 megavatios.
Al mismo tiempo, las instalaciones españolas desencadenaron un aumento de la demanda de paneles. El precio de referencia de los paneles de silicio cristalino aumentó a un récord de $4,13 por vatio en el segundo trimestre de 2008, según Bloomberg New Energy Finance, un incremento de 28% respecto al mismo período de 2004. La mayor parte de los paneles instalados en España procedían de China y Alemania.
A medida que crecían los costos de energía renovable del estado, Zapatero redujo alrededor de un cuarto el subsidio a los nuevos parques solares a partir del 30 de septiembre de 2008. La medida virtualmente eliminó toda nueva inversión solar en 2009, según la Asociación de la Industria Fotovoltaica de España.
En junio, Miguel Sebastián, el ministro responsable de la política industrial y energética española, les dijo a los ejecutivos de las firmas solares que su intención era reducir casi un 40% los subsidios a las plantas fotovoltaicas existentes, según el presidente de la asociación, Javier Anta, que asistió a la reunión.
La noticia sumió en la desesperación a Germán Vilimelis. La reducción exigiría que su familia utilizara recursos propios para cumplir con los pagos del préstamo.
“Los bancos no perdonan”, dice. “Se nos terminarían las vacaciones. Tendríamos que ajustarnos en todo”.
En Lérida, la construcción solar se ha detenido. Vilimelis y sus socios tienen ante sí más meses de incertidumbre mientras el Gobierno sigue postergando una decisión definitiva sobre el nivel de los subsidios. Si Zapatero impulsa las reducciones, puede descubrir que los inversores extranjeros tampoco están dispuestos a perdonar.
Madrid
Germán Vilimelis escuchó hablar de la fiebre del oro solar de España a su cuñado en 2007.
En las llanuras de Lérida, la ciudad del noreste de España donde pasaban los fines de semana, los agricultores volcaban sus campos a los paneles fotovoltaicos para aprovechar los subsidios gubernamentales a la energía solar. Vilimelis persuadió a su padre, Jaume, que se ganaba la vida produciendo peras en 2 hectáreas (5 acres) de tierra en Lérida, de que reservara una parte de su propiedad al proyecto, informó la revista Bloomberg Markets en su edición de noviembre.
Vilimelis, que tiene 35 años y se desempeña como gerente de compras de una compañía de bienes de consumo, reunió los ahorros de su familia e hipotecó su apartamento para obtener un préstamo de más de 400 mil euros ($558.500) y cubrir la inversión. En cuestión de nueve meses, la unidad de generación de 80 kilovatios de la familia -500 paneles solares en siete soportes orientados hacia el sol- suministraba energía a la red nacional.
Los inversores solares como Vilimelis contaron con el atractivo de una ley que aprobó el Gobierno del presidente de Gobierno José Luis Zapatero en 2007, que garantizó a los productores una llamada tarifa solar de 44 céntimos por kilovatio-hora por su electricidad durante 25 años, más de 10 veces el promedio del precio mayorista de 2007 de unos 4 céntimos por kilovatio-hora pagado a los proveedores convencionales de energía.
Gracias a los incentivos, la familia cubrió el costo mensual del préstamo y hasta obtuvo una pequeña ganancia. Una vez que la deuda quedara cancelada en 2018, Vilimelis aspiraba a ganar más dinero durante los 15 años adicionales de subsidios que garantizaba la ley española.
Ahora Vilimelis y más de 50 mil empresarios solares españoles enfrentan un desastre económico conforme las autoridades contemplan reducir las garantías de precio que atrajeron la inversión en un primer momento.
“Uno se siente engañado”, dice. “Pusimos nuestro dinero sobre la base de una ley”.
Zapatero introdujo los subsidios hace tres años en el marco de un intento de reducir la dependencia del país de los combustibles fósiles. En ese momento, prometió que la inversión en energía renovable crearía empleos fabriles y que España podría vender sus paneles a países que buscaran reducir las emisiones de carbono.
Sin embargo, al no lograr controlar el costo del programa, Zapatero cargó a España con obligaciones de por lo menos 126 mil millones de euros con inversores en energía renovable. El gasto no consiguió el objetivo gubernamental de crear empleos verdes, dado que los inversores españoles importaban la mayoría de los paneles cuando los productores locales no pudieron abastecer la demanda a corto plazo.
España constituye una lección para otros países que aspiran a contar con energía verde, entre ellos China y Estados Unidos, al demostrar cuán difícil es crear un sector de energía alternativo incluso con subsidios por miles de millones de euros, dice Ramón de la Sota, un inversor privado en paneles fotovoltaicos españoles y ex ejecutivo de General Electric Co.
De la Sota opina que el Gobierno se extralimitó con la tarifa, y que ahora tienen una enorme cuenta que pagar. Se pregunta dónde están la tecnología, la metodología y el valor.
A primera vista, España parece ser el lugar perfecto para una revolución de energía solar. Gracias a su ubicación en el sur de Europa, el territorio del país recibe 900 mil teravatios- hora de irradiación del sol por año, según la Comisión Europea, lo cual es más de 3 mil veces la energía que usan anualmente sus ciudadanos.
El desafío para España era transformar ese recurso gratuito en un sector que tuviera sentido económico y atrajera inversores. La tarifa de alimentación resultó tener demasiado éxito en lo relativo a atraer inversores. Para fines de 2007, las instalaciones solares habían excedido el objetivo del Gobierno tres años antes de lo previsto, y al año siguiente los inversores volcaron 16.400 millones de euros en el sector solar de España, lo que quintuplicó la capacidad eléctrica y la llevó de 700 a 3.500 megavatios.
Al mismo tiempo, las instalaciones españolas desencadenaron un aumento de la demanda de paneles. El precio de referencia de los paneles de silicio cristalino aumentó a un récord de $4,13 por vatio en el segundo trimestre de 2008, según Bloomberg New Energy Finance, un incremento de 28% respecto al mismo período de 2004. La mayor parte de los paneles instalados en España procedían de China y Alemania.
A medida que crecían los costos de energía renovable del estado, Zapatero redujo alrededor de un cuarto el subsidio a los nuevos parques solares a partir del 30 de septiembre de 2008. La medida virtualmente eliminó toda nueva inversión solar en 2009, según la Asociación de la Industria Fotovoltaica de España.
En junio, Miguel Sebastián, el ministro responsable de la política industrial y energética española, les dijo a los ejecutivos de las firmas solares que su intención era reducir casi un 40% los subsidios a las plantas fotovoltaicas existentes, según el presidente de la asociación, Javier Anta, que asistió a la reunión.
La noticia sumió en la desesperación a Germán Vilimelis. La reducción exigiría que su familia utilizara recursos propios para cumplir con los pagos del préstamo.
“Los bancos no perdonan”, dice. “Se nos terminarían las vacaciones. Tendríamos que ajustarnos en todo”.
En Lérida, la construcción solar se ha detenido. Vilimelis y sus socios tienen ante sí más meses de incertidumbre mientras el Gobierno sigue postergando una decisión definitiva sobre el nivel de los subsidios. Si Zapatero impulsa las reducciones, puede descubrir que los inversores extranjeros tampoco están dispuestos a perdonar.
Madrid