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Ellos sentados, ella de pie

Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Martes 04 mayo, 2021


Aunque parezca un hecho de principios del siglo pasado, ocurrió hace unas semanas. Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ex ministra de Defensa de Alemania, ex ministra de Trabajo y Asuntos Sociales, ex ministra de Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud, quedó de pie, mientras que ellos, Charles Michel (con el mismo nivel de cargo que Von der Leyen, según protocolo) y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, estaban sentados.

De la oferta de diálogo y cooperación entre Turquía y la Unión Europea, queda este recuerdo vergonzoso, que muestra la relegación de la presidenta de la Comisión Europea a una posición subalterna, solo por el hecho de ser mujer.

Lo anterior se afirma con conocimiento de causa, porque el acto de barbarie protocolaria responde a la actuación de un líder troglodita, responsable de retirar a su país el mes pasado –por decreto presidencial– de la Convención de Estambul, convenio creado para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres, el cual fue firmado por Turquía en el 2011, con una Constitución que asegura que los acuerdos internacionales tienen el carácter de fuerza de ley.

La convención de Estambul, considerado el primer instrumento en el mundo que sirve de norma fija para erradicar la violencia de género, ha sido pisoteado por el Erdogan, quien ha logrado posicionarse en los primeros lugares de los líderes que violan los derechos humanos, evidenciado por los numerosos juicios por desacato en su contra y las críticas y acusaciones de decenas de activistas por la persecución, encarcelamientos injustos, y el cierre de medios de comunicación, al punto que Reporteros Sin Fronteras (RSF), en 2019 declaró a Turquía como uno de los peores países para ejercer el periodismo.

En Turquía se reportaron 300 feminicidios en el 2020; el 38 por ciento de las mujeres que se han casado sufrieron violencia física o sexual, y ocupó el puesto 133 entre 156 países en un informe del Foro Económico Mundial de 2021 sobre la Brecha Global de Género.

No es de sorprender el comportamiento de Erdogan, ya que en el 1997, cuando era alcalde de Estambul, un tribunal le prohibió ocupar cualquier puesto en la administración pública, incluso fue sentenciado a diez meses de cárcel, acusado de intolerancia religiosa.

Para entender su comportamiento –no justificarlo– es importante resaltar que el líder Musulmán completó su formación en una escuela para imanes (posición de liderazgo en el Islam) y fue militante político en el Milli Selamet Partisi con una orientación islamista, lo cual en resumen significa que su ideología y programa político consiste esencialmente en la adaptación de la vida política a los mandatos religiosos del Islam.

Si bien el Islam es una religión basada en el Corán, que establece que los hombres y las mujeres son iguales, también dice que "Los hombres son los protectores y proveedores de las mujeres, porque Alá ha hecho que uno de ellos supere al otro…”.

Dejando a un lado las creencias religiosas del líder político, no fue hasta el lunes de la semana pasada que Doña Ursula von der Leyen dio declaraciones sobre el tema, esto para evitar quitarle relevancia a la cumbre. Habló del incidente al dirigirse al Parlamento Europeo, y en forma retórica expresó: “¿Habría sucedido esto si vistiera saco y corbata?”. Y continúa: “En las fotografías de reuniones previas no vi que faltaran sillas. Pero, otra vez, tampoco vi a ninguna mujer en estas fotografías”.

En sus palabras, que se hicieron virales, manifestó “Me sentí dolida y sola: como mujer y como europea (…) cuán lejos aún estamos antes de que a las mujeres se les trate como iguales”, y añadió que no había encontrado ninguna justificación para la forma en que fue tratada, con base en los documentos del gobierno europeo, por lo que concluyó que todo ocurrió porque es mujer.

La situación fue mucho más que un acto diplomático incómodo; realmente deja claro que hemos avanzado poco en los derechos de las mujeres y que todavía es débil un frente unificado en un bloque económico político, comprometido con la igualdad de género.

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