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COLUMNISTAS


El Estado de la Nación y la elección de febrero

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 06 diciembre, 2021


Dentro de dos meses tendremos elecciones. Los ciudadanos nos enfrentamos a papeletas para escoger presidente y diputados con más alternativas que nunca en la historia, y ante tantas posibilidades la proporción de indecisos lo mismo que de personas sin preferencias partidarias es mayor que nunca a esta altura del proceso. Ojalá esta circunstancia represente lo complejo que es para los electores escoger por lo difícil de la tarea que tendrán que cumplir las autoridades que elijamos para conducir el gobierno los próximos cuatro años, y no desidia, desinterés ni indiferencia por los resultados.

Algunos lo hemos venido señalando. Ya antes de la pandemia se habían acumulado en nuestro país graves problemas en diversos frentes. Además, sufríamos el reflejo en nuestra nación de una coyuntura mundial de incertidumbre, desconfianza y descrédito de muchas de nuestras hasta ayer más apreciadas instituciones occidentales. Esa realidad demanda que en el próximo cuatrienio se adopten muy importantes transformaciones para atender la pobreza, el descontento de la clase media, el desempleo, la informalidad, los costos e ineficiencia de los servicios públicos, la falta de seguridad ciudadana y de infraestructura física y digital, el calentamiento global. La covid-19 con sus mutaciones que abarcan buena parte del alfabeto griego y la corrupción generalizada han agravado todos esos problemas.

Para atender esas complicadas demandas, la próxima administración deberá continuar el esfuerzo por equilibrar las finanzas públicas; restructurar el estado para hacerlo más eficiente revisando el marco regulatorio y simplificando de verdad los trámites; efectuar una radical transformación de la educación pública para extender su cobertura y mejorar la formación de los estudiantes en habilidades y valores y prepararlos para el nuevo mundo laboral; iniciar la transformación del financiamiento a los programas de medicina, previsión social y lucha contra la pobreza para dejar de incentivar la informalidad; ponerle dientes a la descarbonización y a la adaptación al calentamiento global.

El Informe Estado de la Nación 2021 de reciente publicación confirma y detalla estas circunstancias. Los candidatos al Ejecutivo y al Legislativo deberían no solo pedir votos, sino también compenetrarse de la situación del país y de las soluciones necesarias. Desde su inicio este informe señala: “las debilidades estructurales en materia social y económica que el país registraba desde antes de la pandemia se profundizaron aún más, lo cual explica en gran medida que el proceso de recuperación esté siendo asimétrico. Con este panorama, en la actualidad Costa Rica transita hacia una sociedad más pobre y más desigual y ese tránsito condiciona también la naturaleza y alcance de una salida diferenciada para los diversos sectores, a menos que se logren implementar acciones de política pública que corrijan este sendero”.

Si repasamos los informes de El Estado de la Nación de la última década encontraremos que la llamada a una acción urgente para enfrentar los problemas no resueltos se viene repitiendo. En 2014 señaló: “En los últimos cinco años, el Informe Estado de la Nación ha alertado acerca de la severidad de los problemas que amenazan la sostenibilidad del desarrollo humano, la incapacidad del sistema político para encontrar respuestas y la necesidad de rectificar el rumbo del país”.

Por eso es necesario que ciudadanos y candidatos tomemos consciencia de lo que se juega en este proceso electoral.

Se nos ha agigantado la desigualdad: La recuperación es desigual pues avanza más la producción del sector exportador moderno y se incrementa la dualidad, y en lo social el costo afecta más a las personas que ya estaban en desventaja, tal es el caso en desempleo y pobreza de mujeres, trabajadores informales, personas con menores conocimientos, jóvenes sin experiencia laboral.

La capacidad de reacción de la institucionalidad pública ante el agravamiento de las dificultades previas a la pandemia estaba muy limitada por el alto endeudamiento público, por la ineficiencia del gobierno en el uso de los recursos y por el bajo crecimiento económico y, por otra parte, las urgencias sanitaria y económica acaparan razonablemente las capacidades políticas e institucionales en favor de lo inmediato. El resultado es que se postergan las soluciones necesarias de fondo, lo que pone en riesgo nuestra paz social y la democracia.

Pero la aceleración del cambio tecnológico ilumina el camino: “el nuevo conocimiento puede nutrir respuestas innovadoras para relanzar el desarrollo humano”, nos señala el informe.

Ante el actual proceso electoral el Estado de la Nación 2021 muy justificadamente concluye: “Las nuevas autoridades del Poder Ejecutivo y Legislativo que resulten electas estarán abocadas a la administración de una compleja situación y tendrán en sus manos la responsabilidad de que la recuperación económica y social en marcha no profundice aún más las desigualdades y asimetrías pre-pandémicas. A esas autoridades les tocará gestionar un período de sacrificio y procurar acuerdos sociales y políticos en favor del desarrollo humano, no un período de abundancia. Por ello, reviste una gran importancia que los partidos políticos en competencia planteen con sinceridad y honradez sus programas de gobierno e indiquen con claridad su hoja de ruta para sacar al país de la grave situación actual.”

¿Estaremos los electores conscientes de la inmensa responsabilidad que asumirán quienes lleguen a dirigir nuestro gobierno al inicio de nuestro tercer siglo como nación independiente? ¿En medio de pegar banderas y evadir los temas sustanciales, estarán los candidatos a la Presidencia y a la Asamblea Legislativa conscientes de las enormes dificultades, carencias y contradicciones que enfrentarán en su gestión si son electos?

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