Doña Laura, tómese un cafecito con don Oscar
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 03 septiembre, 2010
Doña Laura, tómese un cafecito con don Oscar
Es triste que nuestra presidenta Laura Chinchilla haya sido inducida a un enfrentamiento innecesario y hasta demagógico, con quien fuera escasos meses atrás su principal aliado, Oscar Arias.
Esta confrontación tiene graves consecuencias para Costa Rica.
La primera es el contradictorio ejemplo de intolerancia por un lado, y el de diálogo por el otro.
La Presidenta quiso demostrar ser una líder moderna, abierta a conversar con la oposición, con sectores convulsos de posturas recalcitrantes; sin embargo ha sido muy rápida en darle la espalda a su compañero y protector, quien confiara en ella y la impulsara al poder.
No es aceptable que doña Laura no pueda sentarse a tomar un cafecito con don Oscar y dialogar por el bien del país.
Pretender que este duelo de silencio y distanciamiento le hace bien a su mandato es una idea engañosa que puede confundirla.
Curiosamente, las posturas asumidas por la Presidenta son defendidas en sincronía por la prensa oficialista, aquella acostumbrada a acompañar a los mandatarios en sus primeros pasos, para luego dejarlos caer al vacío y capitalizar de esta predecible maniobra.
En el fondo los malhadados consejos “editoriales” la invitan a la mediocridad, a postergar indefinidamente las obras que urgen. Ninguna nación ha logrado levantarse postergando decisiones.
Esta es precisamente la segunda gran preocupación, el clima de tensión por la parálisis que desde ya ven venir los gremios empresariales.
A razón de ejemplo, nuestro vecino Panamá logró recientemente el codiciado nivel de “grado de inversión”, una calificación por el buen desempeño de su economía y gobierno, que le permitirá atraer mayores inversiones.
El presidente Ricardo Martinelli ha entendido que en momentos de crisis, el sustituto del sector privado como motor económico es la inversión del Estado en infraestructura.
El plan de Martinelli es inyectar unos $12 mil millones en obras públicas para los cinco años de su administración, compensando la disminución de la oferta de empleo y capital extranjero.
De vuelta a Costa Rica, nuestra Presidenta teme dar luz verde a $135 millones para construir una nueva Presidencia y Asamblea, en lo que sería el Centro Cívico Nacional que ordenaría la capital.
Lo cual me lleva a la tercera preocupación nacional, la mentalidad pequeñita de nuestros políticos. Si a obras como la del Centro Cívico se les dan tantas vueltas y retrasos, ¿cómo lograremos entonces construir los grandes proyectos?
Luis Alberto Muñoz
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