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Debido proceso

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 22 noviembre, 2011



Debido proceso


Hace unos días, atendiendo la gentil invitación de la escuela de mis hijos, me senté a repasar las nociones del debido proceso para preparar una presentación a los alumnos de años avanzados de la institución. El asunto era sencillo: ciertos se habían jalado una torta y alumnos y profesores querían repasar la doble instancia procedimental.
Recordé que el concepto se atribuye al derecho anglosajón, que es el primero en emplear la expresión “due process of law” en la cláusula 39 de la Carta Magna, texto sancionado en 1215 por el rey Juan I.
Mi proceso incluyó, por aquello de hacer un poco más entretenida la exposición que de partida podría resultar tediosa y pesada sobre todo a finales del curso lectivo, el aproximarme a bibliografía y filmes que han tratado el asunto.
Así, releí a Kafka en un texto corto y nuevo para mí que lleva por título “In der Strafkolonie” que data de 1919 y que muchos consideran un anticipo del nazismo y su control de la justicia.
Rescaté, para efectos de la presentación, las siguientes citas:
“No' dijo el explorador mientras se limpiaba la frente, “¿entonces el acusado no puede saber si su defensa ha sido efectiva? ¡Es que no ha podido defenderse!“ contestó el oficial. (…) “¿No ha de enterarse de la sentencia que se le ha impuesto? No (…) no hace sentido informarle. Lo aprenderá su cuerpo”.
“De cualquier manera, el condenado será cual perro sumiso que se deja correr por las praderas entendiendo que bastará un silbido para el momento en que la ejecución tenga lugar”.
También me acerqué otra vez a Shakespeare, a Cervantes, Orwell y Dickens. Todos de una u otra forma, tratan la institucionalidad de la justicia en virtud sus principios pero sobre todo de su ejecución. Preceptos indefectibles para una sociedad justa. Entre otros, el principio de inocencia, el derecho a un juez natural e imparcial, el derecho de audiencia y defensa, el principio de legitimidad de la prueba, el derecho a una sentencia justa y el principio de doble instancia, entre otros.
No se que me tiene más indignado, preocupado y aturdido: lo que ha trascendido respecto de la sentencia de casación en cuanto al tema Crucitas o, el trato periodístico que el asunto ha suscitado.
En general, tener al Poder Judicial nuevamente en entredicho es un tema de profunda consideración. No solo por estar el valor supremo de la justicia al medio. Sino también porque nos quedan pocos trapitos de dominguear. Se cuestiona al sistema de justicia en virtud de acusaciones de injerencia y parcialidad devenida.
Hay que sumar el trato periodístico que exacerba la indignación, primero por lo que reportan, segundo por el sesgo dado, algo preocupante. La verdad es que está uno aturdido. El trato ha sido ligero y dirigido.
No permitamos que nos sustituyan por noticias, como ha ocurrido, el debido proceso. No dejemos que se pierda el Poder Judicial en la corrupción y la desinformación. Nos toca a todos.

Pedro Oller

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