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De los nombres y corrientes políticas

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 11 enero, 2017


Pizarrón

De los nombres y corrientes políticas

No es tan frecuente acudir hoy a la definición de tendencias políticas en el país, en los partidos, dentro y fuera de ellos, tanto a sus valores político-ideológicos, a sus postulados teórico-políticos o propiamente ideológicos como más generalmente se conocen, tales como socialismo, comunismo, marxistas, marxista leninista, trotskistas, socialdemócratas, socialcristianas, o solo cristianas, por citar algunas.

En la práctica política del país estos conceptos se han ido dejando de lado, aun cuando hay partidos políticos como Liberación Nacional, que se inscriben o definen desde una perspectiva socialdemócrata, o la Unidad Social Cristiana, que también se inscribe en su Carta Fundamental dentro de los postulados socialcristianos.
Obviamente, los partidos legislativos que tienen representación de diputados cristianos sí enfatizan ellos en su condición de “cristianos”, lo que no es muy frecuente en los diputados liberacionistas o de la Unidad Social Cristiana de estarse autoadjetivando con referencia a sus tendencias y postulados políticos. En el caso de los “cristianos” su referencia más habitual es la Biblia, la de ellos, o la de sus corrientes religiosas, más no la Biblia católica.
Tampoco es frecuente en la práctica política acudir a la identificación respecto a líderes políticos o fundadores de partidos políticos. La vida política actual, curiosamente ha tendido a despersonalizarse, lo que es un error. La vida política requiere líderes, que no se forman fácilmente, ni se pueden y mucho menos deben improvisarse.
Los grandes líderes políticos forjadores de partidos políticos, de excepción, mantienen en el imaginario político su presencia, como una corriente que se identifica con su apellido. Así por ejemplo, José Figueres Ferrer, tanto por la revolución realizada de marzo y abril de 1948, como por la revolución institucional ejecutada y puesta en marcha desde de la Junta de Gobierno, se reconoce en el “figuerismo”, lo que podríamos llamar el figuerismo histórico.
Igual sucede con Rafael Ángel Calderón Guardia, más que por su partido político, el Republicano Nacional, de los años de 1940-1948, por la Reforma Social y Laboral lograda en su gobierno, en el periodo 1942-1943, junto con las instituciones que impulsó como la Caja Costarricense de Seguro Social y la Universidad de Costa Rica, entre las muchas obras que se le reconocen, con el concepto de “calderonismo”, igual sería decir el “calderonismo histórico”.
En el caso del Partido Comunista de Costa Rica, o Vanguardia Popular, hay una vertiente de reconocimiento en la figura de su principal líder Manuel Mora Valverde, en lo que se ha llamado el “morismo”.
En estos tres casos hay figuerismo por José Figueres Ferrer, hay calderonismo por Rafael Ángel Calderón Guardia y hay morismo por Manuel Mora Valverde. Estas corrientes de identificación política lo son por ellos y no por nadie más, aun cuando puedan llevar sus apellidos hermanos, o puedan ser hijos o sobrinos de los grandes líderes que dieron origen a estas corrientes.
En los partidos que ellos contribuyeron a formar, en el caso de Liberación Nacional, hubo otros dirigentes importantes que destacaron, algunos hasta presidentes de la República, pero no dieron forma y origen a una corriente histórica, que llegara hasta ahora, con el apellido de ellos. Fueron, en algunos casos, corrientes que levantaron sus apellidos solo para coyunturas electorales específicas, sin ninguna otra trascendencia práctica. Veamos.
Dentro de Liberación Nacional sus líderes históricos fueron, junto a José Figueres Ferrer, Francisco Orlich Bolmarcich, Luis Alberto Monge Álvarez y Daniel Oduber Quirós.
Ni Orlich, ni Monge, a pesar de vivir hasta hace pocos días, ni Oduber sobreviven como corrientes dentro de Liberación Nacional que se distingan como orlichismo, mongismo, oduberismo. Hay, eso sí, actuales dirigentes que les guardan cariño y afecto a estos viejos dirigentes, pero ninguno se refiere a ellos como herencia política de los mismos en su accionar, en su pensamiento, en su obra realizada y como posibles continuadores de su ideario.
Más aún. Pocos de ellos dejaron su pensamiento recogido en textos, en libros, y poco se estudia en el interior de Liberación Nacional este acervo intelectual, aunque sobre Figueres, Monge y Oduber se han escrito libros, y de Figueres y Oduber hay obra propia escrita.
Después de ellos lo que hubo fueron candidatos presidenciales de ocasión, haciendo excepción del Dr. Óscar Arias Sánchez, que por mérito propio sobresalió, alzó vuelo y se impuso, o como refrescamiento en ese momento de dirigencia política, frente a esos líderes históricos, dentro de Liberación Nacional, como un alero que cubre una buena parte de su militancia y simpatía, y fuera de Liberación Nacional proyecta ese reconocimiento, en el llamado “arismo”, que es una corriente que camina por sí misma, como lo es el figuerismo histórico. Carlos Manuel Castillo, en la elección de 1990 no produjo el castillismo más que para esa elección, el figuerismo de José María en las elecciones de 1994, hasta allí hubiera llegado si no replantea la posibilidad de volver a ser Presidente de la República en 2018, el corralismo de José Miguel Corrales, en las elecciones de 1998, allí sucumbió y cuando quiso revivir en otros partidos en procesos electorales posteriores ni siquiera germinó. El arayismo de Rolando Araya en las elecciones de 2002 también feneció con esa campaña, y con intento posterior en otro proceso electoral agudizó la experiencia de 2002, hoy tratando de revivir en una corriente político-partidaria de carácter provincial, donde ni siquiera se está haciendo énfasis en la figura del propio Rolando Araya, que podría ser un gran diputado en 2018.
En 2006 de nuevo fue Óscar Arias quien llegó a la Presidencia como carta salvadora, en ese proceso electoral, del Partido Liberación Nacional reafirmando su liderazgo, fortaleciendo su apellido como un referente político, y resurgiendo como una fuerza o corriente política, que casi lo lleva a la tercera presidencia, si no es porque él mismo desiste de participar en la contienda interna de Liberación Nacional para 2018. En 2010 la Presidencia de Laura Chinchilla, no genera un “chinchillismo” o un “laurismo” político como una corriente activa en este partido. Y, en las elecciones de 2014, con Johnny Araya, menos se produjo un “arayismo”, sobre todo después de que él abandonara la lid presidencial en la segunda ronda electoral, refugiándose en el arayismo cantonal de San José, donde sí le fue reconocido un cierto papel dirigencial comunal.
En síntesis, en Liberación Nacional solo hay dos corrientes reales que se identifican en el apellido de sus principales dirigentes, el figuerismo por José Figueres Ferrer y el arismo por Óscar Arias Sánchez, y solo por ellos.
En los grupos tradicionales anti Liberación Nacional, como en el gobierno de José Joaquín Trejos Fernández o Rodrigo Carazo Odio, no había constituido un Partido que se definiera como “socialcristiano” en el nombre, aunque sí lo hacían en sus documentos programáticos o de gobierno. Y, en estos no predominó el “calderonismo” de Rafael Ángel Calderón Guardia como corriente principal. Cuando así se manifestó fue como la expresión de un grupo de seguidores emocionales de la vieja figura del doctor Calderón.
Del Dr. Calderón se ha escrito y rescatado poco de su pensamiento político y social.
Cuando Rafael Ángel Calderón Fournier logra unificar los grupos que dan origen al Partido Unidad Social Cristina, que es su mérito, no logra desarrollar su propio “calderonismo”, que sí tiene vida propia, y siguen viviendo del viejo “calderonismo”, el histórico, que en este momento se los disputan el Partido Unidad Social Cristiana y el Partido Republicano Social Cristiano, también creación de Rafael Ángel Calderón Fournier.
En mi opinión el “calderonismo histórico” sigue descansando en la Unidad Social Cristiana, por lo que significa este partido que en el ideario costarricense actual es el que se vincula a las reformas sociales y laborales de los años 40, no así el nuevo partido que ha creado Rafael Ángel Calderón Fournier.
Cuando llegó el Dr. Miguel Ángel Rodríguez a la Presidencia en 1998, después de haber participado en 1994, fortaleció el “calderonismo” e hizo surgir el “rodriguismo” que existe en el seno de la Unidad Social Cristiana, hoy como una fuerza débil, por el viacrucis a que ha sido sometido el Dr. Miguel Ángel Rodríguez. Pero, esta sí es una corriente política que existe en el seno de estas fuerzas opositoras, y por el papel que poco a poco recupera el expresidente en la vida social, política y mediática nacional, donde cada vez más es un referente de opinión obligada. El caso del Dr. Abel Pacheco en su gobierno de 2002 continuó ese “calderonismo histórico”, sin haber desarrollado un “abelismo”.
Los líderes políticos que la oposición tradicional antiliberacionista postuló en procesos electorales ni siquiera desarrollaron corrientes internas en estos grupos por las cuales hoy se les recuerde de manera significativa.
En el caso del “morismo” de los comunistas, a pesar de los líderes históricos que durante muchos años acompañaron a Manuel Mora Valverde hasta la división de su partido, no se desarrollaron otras corrientes que se identificasen con esos otros líderes, y hoy pasan cada vez más inadvertidos y poco recordados. Ni siquiera el hermano de Manuel, Eduardo, también de reciente fallecimiento, que tuvo un yerno y ahora su hija en la Asamblea Legislativa, desarrolló una corriente política que se identifique con su persona, así cuando se habla de “morismo” hoy, se sigue hablando de Manuel Mora.
Arnoldo Ferreto Segura y Humberto Vargas Carbonell desarrollaron seguidores partidarios afectivos, pero no corrientes políticas partidarias. Manuel Mora, Arnoldo Ferreto y Eduardo Mora dejaron pensamiento escrito recogido, no así los otros dirigentes comunistas. Los actuales dirigentes del Partido Vanguardia Popular, excepto Humberto Vargas Carbonell, son prácticamente desconocidos, sin ninguna presencia pública ni mediática.
Ahora bien, en el caso de los adjetivos “figuerismo”, “calderonismo” y “morismo”, o el “arismo” actual, en la perspectiva de cómo lo he venido analizando, hoy funcionan como “marcas reconocidas”, y en el caso del “figuerismo” y el “calderonismo” históricos, también funcionan casi como “franquicias”, que algunos quieren usufructuar.
Así, el “calderonismo” le pertenece como marca original a la Unidad Social Cristiana y deviene de la memoria del Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia. Este “calderonismo” es el paraguas de todos los socialcristianos que se agrupan en este partido y de los seguidores del mismo.
El “morismo” seguirá perteneciendo a Manuel Mora Valverde.
El “figuerismo” le pertenece como marca original a José Figueres Ferrer y deviene de su memoria histórica.
Rafael Ángel Calderón Fournier no es candidato hoy a nada, por lo que le cuesta impulsar su “calderonismo” y por ello, en su partido tratan de disputar el “calderonismo histórico” que está en la Unidad Social Cristiana. Es su gen, es su ADN político, pero no lo puede exaltar ni se lo puede apropiar exclusivamente.
En el caso de José María Figueres, hoy precandidato interno de Liberación Nacional, con posibilidades reales de ser el candidato oficial, sí puede aprovechar el “figuerismo histórico”, como gen, como ADN político, porque él mismo con su propio apellido se “apropia” de la marca “Figueres”. Para él en este caso no es una franquicia. Para el candidato del Partido Republicano Social Cristiano, el “calderonismo” en el intento de uso histórico que se le quiere dar a veces, es el uso de una franquicia, que nadie le disputa como marca original, porque allí no pareciera tener su asiento, y es como la patente que le permite usar el Partido Unidad Social Cristiana, quien tiene en depósito la “marca original”.
En el caso de los otros partidos políticos no hay marcas históricas, basadas en obras de gobierno, pero sí las hay políticas, como el caso de Otto Guevara en el Movimiento Libertario, de sello parlamentario. El tiempo dirá más sobre esta marca.
En los nuevos partidos me parece que el de Sergio Mena puede llegar a constituirse en una marca política legislativa y nacional.
Los partidos y sus dirigentes que solo participan en una elección no pasan de eso.

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