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CUBA Y EE.UU.: LOS RESTOS DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA

Alejandro Madrigal alejandro.madrigalrivas@gmail.com | Sábado 27 diciembre, 2014


EE.UU. no puede seguir siendo el juez del mundo, señalando y castigando a todo aquel que no se adapte a su modelo. Y de manera muy tímida, Obama da un paso en este sentido


CUBA Y EE.UU.: LOS RESTOS DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA

La noticia posiblemente más importante en mucho tiempo, fue el cambio en las relaciones diplomáticas y algunas comerciales entre Estados Unidos y Cuba, anunciado por el presidente Obama el pasado 17 de diciembre.
¿En dónde se ubica la relación Cuba-EE.UU. actual? Cuba es la hija rebelde que se emancipó de los EE.UU. y de sus intentos neocoloniales durante toda la primera mitad del siglo XX. EE.UU. aspiraba a poseer Cuba (así como posee a Puerto Rico) y por ello la mantuvo bajo su dominio político y económico; usando, por ejemplo, a un dictador como Fulgencio Batista.
EE.UU. fue quien empujó y obligó a Cuba hacia la revolución, la cual era la única forma de soltarse de la dura correa norteamericana. De otra forma, Cuba hoy sería otro Puerto Rico: una neocolonia; despojada de su identidad propia; con todo intento de independencia y libertad reprimido; y con ciudadanos de segunda categoría, con los mismos deberes, pero con derechos limitados. Cuba también tiene realidades difíciles: como la no libertad de escoger gobernantes, la imposibilidad de construir una oposición democrática organizada, los bajos salarios y la dificultad para accesar a bienes o servicios con alto valor agregado.
Sin embargo, Cuba también construye una encrucijada: posee un sistema de salud y educativo envidiables, una esperanza de vida mayor a la de EE.UU. y niveles de pobreza extrema, desigualdad, desempleo, crimen y desnutrición menores que los de Costa Rica. Cuba no posee miles de personas que no tienen qué comer. En una frase: en Cuba, así como nadie tiene Internet, nadie se muere de hambre.
La realidad de Cuba es muy distinta y no podemos caer en el error de juzgarla y condenarla solo por no ser igual a la nuestra o a la idealizada estadounidense. No sobra recordar, por ejemplo, que EE.UU. es uno de los países que más ha irrespetado los DD.HH., que menos convenios al respecto ha suscrito, o que posee un sistema electoral más arcaico que el comunismo ortodoxo, el cual no ha variado en dos siglos, y que permite que un presidente resulte electo sin ser el más votado por la gente (como ocurrió con Bush en 2000).
EE.UU. no puede seguir siendo el juez del mundo, señalando y castigando a todo aquel que no se adapte a su modelo. Y de manera muy tímida, Obama da un paso en este sentido, reconociendo que las medidas tomadas hacia la isla han sido estériles. EE.UU. debe aceptar que Cuba se salió del canasto, que tomó un camino distinto y que como pueblo tiene la libertad para hacerlo, aunque no nos guste la economía planificada estilo URSS. Y no por ello es justo o razonable el bloqueo económico, el rompimiento de relaciones diplomáticas o todo intento de boicotear a un país hermano.
La historia de Cuba, resistiendo el actuar de su antiguo “aliado”, es la historia de David contra Goliat. A pesar de la caída de la URSS, 53 años de bloqueo, terrorismo y boicot, Cuba es un ejemplo de un pueblo digno, fuerte y sumamente respetable. Celebramos este cambio de política de EE.UU. para con Cuba y que sirva para enviar una señal de respeto hacia Cuba, para mejorar muchas de las condiciones de la isla y para, por fin, entablar una discusión seria, con argumentos y no con odios, sobre el embargo económico a Cuba, y que se termine traduciendo en su levantamiento total.

Alejandro Madrigal
Estudiante UCR
 

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