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Crudas realidades y la insuficiente generación de nuevas fuentes de riqueza nacional (III)

Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 14 agosto, 2017


Crudas realidades y la insuficiente generación de nuevas fuentes de riqueza nacional (III)


El creciente problema fiscal es grave y debe atenderse de manera urgente y decidida, dado que se deteriora aceleradamente día con día. Por su lado, el aumento de la deuda pública interna y externa obligará a aumentar todavía más los impuestos en el futuro solo para pagar el creciente principal y los crecientes intereses.

Esta grave situación golpea cada vez más el bienestar de todos los habitantes y toda la economía nacional, incluyendo la capacidad productiva instalada en el país. Tal como lo señalan los estudios, los “hogares y empresas ya comienzan a sentir en sus economías el peso del alto déficit fiscal que arrastra el país”.

El Presidente de la República anunció públicamente el 1° de agosto pasado que “el Gobierno enfrenta dificultades de liquidez para pagar sus obligaciones y garantizar la operación de servicios esenciales”, lo cual es muy serio.

El Ministerio de Hacienda había señalado unos días antes que “el riesgo de liquidez del Estado es un tema muy serio pues es el riesgo de todos” y que “si Hacienda se queda sin poder pagar provocamos un shock en el sistema económico, entonces ya no es solamente un problema fiscal, se nos vuelve un problema económico financiero”.

Y los expertos señalan que “el país se torna cada vez más vulnerable y riesgoso”.

Es preocupante también que en materia de ingresos la política fiscal asume que las fuentes actuales de riqueza nacional son suficientes por sí solas para resolver completamente la seria situación fiscal. Supone que estas fuentes tienen una capacidad ilimitada e inagotable para generar todas las crecientes necesidades de recursos fiscales y que además, por sí solas, son también suficientes para impulsar al país hacia un desarrollo y bienestar social de clase mundial.

Esta errónea premisa está creando impactos nocivos como los siguientes:

• Deteriora la competitividad nacional y las capacidades de desarrollo de las fuentes actuales de riqueza nacional, particularmente en un momento en que muchos países más bien están reduciendo su carga fiscal y los presupuestos públicos para impulsar el desarrollo y el bienestar social.

• Ahuyenta el desarrollo de nuevas fuentes de riqueza nacional por la voracidad fiscal, lo que hace que el país sea menos atractivo para invertir.

Al suponer que el serio y crónico problema fiscal que el país tiene se puede resolver únicamente asumiendo que existe una “capacidad tributaria ilimitada e inagotable” de las fuentes actuales de riqueza, la política fiscal considera entonces que no es prioridad crear las condiciones que se requieren para fomentar el desarrollo de nuevas fuentes de riqueza nacional y en particular de aquellas que, por su naturaleza misma, son intensivas en la generación de recursos fiscales.

Y para complicar las cosas aún más, un estudio presentado el 21 de julio por el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica (UCR) reveló que el país “se enfrenta a un panorama de desaceleración del crecimiento de su economía, de aumento de las tasas de interés y una mayor inflación”. El Banco Central ha informado también que la “economía crecerá menos este año”.

La caída de las reservas monetarias es también preocupante, para lo cual el Banco Central va a recurrir igualmente al endeudamiento. Ya se informó que “el presidente del Banco Central de Costa Rica, Olivier Castro, espera que los $1.000 millones del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) ingresen al país en octubre de este año”. Asimismo, se ha informado que el presidente del Banco Central “aseguró que los recursos serán utilizados para reforzar las reservas monetarias internacionales, las cuales se han reducido en cerca de $1.000 millones en los últimos 12 meses”.

A pesar de esta seria situación, la política energética y económica nacional prefiere trasladar continuamente una gran riqueza (incluyendo enormes cantidades de recursos fiscales) a los países de donde provienen nuestras masivas y crecientes importaciones petroleras y simultáneamente impedir el desarrollo de la importante riqueza potencial que ha sido identificada en varias zonas del país, la cual podría generar una enorme cantidad de recursos fiscales y no fiscales y de divisas.

Mientras todo esto ocurre en Costa Rica, muchos países exitosos han logrado altos niveles de desarrollo gracias a sus políticas que impulsan el desarrollo de todas sus fuentes potenciales de riqueza nacional, incluyendo su riqueza de gas natural y de petróleo. Todo esto lo realizan impulsando y potenciando simultáneamente las fuentes renovables de energía y lo continuarán haciendo durante las décadas que durará la transición energética en el mundo.

Noruega, con una población muy parecida a la de Costa Rica, es uno de esos países exitosos que han demostrado que la producción de gas natural y petróleo se puede realizar dentro del marco de una política de desarrollo sostenible y de manera complementaria con las otras fuentes de riqueza nacional. Esta actividad es la que más genera recursos fiscales y no fiscales y divisas en el mundo.

Sus políticas han convertido a ese país en uno de los líderes mundiales del desarrollo sostenible y en uno de los más ricos y prósperos del mundo. De acuerdo con los estudios, “en gran medida este país le debe su prosperidad a los yacimientos de petróleo y de gas natural”.

Gracias a estos recursos, Noruega ocupa el primer lugar en el Índice Mundial de Desarrollo Humano y se encuentra entre el grupo de países con mayor desempeño en el Índice Mundial de Desempeño Ambiental, muy por encima de Costa Rica.

Ocupa el primer lugar como el país más competitivo energéticamente a nivel mundial, de acuerdo con el Choiseul Energy Index que mide la competitividad energética en todos los países del mundo. Y según el Foro Económico Mundial, tiene la segunda mejor arquitectura energética del mundo, la cual incluye factores de sostenibilidad ambiental, de seguridad energética y del grado en que esta arquitectura energética beneficia el desarrollo del país.

Ese país, al igual que otros países exitosos, ha venido demostrando que es mejor y más responsable económica, social y ambientalmente que esta gran riqueza sea generada de forma sostenible internamente en lugar de transferirla a terceros y generarla con importaciones petroleras en otros países, como lo está haciendo actualmente Costa Rica.

Estos países han demostrado que si se produce localmente esta energía (y su correspondiente riqueza nacional) se pueden exigir altos estándares, lo cual no podrían hacer si fueran importadores. Los países importadores no tienen cómo exigir ningún estándar de producción, incluyendo los estándares ambientales, ni ningún sistema estricto de control y de verificación de los estándares usados.

Con los recursos obtenidos de la producción y exportación de gas natural y petróleo, dentro del marco de una política de desarrollo sostenible, estos países impulsan fuertemente muchas actividades y proyectos, entre los que se encuentran el desarrollo vigoroso y decidido de las energías renovables, la protección del ambiente, la competitividad energética, el ahorro y uso eficiente de energía, la transición energética y el desarrollo humano.

Estos países demuestran que la producción sostenible y la exportación de gas natural y petróleo no solamente no son incompatibles con el desarrollo sostenible y la transición energética, sino que, por el contrario, más bien los impulsa y fortalece gracias al apoyo económico, financiero y fiscal que esta actividad provee.

El petróleo y el gas natural que los noruegos están consumiendo menos internamente, como consecuencia de su transición, los agregan a sus exportaciones, de manera que la generación de recursos fiscales y no fiscales no se reduzca y más bien crezca.

Gracias al soporte de estos recursos, ese país líder mundial del desarrollo sostenible se ha convertido también en el que tiene la mayor penetración de vehículos eléctricos del mundo.

Estos gobiernos están demostrando que este tipo de políticas duales fortalecen la transición energética mientras que simultáneamente impulsan y robustecen el desarrollo económico, los ingresos fiscales, la generación de divisas, el desarrollo humano, el bienestar y progreso social, la protección del ambiente y la maximización de los beneficios nacionales.

El Gobierno de Noruega tiene claro, como muchos otros gobiernos en el mundo (a excepción del de Costa Rica), que en la transición energética, que durará varias décadas, la producción sostenible y la exportación de gas natural y petróleo para generar riqueza nacional durante este periodo no es excluyente con el desarrollo fuerte y agresivo de las energías renovables.

En Costa Rica, por el contrario, la política energética no solamente no está logrando ninguna transición energética, sino que las importaciones petroleras (junto con las grandes transferencias de recursos fiscales a los países petroleros) crecen sin cesar a un ritmo superior al promedio mundial, mientras que al mismo tiempo aumentan la carencia de recursos y la crisis fiscal.
 

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