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Busquemos una sociedad más respetuosa

Alejandro Madrigal alejandro.madrigalrivas@gmail.com | Viernes 20 mayo, 2016


 Nuestro Parlamento ha sido lento, ineficiente y hasta intencionalmente entorpecedor de que se avance en cualquiera de estos temas. Quieren sostener una bola de nieve que cada vez es más grande

Busquemos una sociedad más respetuosa

Hace tres días se conmemoró en este y en muchos países el día contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género, lo cual nos llama a reflexionar sobre cuál es la realidad de CR en esta dimensión. Hoy siguen sobrando motivos para seguirse indignando por la forma en la que la sociedad y el Estado costarricenses reconocen a las personas LGBTI y sus relaciones. Es un reconocimiento de segunda categoría, muy lejos de la justa igualdad de derechos y dignidad que merecemos todas las personas.
A nivel del Estado, nuestro marco jurídico sigue siendo obsoleto y el Poder Legislativo no ha dado ni un solo paso en saldar las deudas pendientes con las parejas del mismo sexo o con las personas trans, a pesar de que estos temas llevan más de diez años de discusión. Hoy en día más de 30 países en el mundo (la mayoría en América y Europa) reconocen el derecho de parejas del mismo sexo a unirse. Varios otros reconocen el derecho de cada persona a autodeterminar su género, independientemente de su sexo biológico. Esas son muestras de la dirección en la que debe avanzar la sociedad: hacia una más respetuosa y justa, eliminando, por ejemplo, privilegios a los que solo algunos tengan derecho.
Nuestro Parlamento ha sido lento, ineficiente y hasta intencionalmente entorpecedor de que se avance en cualquiera de estos temas. Quieren sostener una bola de nieve que cada vez es más grande. Sea por los abanderados conservadores, “partidos cristianos”, o por quienes hacen alianza con esos intereses (PLN, el PUSC y ML); y además por mecanismos que facilitan que una minoría bloquee todo proyecto de ley que vaya en esta dirección; no veo que en el futuro cercano haya avance sustancial en estos temas, sin la presión ciudadana o del Poder Ejecutivo necesaria.
Seguimos viviendo en una sociedad doble moralista, donde muchos condenan la homosexualidad, pero ignoran el machismo; critican a las personas trans, pero estamos acostumbrados a la violencia en muchas dimensiones. Donde se sigue viendo a las personas LGBTI como ajenas y lejanas a la sociedad y no como seres humanos a quienes hoy por hoy se les discrimina en muchas partes.
Inclusive, en cartelera el cine costarricense colocó hace poco una película avergonzante y estigmatizante: “Toque de lo Alto”. La cual trata la homosexualidad como algo indeseable y “curable”, una tesis arcaica que la ciencia descartó hace 26 años. Donde la violencia sexual ejercida por un adulto contra su nieta nunca se denuncia y se retrata a la víctima como culpable por haber cargado con el resentimiento durante tantos años y termina pidiendo perdón a su abusador. Absurdo y desagradable. La violencia sexual es un tema muy serio, que debe ser denunciada y jamás culpar a la víctima. Acá se aborda como algo normal. ¡Hemos perdido toda perspectiva! No es posible que esté mal que una persona ame a otra solo por ser de su mismo sexo y que además el abuso sexual se presente como algo que debe perdonarse.
La homosexualidad y las diversas identidades de género deben verse como dimensiones más de la diversidad humana, así como lo son nuestras etnias, colores, tamaños, rasgos y características físicas y de personalidad. No calza bajo ningún esquema racional que nuestra moral religiosa, la cual es algo personal y no universal, se use para criticar o condenar a otros por su sexualidad. El amor nunca puede generar algo negativo, al contrario, si hay algo que nos falta como sociedad es más amor.

Alejandro Madrigal

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