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COLUMNISTAS


Barbie: Mucho más que una muñeca de plástico

Natiuska Traña natiuskatp@gmail.com | Miércoles 26 julio, 2023


Este fin de semana, al igual que muchos, fui a ver la película Barbie, y entre palomitas de caramelo y mantequilla, creo que es importante destacar un diálogo revelador entre Gloria (América Ferrera) y Barbie (Margot Robbie), que invita a la reflexión sobre el papel de la mujer en la sociedad. A través de estas palabras, se plantea una cuestión esencial: ¿por qué las mujeres debemos ser juzgadas y evaluadas constantemente por nuestra apariencia, comportamiento y elecciones? ¿Por qué nos sometemos a la presión social y a las expectativas impuestas por otros?

El mensaje es claro: no es necesario que complazcamos a todos. No debemos esforzarnos por encajar en estereotipos preestablecidos o seguir las normas que nos imponen. No debemos permitir que nuestra valía se defina por nuestra apariencia o por la opinión de los demás. Cada mujer es única y valiosa por sí misma, sin necesidad de seguir expectativas irracionales.

Es innegable que las mujeres hemos sido históricamente sometidas a una carga desigual en comparación con los hombres en muchos aspectos de la vida. La sociedad ha dictado cómo debemos comportarnos, cómo debemos vestirnos, cómo debemos hablar y cómo debemos actuar. Estas normas restrictivas han limitado nuestro potencial y han reprimido nuestra individualidad.

A menudo, se espera que las mujeres seamos fuertes y decididas, pero no demasiado, ya que podríamos ser tildadas de "agresivas" o "ambiciosas". También se espera que seamos cariñosas y empáticas, pero no demasiado, ya que podríamos ser consideradas "débiles" o "emocionales". Esta dicotomía imposible nos pone a las mujeres en un constante juego de malabares para complacer a todos y cumplir con las expectativas impuestas.

Barbie también plantea que las mujeres enfrentamos críticas y juicios constantes de otras mujeres. Esta realidad es desgarradora y nos recuerda que, como sociedad, necesitamos apoyarnos mutuamente en lugar de competir entre nosotras. Si las mujeres no podemos apoyarnos y levantarnos unas a otras, ¿cómo podemos esperar que se produzcan cambios significativos en la búsqueda de la igualdad de género?

El camino hacia la igualdad de género y la liberación de las cadenas sociales que nos oprimen no puede depender solo de las mujeres, sino que depende de todos. Tanto hombres como mujeres debemos cuestionar y desafiar los estereotipos de género y las expectativas sociales. Debemos crear un entorno en el que las mujeres sean libres de ser ellas mismas, sin miedo al juicio y la crítica. Debemos reconocer y valorar la diversidad de las experiencias femeninas y respetar la autenticidad de cada individuo.

A menudo, las expectativas sociales para los hombres son igualmente restrictivas y limitantes. La presión para ser fuertes, dominantes y emocionalmente inmunes también es un problema que debe abordarse. La igualdad de género beneficia a todos, ya que nos permite ser seres humanos completos y auténticos, libres de estereotipos y expectativas injustas.

La liberación de los roles de género arcaicos nos permite expresarnos libremente y buscar nuestro verdadero yo. Seamos "fuertes", "débiles", "valientes" o "sensibles"; todas estas características son válidas y humanas. Debemos celebrar la diversidad y apreciar las diferencias individuales, en lugar de encasillar a las personas en cajas con clasificaciones restrictivas.

Es hora de abandonar el constante escrutinio y la autoexigencia desmedida. La felicidad y la autoestima no deben depender de la aprobación de los demás. Aprendamos a amarnos a nosotros mismos tal como somos, y apoyemos a los demás en su camino hacia la autenticidad y la plenitud.

Seamos una sociedad que empodera y alienta a las mujeres a perseguir sus sueños y aspiraciones sin miedo a ser juzgadas. Seamos agentes de cambio, desafiando las normas restrictivas y construyendo un mundo donde todos podamos florecer como seres humanos libres e independientes.

No olvidemos que todos estamos en este viaje juntos. Seamos aliados unos de otros en la lucha por la igualdad de género. Al desmantelar las estructuras que nos oprimen (y digo oprimen, porque si no lo decimos tal y como es, lo vamos a seguir ignorando), y así creemos un mundo más justo y equitativo para las generaciones futuras. El poder del cambio está en nuestras manos; depende de cada uno de nosotros desafiar las normas y construir una sociedad más inclusiva, donde todos podamos ser "fuertes y valientes", sin importar nuestro género.

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