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Amigo, consejero, embajador de Costa Rica

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 07 marzo, 2022


Mucho, mucho me ha dolido enterarme de la muerte de Jaime Daremblum. Un costarricense extraordinario.

Tuve la suerte de conocer a Jaime cuando a mis 18 años y con grandes ilusiones y no menores preocupaciones ante el nuevo reto ingresé a la Escuela de Ciencias y Letras de la UCR. Era el segundo año de la gran reforma universitaria que había establecido los Estudios Generales y un año común para los estudiantes que entrábamos a primer año a la única universidad que había en el país. Jaime Daremblum ha sido mi cercano amigo desde entonces. Fue electo Presidente de la Asociación Estudiantil de Ciencias y Letras y como fui representante estudiantil para varias Asambleas de Facultad y de la Universidad, pude a la par de Jaime participar y disfrutar de esas actividades, y cuando había elección de algún funcionario universitario, ser invitado a la casa del elegido y junta a él poder compartir con profesores y autoridades.

Pertenecíamos a partidos políticos opuestos, pero el liberacionismo de Jaime nunca opacó nuestra amistad. Cuando participé en la lucha electoral tuve el valiosísimo apoyo de su consejo. Con el recordado Joaquín Vargas Gene y otros queridos y respetados amigos formó un grupo que analizaba temas nacionales y la situación política, para brindarme sus valiosas opiniones.

Con Jaime que tenía muy buenas relaciones con el Partido Demócrata de los EEUU pude compensar mi cercanía con el Partido Republicano. Mi relación con ese partido había surgido en los años 80 cuando con el PUSC integramos la Unión Internacional Demócrata de la que formaban parte los partidos bajo los lideratos del Presidente Ronald Reagan de EEUU, de la Primera Ministra del Reino Unido Margaret Thatcher, del Canciller de Alemania, Helmut Kohl, del Presidente de la República Francesa Jacques Chirac, del Primer Ministro de Baviera Franz Josef Strauss, del Presidente de Colombia Misael Pastrana entre otros.

Gracias a eso pude asistir con Jaime a convenciones nacionales de los Partidos Republicano y Demócrata de los EEUU durante las décadas de los ochenta y los noventa. Ello nos sirvió para generar relaciones con dirigentes, senadores y representantes federales de ambos partidos.

Cuando fui electo Presidente no había duda. Jaime debía ser el Embajador ante los EEUU. Nadie podría servir mejor al país en esa importante posición. Y su aporte al país fue invaluable e inmejorable.

Jaime abría todas las puertas en la Casa Blanca, en la Secretaría de Estado y en todos los ministerios, en las oficinas de senadores y legisladores federales. También tenía fluidas comunicaciones con el mundo académico, cultural, y social de Washington y de muchos estados federales, para lo cual contó con la muy especial colaboración de su esposa Gina, y del grupo de capaces colaboradores diplomáticos del cual se rodeó.

No se había podido en la Administración anterior aprobar una acción conjunta con EEUU para combatir en nuestros mares el narcotráfico que había sido promovido por ese país, pero que encontró dificultades por nuestra condición de país desarmado y civilista. Pero, recién iniciado el gobierno pudimos gracias a las habilidades del Embajador Daremblum negociar con los EEUU en nuestros términos el Tratado de Navegación Conjunta para enfrentar el tráfico ilegal de drogas en nuestros mares, que luego sirvió de ejemplo a países del Caribe y europeos.

Desde el nombramiento de Jaime a esa importante posición sabíamos que uno de nuestros principales objetivos era lograr cambios en la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (CBI), promovida por el Presidente Reagan en favor de las exportaciones a su país procedentes de Centro América y del Caribe. Con el Tratado de Libre Comercio de EEUU con Canadá y México nuestras naciones habían quedado en condición menos ventajosa para el ingreso de nuestros productos, y era muy necesario equilibrar la cancha para no perder el atractivo para la producción exportable de nuestro país.

Cuando nuestro Istmo y el Caribe sufrieron el tremendo dolor de muerte y devastación de los huracanes Mitch y George al poco tiempo de haber asumido la Presidencia de la República, como Presidente en ese tiempo de SICA, pude organizar gracias a las habilidades del Embajador Daremblum la visita a Washington de los Presidentes de Centro América y del Primer Ministro de Trinidad y Tobago que presidía el CARICOM. Fue la visita conjunta de mayor número de mandatarios de la región que hasta entonces se había realizado. Dadas las consideraciones humanitarias, ambientales y de migración de entonces, logramos que se aprobara la ampliación de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, que había sido repetidamente rechazada por el Congreso de los Estados Unidos.

Gracias a las valiosas gestiones del extraordinario embajador don Jaime Daremblum en aquella ocasión pudimos reunirnos entre otros con el entonces senador Joe Biden quien fue generoso en su atención a los problemas de nuestra región. Además, Jaime hizo posible el apoyo del Black Caucus del Congreso de los EEUU y de la Cámara de Comercio de ese país a la iniciativa de mejoras del CBI.

Sería de nunca acabar consignar todas las brillantes gestiones que el Embajador Daremblum culminó con éxito. Su mano generosa estuvo presente en las negociaciones para fortalecer la industria de suplementos médicos en Costa Rica con la traída al país de Abott Laboratories, y el inicio de la atracción de actividades de prestación de servicios empresariales con la llegada de Procter and Gamble trayendo operaciones de oficina para toda América.

Hacía el final del gobierno fue gracias a su brillante gestión que el gobierno de EEUU me sugirió encabezar las negociaciones de América Central para un tratado de libre comercio con ese país, lo que no acepté pues estaba ya cercano el término de mi ejercicio presidencial.

La ayuda de Jaime fue muy importante para lograr la elección unánime como Secretario General de la OEA. Con la cruel e injustificada persecución en mi contra de un gobierno de mi propio partido no solo se perdió la posibilidad de que un centroamericano dirigiese y revigorizase a la OEA, sino también la de que una persona tan brillante como Jaime hubiese sido por cinco años la mano derecha de su Secretario General.

Pido a Dios dé paz a Gina y a su hija Naomi y alzo mi vos en gratitud a lo mucho que Jaime Daremblum aportó a Costa Rica.

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