Alerta y precaución
Marcello Pignataro manogifra@gmail.com | Lunes 04 mayo, 2009


Alerta y precaución

Desde las primeras noticias de la —hasta ese entonces— epidemia, todos hemos recibido diversos tipos de información en nuestros correos electrónicos: desde información oficial de la OMS o del Ministerio de Salud hasta teorías de conspiración que nos hablan de una trama malévola de dos farmacéuticas que tenían problemas económicos y dejaron salir el virus para vender más vacunas. O sea, de lo sublime a lo ridículo. Está en cada uno de nosotros filtrar adecuadamente la información y decidir a qué le debemos dar credibilidad y cuáles notas debemos dejar pasar por alto.
Al momento de escribir esta columna, en Costa Rica todavía no se ha declarado ninguna alerta grave, ni se nos ha indicado que debamos utilizar mascarillas. Lo único que hemos recibido por parte del Ministerio de Salud es información referente a cosas que ya de por sí, con epidemia o sin ella, debemos hacer siempre, como extremar la higiene.
Del actual gobierno hay tres o cuatro ministros en quienes confío ciegamente y me inspiran mucha decencia, honorabilidad y seriedad en su trabajo. Una de ellas es la señora María Luisa Avila, merecedora de todo mi respeto por su gestión (ojalá el próximo —o la próxima— Presidente la tome en cuenta para su gabinete y considere adecuada su continuidad en el puesto). ¿Alguien se acuerda del dengue, solo para citar un ejemplo?
Lo peor que podemos hacer los costarricenses en estos momentos es caer en pánico innecesario y generar un nivel de alerta superior al que amerita la situación. Si entramos en pánico sufrimos todos: sufren los comercios porque la gente deja de ir, sufren las familias porque se pierden los momentos de esparcimiento y sufre la economía porque no ponemos a circular el dinero.
Hay que estar alerta, pero mantener la calma siempre. Es exactamente igual que con las réplicas de terremotos.
Siempre he considerado a Costa Rica como un país bendecido por Dios (por Alá, por Buda, por Mahoma, por quien quieran) y veo poco factible que las consecuencias de la pandemia sean funestas para la nación. Creo y confío en la gestión de la señora Avila, como lo mencioné párrafos atrás, y creo que le debemos hacer caso.
Momentos como el actual, en el que estamos frente a una situación ajena a nuestro control y que ya se ha encargado de generar muerte en diversos lugares del mundo, nos deberían llamar a la reflexión y analizar si hemos vivido esta vida con plenitud, con excelencia y alegría.
Después de todo nunca sabemos cuándo nos tocará dejar este mundo y el ideal es haber disfrutado el viaje (la vida) de la mejor manera posible para poder decir, al final, “valió la pena”.
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