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EDITORIAL


Agua y su tratamiento

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 10 diciembre, 2008


Editorial


Cerca de un 50% del agua que se consume en el país a través de los acueductos estatales no llega a facturarse, y otra buena parte se pierde debido a cañerías en mal estado o colapsadas.

Costa Rica no puede caer en el error de mantener estos problemas sin una solución pronta, en momentos en que se debate sobre la capacidad que existe para garantizar la oferta del recurso hídrico a futuro.

El crecimiento urbanístico y comercial en distintas zonas del país, especialmente turísticas y del Area Metropolitana, presiona de forma cada vez más fuerte la demanda del líquido.

Es imperante que cada gota sea aprovechada al máximo: por ello, es de aplaudir la inversión de unos ¢13.500 millones que se ha planeado para reparar las tuberías, especialmente de San José.

El actual sistema de acueductos y alcantarillados está colapsado, y eso es evidente con el trastorno del sistema que se produce con cada aguacero fuerte.

El Estado debe velar no solo por llevar agua limpia a las casas y empresas, sino también en verter y tratar adecuadamente los líquidos sucios que se producen de vuelta. En esto existe aún una gran debilidad.

El adecuado tratamiento de las aguas es una garantía de salud para los habitantes de cualquier país. Con solo ello, se certifican menos enfermedades y una mejor calidad de vida.

Pero no es una preocupación que competa únicamente al Estado. El sector privado debe asumir la responsabilidad inherente que le corresponde.

Las aguas negras aún siguen cayendo a nuestros ríos, no todas las compañías o grandes desarrollos poseen una planta de tratamiento, existe muy poco control sobre dónde se vierten las aguas negras que se extraen de pozos o tanques.

El funcionamiento de las empresas que se ocupan de realizar estos trabajos debe estar regulado y supervisado de modo que se garantice el adecuado tratamiento de aguas negras antes de ser vertidas en donde corresponda.

Es necesaria una toma de conciencia al respecto y que cada quien asuma la responsabilidad que le corresponde para evitar la contaminación de los mantos acuíferos, los ríos y las aguas de nuestras costas.

Es urgente un plan nacional para un adecuado uso del agua, así como las obras y plantas de tratamiento necesarias para el desecho de aguas servidas y aguas negras.







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