¡La corrupción no se generaliza!
| Sábado 22 febrero, 2014
El uso de la “generalización” es delicado, máxime cuando hace alusión a connotaciones nefastas en una sociedad
¡La corrupción no se generaliza!
He escuchado con tristeza comentarios, sobre los últimos acontecimientos en relación con políticos en manejos cuestionables de fondos del Estado y demás; es para detenerse y analizar con mente fría las implicaciones y precedentes que quedan por ende establecidos; no obstante, esos “comentarios” encierran un matiz, que muy lejos de enviar un mensaje subliminal, irrumpen con certero y directo golpe, contra todo respeto a la inteligencia y dignidad de muchas personas; al emplear la “generalización” como instrumento —casi arma— de escarnio y linchamiento, que siguiendo una inspiración ideológica, empuñan una bandera partidista en aras de un bien común. ¡Grave!.
Nuestro país está afrontando una dura lección, pero nuestra historia y el cielo son testigos de que el costarricense ha sabido salir adelante con fuerza, bríos y convicción; características determinantes del ser y quehacer.
No podemos perder de vista que de toda lección debemos aprender algo; de lo que acontecía en países vecinos; para esa enfermedad no estábamos inmunes, pero gracias a la misma, el sistema —en teoría— adquirirá anticuerpos y por ende tendrá y deberá fortalecer su estructura integral, desde arriba hacia abajo.
El uso de la “generalización” es delicado, máxime cuando hace alusión a connotaciones nefastas en una sociedad, que —por definición— está conformada por “distintos individuos y pensamientos diversos”; de tal manera, que el decir que “todo político es corrupto”, precisamente se incurre en el error que se quiere corregir —¡vaya dilema!— pues se le hace un profundo daño a la base misma de la sociedad.
Durante lo largo de nuestra historia, podemos ver como gracias a personas, que por su inserción, desempeño y aporte en el campo de la vida política de nuestro país, hoy por hoy son verdaderos personajes, que con gran orgullo rendimos tributo y velamos su memoria: líderes, próceres y caudillos.
He ahí que deberán haber siempre individuos, que atendiendo el llamado civilista de servir a su país, tomarán el tortuoso camino de la vida del servicio público, haciendo de la política el instrumento, la herramienta con la que se definan los destinos de una Costa Rica esperanzada en la honestidad de su pueblo, como esencia verdadera de las raíces del ser costarricense; no olvidando que en sí la política es el medio y no el fin.
De tal manera, con base en lo anterior, podemos hacer un simple planteamiento, si el que trabaja con zapatos se llama “zapatero”, cómo se llama el que se desenvuelve en la “política” ¡¿?! Por lo que no es admisible, ni recomendable, ni mucho menos justo, el que se endose a aquellos, que por defensa a sus convicciones en búsqueda de soluciones para un bien común, se les estereotipe y mancille de “corruptos”. De tal manera, la lección también nos enseña y deja claro que: ¡la corrupción no se generaliza!
Robert E. Molina Brenes
Consultor nacional e internacional
Profesor universitario
robertmolinab@gmail.com