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“Estudié para lo que no hay trabajo”

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 10 agosto, 2013




Hernán Jiménez

“Estudié para lo que no hay trabajo”

Un hombre que creó un nicho laboral donde no existían opciones

"El arte es un llamado que a uno lo busca tarde o temprano"

"He pasado mucha incertidumbre por no tener estabilidad"

Volvió al país en 2004 tras estudiar actuación en Estados Unidos, al aterrizar se dio cuenta que no había trabajo para cumplir sus sueños, pero lejos de rendirse decidió crear sus propias oportunidades.
Con un andar relajado Hernán cuenta que muchas veces ha pensado en renunciar a su sueño, pero su personalidad inquieta no le ha permitido quedarse sin trabajo.
Sabía que no sería protagonista de grandes películas en Hollywood, pero demostró a muchos que sí podía hacer dos largometrajes y “stand up comedy”, donde él contaría sus historias.
A sus 33 años este director, productor y actor burló la sentencia para los artistas nacionales que los obligaba a olvidar sus sueños por falta de empleo.

¿Cuándo vio el arte como su profesión?

Desde que estaba muy chiquito tenía esa tendencia, la fijación por el escenario llegó desde muy temprano, pero no la decisión, pues fue en mi adolescencia cuando empecé a hacer teatro y supe que si quería ser feliz tenía que hacerlo.

¿Recuerda cuándo fue el momento en que tomó la decisión?

Sí, a los 14 años, la primera vez que vi una obra de teatro en el Colegio Metodista, me acuerdo de la sensación de estar en las butacas, ahí supe que tenía que hacer esto y un año después me metí.

¿Qué le dijo su familia?

Recuerdo que en el estreno de esa obra ellos fueron los que me dijeron “usted tiene que hacerlo, tiene que buscar la manera”, fue atípico porque mis papás no son hippies, pero soy el menor de una familia de cuatro y los agarré cansados, cuento con el aval de las personas más importantes de mi vida.

¿Cómo lo cambió el ganar una beca a Canadá?

Me marcó ese lugar, porque son 200 estudiantes de todo el mundo, estábamos recluidos en un bosque, para sacar el bachillerato internacional, llegué a un lugar donde me dejaron bajar mi carga académica y subir mis intereses artísticos.

¿Cuál fue su primer trabajo como actor?

En La Pensión, cuando llegue al país fui a hablar con Óscar Castillo, productor de ese programa, y le dije que era actor, que no tenía trabajo y me contrataron para dos capítulos, después trabajé en una serie corta de Canal 7 “Eso que llaman vida” en 2004, luego me llamaron para dirigir el show de la Media Docena.

¿Qué hizo cuando no halló trabajo?

Ante el panorama de no encontrar nada empecé a realizar proyectos audiovisuales, cuando estudié actuación medio aprendí a editar; trabajé en Giros en 2005, trataron de hacerme ingresar a planilla, pero eso no funcionó, así que les propuse hacer cápsulas que yo mismo hacía, producía y editaba.

¿Ahí tuvo su primera experiencia con el sétimo arte?

Sí, estando ahí hice el documental llamado “Doble llave y cadena”, lo hice solo, sin muchas expectativas, era un experimento y le fue tan bien en la primera muestra de cine a la que fui, que era una opción viable para poder hacer mi propio trabajo, sin esperar que me ofrecieran.

¿Renunció en algún momento a su sueño de ser actor?

Claro, hasta la fecha todavía lo considero, sinceramente creo que eso pasó porque las visiones románticas que cualquiera tiene de ser actor son aplastantemente descorazonadoras cuando no suceden. Y me fui adaptando a otras cosas, sé que no voy a protagonizar grandes películas en lo que me quede de vida, eso es difícil porque es un gran sueño, pero son realidades a las que uno llega a cierto acuerdo.

¿Intentó ir a Hollywood o a México por su meta?

Sí, yo fui a prepararme a Nueva York y se suponía que el lugar donde estudié me iba a ayudar a posicionarme, pero nunca me fui a Los Ángeles a hacer audiciones, fueron circunstancias muy particulares las que me hicieron regresar al país, porque se me venció la visa. Me afectó mucho ese regreso. Pero siento que me ha ido mejor, en comparación de estar haciendo filas para casting.

¿Le ha tocado hacer un show donde no llegó gente?

Claro, muchas veces, le puedo contar dos experiencias, en el primer show de stand up comedy, había noches donde llegaba poca gente y me frustraba mucho, fue una experiencia dura.
Igual me ha tocado hacer espectáculos donde no doy ni risa, en las primeras etapas de mi carrera hacía muchas apariciones empresariales tengo experiencias atroces de lo que implica pararse frente a decenas de personas contar un chiste y que nadie se ría.

¿Cómo lo cambió la película “El Regreso”?

Ese proceso me marcó por la participación de la gente, el apoyo que las personas le dieron a la película, 2 mil extraños que dieron su voto de confianza, me conmovió profundamente, a partir de ese momento pienso como puedo quedarle mal a la gente, eso demostró que las personas apoyan, a tal punto de abrir su billetera para realizar una película.

¿Cuál ha sido su mayor sacrificio?

Nunca he pasado hambre, pero no tengo seguridad, es una angustia tremenda y constante no tener estructura, llevo una vida donde no hay estabilidad emocional y física, porque hay mucha incertidumbre en comparación con otras profesiones, no sé qué voy a estar haciendo en diciembre.

¿Se muere de hambre un actor en el país, es un prejuicio?

Eso pasa en cualquier parte del mundo no solo aquí, a los 18 años no pensaba mucho en mi futuro económico, pero cuando vine de Canadá me di cuenta de que era difícil, una tremenda argolla y nadie tenía idea de quién era yo, no sabía qué hacer.

¿Cuál es la característica que lo hace diferente a otros actores?

El apoyo de mi familia y que esa idea de que automáticamente el que quiere puede es mentira, mucha gente quiere abrirse caminos pero por circunstancias económicas no han podido. Yo no crecí en un hogar millonario pero rindo tributo a lo que tuve.

Angie Calvo
acalvo@larepublica.net







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