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Emprendedurismo y la zona de confort

| Martes 11 marzo, 2014




Emprendedurismo y la zona de confort

Para el emprendedor, el primer paso para convertir su idea en realidad es atreverse a romper con la vida que conoce y en la cual se siente seguro

ARTE: DAVID BARBOZA/LA REPÚBLICA

Muchas personas tienen ideas brillantes que pueden llegar a convertirse en negocios de éxito. Sin embargo, son muy pocos los que las ponen en marcha. Para el emprendedor, el primer paso para convertir su idea en realidad es atreverse a romper con la vida que conoce y en la cual se siente seguro. Esto se conoce como salir de la “zona de confort”.
En muchas ocasiones esta salida viene motivada por un acontecimiento que saca de balance y empuja al cambio.
Existe la idea generalizada de que la zona de confort se refiere solo a la vida placentera y cómoda de un empleo estable. Sin embargo, el ser humano acepta como zona de confort todo aquello que le resulta conocido y seguro, sea o no agradable para él.
Como bien indica Matti Hemmi en su genial video “¿Te atreves a soñar?”, los atascos para ir y volver de la oficina, que el jefe lo trate mal o que se lleve mal con su pareja puede formar parte de su zona de confort.
Es, por tanto, el hábitat en el que nos sentimos seguros, seamos o no felices. Los emprendedores, por lógica elemental, no son felices mientras no prueban si su sueño puede convertirse en realidad.
Walt Disney es un caso extraordinario de lo que comentamos. El diario Kansas City Star, para el que trabajaba como repartidor, no quiso contratarlo como dibujante de viñetas, porque “no tenía suficiente imaginación”. Sin embargo, el joven Walt inició su propia compañía de animación unos meses después, la cual no logró buenos resultados. A pesar del fracaso inicial, Disney inició un nuevo proyecto con un poco más de experiencia adquirida en otro estudio y finalmente creó su primer proyecto de éxito: Oswald, el conejo afortunado.
Los condicionantes externos influyen en la capacidad para cruzar la línea que nos frena dentro de la zona de confort. A Disney le ataba un trabajo y además recibía señales de terceros —el director del periódico— que le indicaban que sus sueños no eran posibles. Pero el joven emprendedor se capacitó e investigó sobre las técnicas de animación, hasta que superó esos miedos y se lanzó, fracasando en primera instancia.

Winston Churchill afirmó que “el éxito consiste en aprender de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Así, Walt Disney, tras su primer fracaso, aprendió que no era un buen administrador y ofreció a su hermano ser la persona de los números y las finanzas, mientras él se dedicó a la creatividad y desarrolló una industria admirada durante décadas en el mundo entero.
Este ejemplo enseña que la zona de confort es un lugar al que se puede regresar después de una experiencia negativa para retomar fuerzas mediante el aprendizaje. Eso sí, nuestra zona de confort se ve ampliada al tener nuevas experiencias aprendidas y más conocimiento de nosotros mismos y de los factores claves del emprendimiento.

En definitiva, el emprendedor tiene que superar la zona de confort para poder llevar a cabo sus proyectos e ilusiones. Hacerlo además con la confianza de que puede fracasar sin que ello signifique más que aprendizaje y experiencia acumulada.

Alejandro Ulloa
Socio-director Cross&Grow
costarica@crossandgrow.com

 

 







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