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Una política migratoria humanitaria y responsable

Natalia Díaz natdiaquin@gmail.com | Jueves 23 agosto, 2018


Una política migratoria humanitaria y responsable

Costa Rica se ha destacado por ser un país de “puertas abiertas”, algo que le ha merecido ser la tercera nación del continente americano en la aceptación de migrantes, solo superada por Estados Unidos y Canadá.

El aporte de estas legiones ha enriquecido nuestro país. ¿Cómo negar el impulso de los italianos en la Zona Sur? ¿O los aportes de los chinos en el Caribe y en el Pacífico, y ahora en la Gran Área Metropolitana?

No lo podemos negar, Costa Rica es un país con muchos atractivos para quienes buscar mejores condiciones de vida en comparación con las que viven en sus países; los colombianos, los cubanos y los venezolanos también lo saben.

También lo saben los nicaragüenses, que hoy viven una crisis que, tal vez para muchos costarricenses sea difícil de entender, porque nunca han vivido algo similar. El último golpe de Estado que vivió nuestro país fue hace 70 años, la mayoría de quienes leen esta columna solo conocen este hecho por los libros de historia y las narraciones de sus abuelos.

Sin embargo, en los últimos días los mensajes hostiles y fanatizados han empezado a aparecer, sobre todo en las redes sociales, donde la gente sigue pensando que lo que dice no tiene repercusiones, algo que no es cierto, y los ejemplos sobran.

Es cierto, hay nicaragüenses que delinquen, también hay algunos colombianos ruines, pero, y prepárese para leer lo siguiente, también hay ticos perversos. Y no lo digo yo. Lo dicen nuestras cárceles, las cuales se encuentran sobrepobladas por reos nacionales, no por extranjeros.

Hay que hacer algo con nuestros controles migratorios, el año pasado la Asamblea Legislativa aprobó un empréstito del BID para la mejora de los puestos fronterizos, pero la situación fiscal que atraviesa el país parece que ha detenido el desembolso de estos dineros; mientras tanto los puestos no reúnen las condiciones mínimas para realizar las funciones de control y vigilancia de nuestras fronteras.

A Costa Rica no deberían ingresar personas que tengan un récord judicial en su país, migrantes tampoco deberían recibir a la ligera servicios de salud gratuitos, salvo justificada razón; para los demás debería existir un mecanismo en el que los servicios que reciban sean cancelados de alguna forma. Y sí, aunque a algunos les moleste, estas personas deben incorporarse rápidamente al mercado laboral o académico, porque, como dicen los abuelos, no hay nada peor que una mente ociosa.

No cerremos la puerta a quienes con esperanza buscan hacer de Costa Rica su hogar, pero seamos celosos y cautos de permitir que cualquier inmigrante con antecedentes penales aproveche a Costa Rica para establecer su guarida.

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