Un gobierno competente en empleo y política social.
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 23 enero, 2018
Reflexiones
Un gobierno competente en empleo y política social.
A pesar de los discursos políticos de los gobiernos de turno, la verdad es que en Costa Rica, la pobreza extrema sigue abatiendo a más de 200 mil costarricenses y más de un millón de compatriotas siguen siendo pobres, mientras que otro millón son altamente vulnerables a caer en la condición de pobreza. Se suma a lo anterior, la no grata noticia de que en materia de empleo, el país sigue teniendo resultados pésimos, los programas propuestos y ejecutados por el gobierno actual han sido insuficientes y no han tenido resultados palpables, ni en empleo, ni en pobreza y mucho menos, en materia de desigualdad tienen una solución y por el contrario, aumentan la informalidad y la exclusión social. Estamos colgando de un hilo muy delgado y no hemos hecho la tarea para reducir la vulnerabilidad económica y social que tenemos, con indicadores de calidad en la educación que se deterioran y con instituciones como el INA que no tienen rumbo. Hemos aprendido eso sí, que si pretendemos reducir la pobreza, entregando subsidios, el resultado es que acostumbraremos a los pobres a vivir del Estado y nunca serán capaces de salir de su condición de pobreza. El problema central está en el empleo, la informalidad y en la falta de oportunidades, en la falta de sistemas modernos de entrenamiento y capacitación, en mecanismos de acceso al crédito y de fomento emprendedor, en darle la caña y enseñarle a pescar a nuestra población.
Subsidiar a los pobres es necesario pero insuficiente para sacarlos de la condición de pobreza o de pobreza extrema. La indigencia o pobreza extrema es una condición humana deplorable que debe eliminarse y que puede ser eliminada, sin dedicar más recursos a la política social, debemos focalizar adecuadamente los subsidios y transferencias. El costo de atender de manera clientelista y poco eficaz a los pobres, resulta más caro que los subsidios efectivamente entregados. Peor aún, cada gobierno decide integrar nuevos programas a los ya existentes y los resultados distan mucho de ser lo esperado. La mejor política social es por lo tanto una reforma sustantiva del INA para llevar el entrenamiento al mayor número de jóvenes, focalizar en los pobres los subsidios de atención y de servicios públicos y reducir la burocracia asistencialista. Pero para ello, la educación en la empresa y con la empresa debe ser una realidad. Así por ejemplo, seguir invirtiendo en educación sin estímulos de eficiencia y resultados, es como echar agua a un canasto. Debe darse especial atención a las mujeres y a los niños, la protección de las personas con necesidades especiales y el sistema de cuido de personas de la tercera edad.
Contabilizar a los pobres y etiquetarlos es necesario pero insuficiente para resolverles su condición de pobreza. Hemos creado demasiada burocracia asistencialista y los resultados son más diagnósticos, con poco o nulo contenido y resultados. En unos cuantos años lo que hoy en día es un mercado de trabajo amplio para nuestros jóvenes bilingües habrá desaparecido por completo, los servicios de llamadas son cada día menos necesarios a nivel global, gracias a la automatización y a la presencia de la robótica y la inteligencia artificial en los negocios. Cientos de miles de empleos están en peligro en este y otros ámbitos y por lo tanto, debemos entender que la política social será insuficiente para atender estos desajustes en el mercado laboral, de no contar con una reforma clara al sistema educativo y a la política productiva. Seguir tapando goteras, en un techo cuyas cerchas se están deteriorando de forma alarmante, solamente provocará que el país siga en su deterioro social y económico.
Es así como el país requiere nuevas formas de atender los viejos problemas. Si seguimos haciendo lo mismo y pretendemos ser exitosos, tendremos más de lo mismo, pobreza, exclusión social, aumentos en la desigualdad y una raquítica o nula generación de empleos de calidad. Empero, avanzar hacia la solución requiere un gobierno competente en materia de empleos y política social. Un gobierno que no venga a inventar el agua tibia o aprender en el camino. Un gobierno que tenga claro el qué, el cómo y el para quién, se debe actuar. Que no le tiemble la mano en corregir o cambiar lo existente y que asuma un enfoque hacia resultados y se deje de tantas excusas. Al igual que en otros ámbitos, seguridad ciudadana, infraestructura o en materia fiscal, los diagnósticos abundan, lo que falta es firmeza y decisión de nuestros gobernantes. El pretender poner la agenda en otros temas secundarios, religiosos o de derechos de tercera generación, solo nos dispersa y nos desvía de las grandes preocupaciones de los costarricenses. ¿Cómo atender con eficacia y sin clientelismo la pobreza, el desempleo y la desigualdad económica y social? Esta debería la gran pregunta a resolver por aquellos que pretenden asumir el gobierno en mayo próximo.
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