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Un enemigo invisible

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 10 octubre, 2017


Reflexiones

Un enemigo invisible

Lo que no vemos o sentimos directamente creemos que no nos afecta o impacta. Por eso en el tema de contaminación del aire, estamos esencialmente errados y ciegos. Empero, es precisamente por ser muchas veces un enemigo invisible lo nos genera el mayor de los daños. La contaminación del aire urbano es un tema de grandes proporciones y de enorme impacto en la salud de las personas y que afecta, en forma fundamental su calidad de vida y la mía. La contaminación del aire en nuestras ciudades es un tema de gran importancia y preocupación y debería ser un pilar central para el diseño de las políticas públicas en nuestros Estados.

Nuevas alergias, asmas, bronquitis agudas, dolores de cabeza, problemas respiratorios y más aún, en el mediano, problemas más serios de salud que podrían inclusive convertirse en cáncer y provocarnos la muerte. Respirar día a día el aire contaminado de las ciudades del Valle Central es una trampa mortal para niños y adultos mayores, pero es un enemigo cotidiano invisible para los jóvenes y las personas adultas jóvenes. Pero entonces, ¿qué hacer al respecto? ¿Qué provoca dicha contaminación? Y sobre todo, ¿cómo evitarla? Las respuestas si bien es cierto son sencillas, no necesariamente las soluciones son fáciles de implementar. El problema de fondo es que hemos empujado a la sociedad a vivir en las ciudades y no hemos planificado y organizado adecuadamente los servicios requeridos por ellas, para reducir los impactos de la contaminación urbana en la salud y la calidad de vida de los ciudadanos.

Hemos creado muchas oportunidades de bienestar social, empleo, educación, salud, facilidades culturales, deportivas, etc. Todo lo anterior nos lleva a la necesidad de vivir o de ingresar diariamente a las ciudades. Este proceso nos ha llevado a cambiar el patrón de labriegos sencillos o campesinos de que habla nuestro Himno Nacional, a ser esencialmente citadinos o ciudadanos de ciudad. Vivimos o estamos articulados a vivir en la ciudad. Si bien dicha situación genera ventajas, produce efectos nocivos en muchos aspectos y sobre todo, para la salud.

Existen en el país esfuerzos por medir dicha contaminación desde hace mucho tiempo, destacable el trabajo de la Escuela de Ciencias Ambientales de la UNA y de su líder el Dr. Jorge Herrera, que inclusive está a punto de poner en tiempo real y a través de una nueva aplicación para celulares, la condición de la contaminación de varios puntos claves en nuestras ciudades. También es muy destacable la valoración económica de dicho impacto realizada por el Dr. Francisco Alpízar del CATIE, que ha dejado claro que el efecto de la contaminación en la salud provoca graves consecuencias económicas al país y financieras al sistema de atención sanitaria de la CCSS. Por eso, más que repetir dichos resultados quisiera concentrarme en la necesidad de tener políticas públicas que atiendan dicha problemática, generando efectos positivos para la población.

Las políticas públicas deben enfocarse en resolver al menos tres grandes temas, el primero de ellos, mejorar la movilidad en nuestras ciudades y con ello, la organización, calidad y disponibilidad de nuestro transporte público. Moverse más rápido y de forma mejor organizada dentro de las ciudades pasa por tener alternativas de movilidad diferente y en ello, la reorganización de nuestro transporte público con énfasis en el tren y un sistema de autobuses carbono neutral deberá ser prioridad. Al interior de las ciudades, la movilidad en bicicletas y los espacios para caminar deberán ser la norma y no una excepción. Un segundo tema tiene que ver con la planificación urbana, no podemos seguir abarrotando la ciudad sin contar con suficientes parques y espacios de uso público. Este tema es urgente, dado que debería intervenirse ya para evitar no contar con dichos pulmones de ciudad a tiempo. El tercer aspecto no menor, tiene que ver con la planificación de nuestra infraestructura. El país no puede caminar al paso de la tortuga y debe tener un norte claro el desarrollo de la infraestructura. Vivir cerca del trabajo o del estudio es esencial para reducir el impacto de nuestra huella ambiental, pero también es vital para evitar el costo en tiempo que involucra el movilizarnos de un lugar a otro. Si tenemos mejores políticas públicas en transporte, espacios urbanos e infraestructura, seguramente también tendremos una mejor calidad de vida y reduciremos los nocivos efectos de la contaminación urbana. Manos a la obra.

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