Turistas ya no gustan en algunas ciudades
Bloomberg | Martes 18 agosto, 2015
Turistas ya no gustan en algunas ciudades
Ciudades como Barcelona, Berlín, Lisboa y Hong Kong, que solo llegaron a ser importantes destinos turísticos en el último par de décadas, están empezando a buscar la manera de alejar a los visitantes.
No es una cuestión de xenofobia: es una protesta por los cambios en la naturaleza del turismo.
En Barcelona, la alcaldesa de izquierda Ada Colau propone poner un techo a la cantidad de turistas que llegan a la ciudad, que el año pasado fue el onceavo destino del mundo en importancia para turistas pernoctantes, ya que atrajo a 7,37 millones de ellos, más de cuatro veces la población de la ciudad.
Colau finalmente solo dispuso una moratoria de un año para el otorgamiento de nuevas licencias de alojamientos para turistas, debido a la oposición del gobierno nacional.
En Lisboa, destino europeo en ascenso que espera recibir 3,6 millones de pernoctantes extranjeros este año (unas 6,5 veces la población estable), a los funcionarios municipales les gusta lo que Colau hizo en Barcelona.
Un grupo denominado Aqui Mora Gente (Aquí vive gente) propugna proteger a los vecinos de la invasión de turistas.
En Berlín, que recibió 4,5 millones de pernoctantes extranjeros el año pasado (un millón más que sus habitantes), el sentimiento antiturístico se ha profundizado con los años.
Hubo protestas y algunos clubes nocturnos y bares hacen que los extranjeros se sientan incómodos. Airbnb es ilegal, aunque en la práctica se lo usa con frecuencia.
Entretanto, en Hong Kong –el noveno destino turístico del mundo en importancia, con 8,84 millones de turistas internacionales pernoctantes el año pasado (alrededor de 1,7 millón más que su población)- hubo una fuerte reacción contra la avalancha de visitantes de China continental.
Esta hostilidad se podría atribuir a la relativa falta de experiencia de estas ciudades con el exceso de turistas. Pero ella no puede explicarse solamente como dolores de crecimiento.
Hoy día el turismo urbano es también más invasivo de lo que era. Los “nuevos turistas urbanos”, como los llaman los investigadores, no pueden ser enviados a sectores de la ciudad especialmente destinados a ellos y conocidos como “burbujas” o “enclaves” turísticos:
Miren la catedral de la derecha, vean el palacio de la izquierda, contemplen un poco de arte, coman en un restaurante para turistas, duerman en un hotel y váyanse.
Hoy los turistas a menudo buscan experiencias “auténticas” o “fuera de lo común”. “El imaginario de urbanidad que buscan a menudo se relaciona con barrios posindustriales o que fueron de clase obrera”, escribieron Henning Fueller y Boris Michel en un trabajo de 2014.
Escribieron sobre el turismo en la zona bohemia de Berlín de Kreuzberg, que en 2010 prohibió que se abrieran nuevos albergues juveniles, algo parecido a lo que hizo Colau en Barcelona.
Sin embargo, una vez que aparecen los turistas, pronto se instala la gentrificación. La causa no es clara pero para los habitantes locales hay una relación evidente entre el número creciente de turistas y los aumentos en el costo de las viviendas y el reemplazo de sus lugares favoritos por cafés, wine bars y bares caros.
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