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Sentimientos de una madre

Nuria Marín nmarin@alvarezymarin.com | Lunes 15 agosto, 2011



Creciendo Junt@s
Sentimientos de una madre


Recuerdo que cuando me casé mamá me indicó que se trataba de una alegría triste. Hoy puedo comprender un poco más del concepto al despedir a mi hija Andrea, quien acaba de partir para estudiar su maestría en Yale.
A pocas horas del día de la Madre no puedo menos que sentir nostalgia por lo rápido que han pasado los últimos 25 años. Hoy me pasan cual caleidoscopio memorables pasajes de su vida y me embargan fuertes sentimientos de amor y agradecimiento por el privilegio de ser madre de una maravillosa y talentosísima mujer.
Parece que fue ayer el día de su nacimiento y aún recuerdo como hoy las intensas y contrastantes emociones que me acompañaban: ansiedad, temor, y claro, una gran alegría. Con su primer llanto supe por primera vez lo que eran lágrimas de felicidad.
La vida nos va preparando con pequeñas separaciones y en todas ellas nunca dejó de sorprenderme. Mis temores al dejarla en el primer día en el maternal fueron borrados cuando, con una pícara sonrisa, me pidió volver lo más tarde posible.
Atesoro algunas anécdotas de nuestro paso por Boston, entre las cuales sobresale su creatividad los primeros días en el kínder, dado su desconocimiento del inglés, o bien su intrépido viaje a encontrarse con su papá para recoger mi título de maestría cuando tenía escasos cinco años.
Estas pequeñas aventuras desnudaban su increíble personalidad de niña dulce y sensible pero a la vez intensa, decidida y con una gran seguridad en sí misma siempre ansiosa por adelantar experiencias e imponerse altos límites y metas.
Esas facetas estuvieron siempre presentes en sus años escolares, y a quien no le gustaba la política nos sorprendió al propiciar el primer proceso electoral y resultar electa como la primera presidenta de su amada Angloamericana.
Con motivo de su partida pude ser testigo de una cálida despedida de parte de sus amigos, muchos de ellos a quienes conocí, he de reconocerlo con nostalgia, desde pequeños, de sus compañeras de trabajo así como sus jefes y mentores de su amada FLACSO.
Andrea inicia una nueva etapa en su vida. Encontró, luego de mucha búsqueda, el mejor camino para lograr el que por años ha sido una de sus grandes batallas y sueño, el poder prepararse en un espacio altamente especializado y si se quiere vedado por los tabúes mundiales, como es el tema de la salud mental y el cruel abandono de los enfermos mentales.
Mi deseo es que viva plenamente esta oportunidad que con su trabajo fuerte y excelencia profesional se pudo abrir, lo que le permitirá no solo incursionar en un mundo de excelencia y rigurosidad profesional sino también el tener contacto con personas y visiones de mundo diferentes que enriquecerán su vida.
Andrea, ha superado con creces cualquier expectativa que como madre podía tener, ella es la mejor bendición en mi vida, y ahora que llegó la hora de alzar vuelo a más altos horizontes me corresponde impulsarla y apoyarla, como su cómplice y más ferviente admiradora, en la realización de sus sueños.

Nuria Marín Raventós





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