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Semana Santa; las dos realidades

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 24 marzo, 2021


El viernes entrante por la tarde y el sábado las rutas 1, 27, y 32 serán testigos de presas no vistas en los últimos 15 meses. La salida de los autos parecerá una estampida a cinco kilómetros la hora; vacacionistas buscando un descanso, vehículos recargados con hieleras, valijitas, juegos, sombreros, parrillas, y sobre todo niños con sonrisas oreja a oreja. ¡Qué felicidad!

Un componente importante de estos vacacionistas serán empleados públicos y sus familias; ha sido un año de aburrimiento para la mayoría de ellos y ¿quién aguanta el confinamiento? Han recibido salarios completos, decimo tercer y decimo cuarto mes (salario escolar) y muchos no han tenido que trabajar. ¡Qué delicia poder salir y disfrutar con familia y amigos!

Un grupo que no debería estar en las presas son los diputados y todo el personal de apoyo de la Asamblea Legislativa. Hay legislación sumamente importante en consideración actualmente, mucha relacionada con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional FMI, pero aparentemente hay prioridades y el descanso es algo “imprescindible.”

También habrá trabajadores de algunas empresas privadas en las presas, aunque muchos de estos tendrán que esperar hasta el miércoles santo porque sus empleadores no están cerrando por la semana entera; no pueden parar su actividad por diez días como hace el gobierno. Si no trabajan ¿de donde obtienen la plata?

En contraste a los vacacionistas están las más de 500 mil familias que están sufriendo por la depresión económica que ha llegado al país, acompañando a la pandemia. Entre estos están los que viven en pobreza extrema y que estaban muy mal antes de la llegada del Covid 19. Pero los que sufren y sus familias, perdieron su empleo o sufrieron un fuerte recorte de su salario por la falta de demanda por los productos o servicios que ofrecen. También están los que tuvieron que cerrar su empresa (micro, pequeña y mediana), en muchos casos para siempre dejando deudas y tristeza.

Los miembros de estas 500 mil familias no estarán en la ruta 27 de viaje a la playa o en la ruta 32 para llegar a las delicias que ofrece la Zona Atlántica a sus visitantes. Algunos ya están desahuciados y viven arrimados con otras familias en la misma situación. La comida escasea, y hay un ambiente que viven a diario que es sobre todo triste. Se rumora que la pandemia poco a poco se disipa, pero no aparece la solución económica necesitada.

¿Qué pensarán los miembros de estas 500 mil familias cuando se les informa que van a tener que pagar más impuestos cuando se apruebe el acuerdo con el FMI, un pacto que sirve para financiar el sector público con pocos recortes o sacrificios?

Y hay que hacer una pregunta en un año electoral. ¿Cuál de los varios candidatos a la presidencia, sin importar partido político, puede ayudar a estas personas que están sufriendo a salir adelante lo más pronto posible? ¿Cuál es creíble para los que fueron aplastados por el Covid 19, no de forma sanitaria, sino económicamente?

cdenton@cidgallup.com


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