Se necesita mayordomo
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 15 octubre, 2008
Carlos Denton
¿A qué punto es que se necesita contratar un mayordomo para administrar su residencia o residencias? En Honduras, El Salvador y Guatemala es posible asistir a reuniones de amistades, a un té de canastilla o a un coctel donde este tema se habla con sinceridad e interés. Algunos dirán que cuando ya emplea el hogar cuatro personas tiempo completo se requiere el servicio de un administrador, mientras otros dicen que es cuando hay cinco empleados domésticos que es indispensable un mayordomo.
Hay algunas de las mujeres de los superafluentes de esos países que manifiestan que ellas, valientes que son, no aceptan tener un mayordomo en el hogar: “todos roban” o “la calidad de vida no es la misma” son las razones dadas para no contratar alguien para el puesto.
Algo que es insólito en Costa Rica y Panamá, países donde las familias agradecen si logran encontrar una empleada doméstica con papeles migratorios para laborar en sus hogares, no es fuera de lo común en los tres países del norte del istmo centroamericano. Como mínimo una familia adinerada tendría mucama, niñera, cocinera, jardinero y chofer en su hogar principal. Si se agregan los guardaespaldas, y los domésticos en la segunda casa en la playa o en el lago, no sería tremendamente extraordinario encontrar una familia con diez a 15 empleados para cuidar sus necesidades personales.
Que la “dedicada al hogar” pueda tener tiempo para contratar, supervisar, evaluar y motivar a todos ellos es muy difícil, y entonces surge la necesidad del mayordomo. Como los sistemas de seguridad social tienen limitaciones severas, es posible que pocos o ningunos de estos tengan la protección que es típica en Costa Rica. Por eso también tiene el mayordomo que decidir, cuando uno de los empleados se reporta con enfermedad, o quizás que un chiquito requiere una operación, si el patrón va a “prestar” al empleado lo que requiere para enfrentar el problema. En El Salvador, Honduras y Guatemala para muchos de los trabajadores, una enfermedad o una necesidad de una operación médica es más que un problema de salud —también es uno económico.
Se puede decir que en los tres países en conjunto hay centenares de familias que emplean servidumbre como se describe aquí, y que el mayordomo es una ocupación que paga bien y es de mucho respeto.
En Norteamérica y en Europa está regresando esta figura ocupacional, pero con salarios de $100 mil en adelante, además de tener el derecho a un apartamento dentro de la residencia principal de la familia y un automóvil. Tienen dificultades los estadounidenses adinerados para encontrar buenos mayordomos, y en muchos casos tienen que importar con visas especiales el personal con esa especialidad.
No se sabe si los mayordomos en los hogares centroamericanos son bilingües, porque si lo son, podrán ellos unirse al río torrencial de trabajadores guatemaltecos, salvadoreños y hondureños que salen para el norte cada año buscando su porvenir. En el caso de los mayordomos es muy posible que puedan conseguir una visa especial por ser una actividad en la que hay escasez.
En Costa Rica se ha abierto la brecha social, pero no a estos niveles, o por lo menos así cree el autor de esta columna. ¿Estoy equivocado?
cdenton@cidgallup.com
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