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Sacadas de clavo

Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 18 junio, 2010



Sacadas de clavo


La tradicional sacada de clavo es una costumbre nacional que difícilmente llegue a desaparecer en Costa Rica, pese al adoctrinamiento, modas y aculturación a la que ha estado sometida en su historia.
La política es uno de los reductos donde es fácil encontrar ejemplos de esta práctica, bien enraizada en nuestra cultura.

1. Cierre del Congreso. Parece curioso que una semana después de que los diputados llamaron a María Luisa Avila, ministra de Salud, a responder por la falta de leche para los niños en los CEN-CINAI, se ordene la clausura y desalojo de los tres principales edificios de la Asamblea Legislativa. Supuestamente, la orden debía ejecutarse el miércoles a las 2 p.m., pero por alguna razón aún desconocida topó con más suerte que los restaurantes, estadios y otros edificios que han sido cerrados por Salud sin mayores demoras. ¿Será posible que el Poder Legislativo le torciera el brazo al Ejecutivo? Lo cierto es que pese al asidero legal que va desde la Constitución hasta leyes de salud y erradicación de tugurios de este país, el edificio no ha sido cerrado, hasta el momento.

2. Monumento para ex presidentes sin dinero. El zafarrancho de esta semana, también protagonizado en la Asamblea Legislativa por la discusión del presupuesto extraordinario del país, se resolvió con una victoria para la oposición. Tras el estira y encoge lograron reducir una partida de ¢493 millones a ¢118 millones. El asunto es que el dinero se iba a dedicar a la construcción de un lindo bulevar en Heredia, el cual pretendía llevar el nombre “de los ex presidentes”, por supuesto heredianos, lo cual sirvió para que se malentendiera al considerarse como un monumento que ensalzaría la figura de Oscar Arias, único ex mandatario de esa provincia aún vivo. Ahora el alcalde florense está ocupado buscando el dinero que no aprobaron los diputados.


3. La bolsa de clavos en el Banco Central. En la tarde del martes, Francisco de Paula Gutiérrez quiso despedirse como presidente del Banco Central dejándole a su sucesor, Rodrigo Bolaños, una bolsita con clavos, tornillos y un poco de aserrín. ¿Qué habrá querido decir? Posiblemente sean los secretos amargos que guarda el Central o deseos frustrados de quienes repelen las bandas cambiarias y el juego de cintura del tipo de cambio. La salida de Guti fue con clase, tal vez esos clavos sean algunos cuantos que logró sacar, o algunos que le cede a su colega para usar.

Luis Alberto Muñoz

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