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EDITORIAL


Sabio fin a Guantánamo

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 24 enero, 2009


Editorial


Como una de sus primeras acciones, no más sentarse en su oficina de la Casa Blanca en Washington, el presidente estadounidense Barack Obama, cumpliendo con una de sus medidas anunciadas suspendió los juicios en Guantánamo.

Según parece, el mandatario se propone prohibir cualquier tipo de tortura en los interrogatorios que se realicen en dicha cárcel y, probablemente en un plazo de alrededor de un año, cerrar ese centro penal.

Más allá del necesario combate al terrorismo y de los juicios que deban realizarse a los sospechosos de tales acciones, el mundo recibe con gran complacencia estas medidas porque el irrespeto a los derechos humanos y mucho menos la tortura, pueden ser nunca los caminos indicados ni para luchar contra el terrorismo ni para ninguna otra cosa.

América Latina, que ha sufrido a lo largo de todo el siglo XX, para mencionar nada más la historia reciente, la tortura y muerte de miles de personas por razones de índole ideológica y política, tiene, al igual que el resto del mundo, razones de sobra para sentirse bien por la decisión de Obama.

Más allá de lo que el actual presidente estadounidense logre durante su mandato, en relación con sus promesas de campaña y con su anunciado propósito de gestar un verdadero cambio en las políticas de su país que tanto afectan al mundo entero, su decisión con respecto a Guantánamo quedará para siempre como un acto congruente con los derechos humanos y con su discurso de toma de posesión el pasado 20 de este mes.

Si la llegada al poder de Obama ha significado una gran inyección de esperanza para el pueblo estadounidense que lo llevó al poder y para muchos en el resto del planeta, lo será también para los presos de Guantánamo. Estos deberán ser juzgados y cumplir una condena en caso de resultar culpables, pero ya no se les aplicará la tortura como método para obtener “confesiones”.

El respeto a los derechos humanos es un camino que no puede nunca abandonar ningún gobierno, independientemente de su ideología porque es la evolución humana la que exige que así sea.







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