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Reflexiones: Pobreza y desigualdad

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 01 noviembre, 2016


¿Cuál es la verdadera razón o razones de que mejore la pobreza medida por el indicador de ingresos, teniendo un desempleo igual y una creciente desigualdad social en el país?

Reflexiones: Pobreza y desigualdad
 

La última semana hemos tenido una amplia divulgación sobre los resultados de los indicadores de pobreza y pobreza extrema en Costa Rica. Me interesa en esta reflexión, hacer énfasis en algunos aspectos que se derivan de la discusión y de los resultados obtenidos en 2016, y poner, algunos puntos no observados en el actual polvorín político que se ha dado, “cuando luego de perder tres a cero el partido, el gobierno por fin anota un gol, razonablemente bueno”. Dejo por sentado que los resultados de caída en alrededor de un punto porcentual de la pobreza son bienvenidos, aunque el gol lo hubiese metido acosando al arbitro o ampliando el tamaño de los marcos. Es de aplaudir que alrededor de 10 mil familias hayan logrado salir de la denigrante condición de pobreza y que un grupo similar, lograse salir de la pobreza extrema, la mayor y más denigrante condición humana.

Sin embargo, deja mucho sinsabor el hecho de que se han invertido mucho dinero y publicidad en el desarrollo del índice multidimensional de la pobreza durante 2015, mas sin embargo, este último, pasó casi inadvertido en el debate reciente y en el énfasis, de la información del gobierno. Al parecer, de ese lado las cosas han mejorado un poco menos. Además, si se muestran los datos comparativos con la administración anterior, los resultados no son políticamente tan rentables. Esto quiere decir que se sigue poniendo énfasis en una visión parcial del problema de la pobreza, oscureciendo las dimensiones complejas y estructurales, asociadas con las carencias de casi un tercio de la población costarricense. Digo lo anterior, no para criticar el resultado obtenido por el lado de los ingresos de las familias pobres, esa dimensión en particular, ha mejorado producto esencialmente de las transferencias monetarias y no monetarias del Estado, pero queda claro que en relación a las carencias de empleo, vivienda, cobertura sanitaria y de agua potable, entre otras, siguen siendo amplias entre los pobres y con marcadas diferencias entre las regiones del país.

Ahora vale la pena preguntarnos, ¿cuál es la verdadera razón o razones de que mejore la pobreza medida por el indicador de ingresos, teniendo un desempleo igual y una creciente desigualdad social en el país? En primer lugar, es necesario enfatizar que la pobreza medida por el indicador de ingresos se basa en una línea monetaria que expresa el poder de compra mínimo requerido para adquirir la categoría de no pobre, no dice nada de cómo se gasta en dicho hogar o población el ingreso recibido, básicamente lo que establece es que si ese hogar o persona supera los ingresos mínimos, entonces, se declara fuera de la línea de pobreza. Este indicador puede mejorar de tres formas, una forma es que los ingresos nominales aumenten por encima de la inflación, la otra, que los precios bajen en la canasta de consumo requerida por los pobres, lo que también se vería como un aumento real en el poder de compra. Adicionalmente, como sucede en  2016, el promedio de miembros por hogar disminuye sustantivamente, por lo que el monto de ingreso per-cápita aumenta y aumenta también así, el ingreso real familiar, aunque en términos concretos y nominales eso solo sea, un efecto estadístico.

A este último fenómeno se atribuye casi la mitad del efecto obtenido en la última medición del indicador sobre todo en las zonas urbanas, lo que significa que en términos nominales podemos tener los mismos ingresos de las familias, pero al bajar la inflación o al menos la canasta de bienes que consumen los pobres, ellos tendrán más poder de compra aunque tengan los mismos ingresos monetarios, lo mismo que al bajar el número de miembros del promedio familiar se mira el hecho como un aumento en el ingreso real de cada familia. No quiero decir que no sea correcta la medición, “pero resulta ser más o menos como forzar al árbitro a pitar gol con los marcos más grandes” ampliando los marcos y sin un análisis completo del tema, la situación del ingreso real de las familias y de su calidad de vida.

Es el ingreso real por razones de trabajo el que más disminuye, tanto en la zona urbana como en la zona rural, lo mismo sucede con el ingreso autónomo que refleja al trabajo por cuenta propia. Los datos dan cuenta que las familias están teniendo serios problemas para mantener el empleo y las condiciones y calidad del mismo, ya sea mediante empleo informal o mediante trabajo sin tener todos los derechos laborales, se ven desfavorecidos los ingresos. A este fenómeno que se presenta en los datos del INEC se le ha dado escasa cobertura y análisis, tampoco se ha mencionado que en 2016, se incrementó la desigualdad del ingreso y que eso fue particularmente más severo en los hogares urbanos.

El tercer elemento que se observa en los indicadores recientemente publicados, es un crecimiento en el ingreso por transferencias, es decir, subsidios dirigidos a cubrir los faltantes de ingreso de las familias a partir de políticas sociales del Estado, bonos y asignaciones especiales para familias en pobreza. Este factor también se ha venido convirtiendo en una especie de soporte para evitar que las familias pasen a engrosar los datos de la pobreza. Cerca de un tercio de los datos mostrados se refieren a este fenómeno de política pública, es decir, ante un escenario de inflación negativa y una condición de transferencias crecientes, se obtiene un grupo adicional de familias que superan la brecha de ingreso requerido para estar fuera de la línea de pobreza. Valdría la pena preguntarnos, ¿cuánto del gasto en los pobres se filtra en gastos administrativos y de gestión de las instituciones? Y ¿cuánto realmente se dirige a las familias pobres? La pregunta que se podría hacer cualquier analista es qué tan sostenible en el tiempo será este mecanismo de aliviar la pobreza mediante transferencias públicas. Si el empleo y el ingreso autónomo no mejoran sustancialmente en los futuros años, las noticias de hoy serán, como decimos en Grecia, “un alegrón de burro”.

La gran pregunta que nos hacemos entonces es, ¿qué sostenibilidad tiene dicha mejora en la pobreza y la pobreza extrema vista en este 2016? Si la pobreza no está disminuyendo producto de un mayor nivel de ingreso de los hogares referente a su salario, si no se están haciendo cumplir las leyes laborales para que los patronos paguen al menos el salario mínimo a los trabajadores y si el crecimiento económico de los últimos dos años, ha estado centrado en el impulso de las zonas francas y las exportaciones de servicios, que ya conocemos tienen un escaso efecto en la demanda por trabajo y pocas vinculaciones internas con el resto de la economía; ¿qué podríamos esperar en el futuro?

He de recordarles que la pobreza en Costa Rica tiene cara de niño, de mujer y de personas mayores o en discapacidad, sin seguridad social garantizada. Seguramente, eso nos dirá algo de ¿dónde deben priorizarse los gastos del Estado? ¿Dónde debemos invertir más? y sobre todo, la necesidad de ser una sociedad más solidaria e inclusiva. Si el 20% de la población de mayor ingreso se lleva el 50,7% de los ingresos del país y ahí se concentra, además, históricamente la riqueza y las oportunidades y el 20% más pobre tan solo recibe un 3,9% de los ingresos, concentrándose ahí además los mayores rezagos educativos, de salud, de vivienda y de oportunidades, el país que queremos y en el que todos apostamos por vivir, seguirá siendo desigual. Ese es el mapa real que nos muestra la encuesta de ingresos y gastos en este 2016, una Costa Rica partida en dos y dividida por la desigualdad y por el desempleo. De eso seguiremos hablando en futuras reflexiones.

Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com

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