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Reflexiones: Desempleo y exclusión social, la hora de actuar

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 09 marzo, 2021


Los resultados de la última encuesta del INEC sobre empleo nos ponen al descubierto tres grandes desafíos país ineludibles en la agenda del desarrollo. El primero, la tasa de desempleo, subempleo y des utilización total del factor trabajo se ha incrementado de forma significativa, afectando de manera frontal a las mujeres, los jóvenes, las regiones periféricas fuera de la gran área metropolitana y con particular énfasis, en aquellos adultos y adultos mayores que no lograron tener acceso a la educación superior. Si no corregirnos con urgencia estas tendencias, vamos de pique y claramente tendremos una mayor conflictividad social, un deterioro sin precedentes de la pobreza y la pobreza extrema y un aumento insospechable en la inseguridad ciudadana. Esta tendencia es suicida como país y nos pone límites a nuestro modelo democrático y de convivencia en paz social.

Segundo, con la transformación del mercado laboral tenemos un aumento significativo de la informalidad y un deterioro de las condiciones de calidad del empleo en todas sus formas, lo que profundiza y hace más difícil el abatimiento de la exclusión y de la pobreza. Si en las últimas tres décadas y con un gasto social de cerca de 7 puntos porcentuales del PIB, no hemos podido disminuir sustancialmente la pobreza y abatir la pobreza extrema, la situación posterior al COVID-19 se podría desmoronar, podríamos fácilmente arribar al 40 por ciento de pobreza y lanzar a 3 de cada 4 niños costarricenses a la incertidumbre social de la exclusión. Esto podría llevar a un retraso de dos décadas en materia de desarrollo social y de competitividad de nuestra población, algo que pondría en riesgo la paz social del país y su desarrollo.

Tercero, la encuesta nos pone al descubierto la gran dificultad de los jóvenes para acceder a empleos decentes y de calidad, inclusive en segmentos de alta calificación, lo que nos debe alertar sobre fallas estructurales de la estrategia de desarrollo país. Si la única o mejor opción de un joven para alcanzar sus sueños es inmigrar, estamos desatando el peor de los escenarios para la sociedad, la desintegración social y del país y la expulsión de nuestros mejores talentos para otras sociedades.

Queda entonces claro, que el modelo de desarrollo de promoción de exportaciones y de zonas francas ha sido incompleto e insuficiente para asegurar la calidad de vida del sistema social costarricense, por lo que seguir profundizando la brecha económica y social de dicho modelo resulta insostenible en el corto y el mediano plazo. Adicionalmente, producto de los conflictos políticos de los últimos tiempos, estamos socavando la institucionalidad pública del estado social de derecho que nos dio tantos réditos en el siglo XX y sustituyéndola, por una versión de estado liberal que profundiza la desigualdad social y desarticula la promoción de oportunidades para los menos favorecidos.

Ante lo anterior, tenemos una sociedad cada vez más pobre y con mayor desesperanza e ilusión. Una sociedad dónde las oportunidades cada día son menos para tres de cada cuatro niños que nacen. Estamos a las puertas de convertirnos en un país más parecido a Guatemala que a Uruguay, vamos de cabeza y peor aún, pareciera que nuestras clases gobernantes no son conscientes de lo anterior o simplemente son cómplices e incompetentes para afrontar esos desafíos. A tan solo 10 meses de las próximas elecciones nacionales de febrero 2022, la sociedad costarricense debe reflexionar seriamente sobre el camino a tomar. Profundizar lo hecho hasta la fecha y seguir por el camino del deterioro social, la exclusión y la desigualdad. Virar hacia otras alternativas y sobre que sustento social y económico volver a creer y tener esperanza.

Puedo dejar esta reflexión en este nivel. Empero, si existen formas alternativas para repensar la economía y la sociedad costarricense, ahora que pasaremos a nuestro tercer lustro como nación independiente. Serán años turbulentos y llenos de incertidumbre, es por eso por lo que hoy necesitamos un faro que ilumine nuestro transitar, necesitamos costarricenses de gran valentía, honradez y, sobre todo, visión para llevar a puerto nuestra barca averiada y a la deriva. Si tenemos esperanza, no será fácil, pero si existe un camino y una hoja de ruta para recorrerlo.

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