Quién fue Eugene Debs, el candidato del Partido Socialista de EE.UU. que hizo campaña desde prisión en 1920 y logró casi un millón de votos
Redacción - BBC Mundo | Sábado 01 junio, 2024
En toda la historia de EE.UU., sólo dos personas han hecho campaña para alcanzar la presidencia del país después de que un tribunal los hubiera encontrado culpables de cometer un delito.
Uno es el expresidente Donald J. Trump, quien el jueves fue declarado culpable de 34 cargos por un jurado de Nueva York, en medio de su campaña como el más que probable candidato del Partido Republicano para las elecciones de noviembre.
El otro no podría estar más distanciado -tanto por su historia personal como por su ideología- de Trump: se trata del fundador del Partido Socialista estadounidense y candidato en las presidenciales de 1904, 1908, 1912 y 1920 Eugene V. Debs.
“Debs no creció en la pobreza absoluta, pero sí tuvo que trabajar mucho sin educación formal. Hizo su carrera como líder sindical durante las décadas de 1870 y 1880”, le explicó el profesor de estudios estadounidenses de la Universidad de Oxford Adam Smith al programa The Long View de la BBC.
Debs, al igual que Trump, fue encontrado culpable por un tribunal de varios cargos formulados en su contra. Pero, a diferencia del expresidente, esos cargos estaban directamente relacionados con una polémica ley que se aprobó por razones muy particulares.
Un contexto de guerra
Las elecciones de 1916 que llevaron a Woodrow Wilson a la presidencia estuvieron marcadas por la Primera Guerra Mundial.
Como candidato, Wilson se había presentado como el que “mantendría a EE.UU. fuera de la guerra”, entendiendo que la mayoría de votantes de la época -muchos, recién llegados de Europa- preferían declararse “neutrales” en un conflicto que nada tenía que ver con ellos.
Además, para los socialistas el conflicto era “una guerra entre capitalistas en la que los trabajadores eran la carne de cañón”, según señaló el profesor Smith.
Eso hizo que “cuando EE.UU. se unió a la guerra en abril de 1917, necesitó de un gran esfuerzo gubernamental para reprimir los sentimientos de oposición al conflicto armado y tuvo que valerse de la propaganda para estimular el reclutamiento”.
De esa necesidad de suprimir el disenso surgieron leyes consideradas por muchos -incluído Smith- como “draconianas”: un claro ejemplo es el acta de sedición de 1917 que prohibía cualquier discurso en contra del gobierno estadounidense, la bandera, la Constitución o el ejército.
Como resultado del acta, el gobierno estadounidense censuró la publicación de contenido antibélico y arrestó a más de 2.000 personas por resistirse al servicio militar obligatorio.
Al ver cómo se implementaban normas que él consideraba como afrentas a la Constitución, el excandidato del Partido Socialista de EE.UU., Eugene Debs, encontró una oportunidad.
El discurso del problema
La experta en estudios de gobierno del centro Brookings Institution Quinta Jurecic le explicó a la BBC que era tal el talento para la oratoria de Debs, que se podía dar el lujo de cobrar una pequeña suma a las personas que asistían a sus eventos de campaña y así lograba financiarse.
“Los candidatos presidenciales -o cualquier persona que se postule a un cargo de elección popular- generalmente no se arriesgan a cobrarles a sus seguidores, pero Debs era increíblemente carismático y podía hacerlo”.
Su carisma lo hacía una figura polarizante: mientras personas como el presidente Teodoro Roosvelt se referían a él como uno de los ciudadanos más “indeseados” del país -también lo acusó de “derramamiento de sangre, anarquía y revuelta”- gente como el poeta y escritor Max Ehrmann decía que Debs no necesitaba de los “trucos de la retórica” para expresar sus ideas.
“(Debs) Se para de manera franca ante sus audiencias y les abre las puertas a su mente y corazón, que parecen estar rebosando ya sea de terribles injurias o de las dulces aguas de la bondad humana”, dice un texto del poeta en el que se refiere al socialista.
Dado el contexto y el personaje, es fácil deducir lo que ocurrió a continuación: el 16 de junio de 1918, Debs dio un discurso en Ohio -en defensa de jóvenes encarcelados por evitar el servicio militar obligatorio- en el que retó a las autoridades a que lo detuvieran.
“Preferiría ser 1.000 veces un alma libre en una cárcel que ser un adulador y un cobarde que se pasea libre por las calles”.
“Podrán poner a esos chicos en la cárcel, y podrán ponernos a algunos de nosotros en la cárcel, pero nunca podrán poner al Partido Socialista en la cárcel”.
Durante casi dos horas, Debs defendió a aquellos que estaban en desacuerdo con la guerra, alabó a los Bolcheviques rusos que habían tomado el poder apenas unos meses antes y aseguró que el socialismo vencería sobre el capitalismo también en EE.UU.
Dos semanas después del discurso, dos agentes federales estaban llevándoselo bajo su custodia.
Una campaña ‘estática’
Puede sonar raro, pero la Constitución de EE.UU. no le impide a alguien condenado por un delito ser candidato a la presidencia.
“Creo que la razón más simple es que a los que redactaron la Constitución estadounidense no se les ocurrió que cosas así pudieran pasar, así que no las prohibieron de manera explícita”, le dijo Jurecic a la BBC.
Sin una prohibición explícita que le impidiera nominarlo como su candidato, el Partido Socialista tenía un claro favorito.
“En la reunión de nominación de candidato del Partido Socialista -diezmado por la represión política-, Eugene Debs era de lejos el portavoz más famoso y la persona obvia para la campaña de 1920”, señaló Smith.
“El hecho de que estuviera preso lo hizo aún más llamativo como acto político. El partido le sacó el mayor provecho, coreografiando el momento en el que le anunciaban a Debs la nominación a través de una delegación en la penitenciaría federal de Atlanta. Los siguieron todas las cámaras”.
Debs obtuvo casi un millón de votos en las elecciones, aunque no fue suficiente para ganar y quedó en un lejano tercer lugar tras James Cox, el candidato demócrata.
Redención
Debs no pasaría mucho tiempo en la cárcel luego de la elección: en 1921, el ganador de la contienda, el presidente Warren Harding perdonó a Debs y se refirió a él, y a otros que habían sido arrestados por sus críticas al gobierno, como “prisioneros políticos”.
Esto se vio como un gran acto de reconocimiento por parte de la administración.
“Pero no vivió mucho tiempo después de eso. Su salud aparentemente se vio afectada por el tiempo que pasó en prisión y murió poco tiempo después”, contó el profesor Smith.
Debs se mantuvo firme hasta su muerte en su idea de que el socialismo vencería al capitalismo en el EE.UU..
Su discurso de Ohio se sigue usando como materia de estudio para académicos y lo citan prominentes socialistas estadounidenses, como el senador del estado de Vermont y excandidato presidencial Bernie Sanders.
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