Privatización de la conquista del espacio
Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Jueves 22 julio, 2021
No se trata de una película próxima a estrenar como parte de la secuela de la Guerra de las Galaxias, Interstellar o Aniara, en donde buscan un reemplazo habitable para un planeta Tierra en peligro de extinción, explotado y agotada por la humanidad.
Los viajes espaciales con propósitos recreativos y turísticos son una realidad y han desatado debates de economía espacial, privatización del espacio y conquista del espacio por la empresa privada.
Poco se vinculada esta nueva era de la conquista del espacio a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos, más conocida como NASA (por sus siglas en inglés) y a la Agencia Espacial Federal de Rusia, Roscosmos, la corporación estatal responsable del programa de vuelo espacial y cosmonauta para la Federación Rusa, que podríamos considerar la sucesora del Programa Espacial Soviético.
Los otrora archienemigos de la década de finales de los 50´s y de los 60´s jamás hubieran imaginado que todos sus esfuerzos, luchas y millonarias inversiones económicas para estudiar el espacio y sus astros desde el punto de vista científico, para la aplicación de métodos que conducían a la generación de nuevos conocimientos en beneficio de la humanidad, ahora se reduciría a un objetivo turístico impulsado solo por el ánimo de lucro.
Tres millonarios están compitiendo por la denominada conquista del espacio. El primero, Jeff Bezos, ingeniero eléctrico norteamericano, fundador de Amazon, considerado en el 2018 por la Revista Forbes el hombre más rico del mundo, con una riqueza neta estimada de 108.700 millones de dólares. Bezos fundó en el año 2000 Blue Origin, una compañía aeroespacial para desarrollar vuelos turísticos espaciales a bajo costo. En este mes ya hizo su primer vuelo.
El segundo interesado en conquistar el espacio es el británico Richard Branson, con unas 360 empresas que forman Virgin Group. Es propietario de Virgin Galactic, responsable de fabricar la nave espacial VSS Unity, con la que recientemente viajó al espacio. Es también una de las personas más ricas del mundo, aunque distante a Bezos, con un patrimonio neto estimado en 5.100 millones de dólares.
El tercero y no menos importante y rico es Elon Musk, físico nacido en Sudáfrica, nacionalizado canadiense y estadounidense, cofundador de PayPal, SpaceX (Tesla Motors), Hyperloop, SolarCity, The Boring Company, Neuralink y OpenAI. En este año Forbes lo declaró el hombre más rico del mundo, con una fortuna que se estima en 187.000 millones de dólares. Musk todavía no ha salido al espacio porque le ha tomado un poco de tiempo reclutar a su tripulación, cuyo único requisito es “que realicen una actividad artística o creativa”.
Mientras unos vitorean la hazaña de pretender hacer un Disney en el espacio, otros consideran que es un juego de vanidad y competencia egocentrista entre millonarios. Otros –muy pocos– se preguntan cómo se aplicará (si es que existe posibilidad de aplicación) el Tratado del Espacio (1967), que forma la base del Derecho internacional acerca del espacio.
Este tratado, que se limita a la utilización de la luna y otros cuerpos celestes con fines pacíficos y prohíbe su uso para cualquier maniobra militar, desde la realización de pruebas de armas hasta el establecimiento de bases militares, deja explícito la imposibilidad de cualquier gobierno a reclamar o apropiarse de recursos celestes, porque son considerados patrimonio común de la humanidad. Entonces, ¿qué tratado o “ente regulador” intervendría ante la intención de Musk de conquistar Marte con una comunidad autosostenible de no menos de un millón de personas?, como públicamente lo dijo hace unos años atrás.
Otro tema del que ya se ha hablado es la conformación de una nueva industria, la minería espacial, que se refiere al intento formal de recuperar recursos naturales del espacio para su procesamiento y fabricación de materiales.
La realidad es que esta exploración y explotación económica del espacio por parte de empresas privadas presenta cuestionamientos legales significativos que deberá establecer en el Tratado Espacial (o un nuevo tratado), los medios necesarios para la resolución de conflictos en el espacio ultraterrestre. Mientras esto ocurre, Bezos, Branson y Musk, aplican el “laissez faire, laissez passer”, esperando, por lo menos a corto plazo, la completa libertad en la economía: libre mercado, libre manufactura y mínima intervención de los gobiernos.
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