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¿Para qué preguntar tanto?

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 13 octubre, 2010




¿Para qué preguntar tanto?

Si usted digiere alimentos en un tiempo muy breve y sin masticarlos, su sistema digestivo le pasará la factura. A eso se le llama “introyección” y también ocurre cuando no procesamos formas de pensar, conductas automáticas, reacciones prematuras, ni palabras que escuchamos de los demás y de nosotros mismos.
Dudar y escuchar constituyen un estricto filtro que permite seleccionar lo que en verdad es valioso acumular en la mente. El autor José Ruiz señala que el origen de la mayoría de los problemas en las relaciones en un equipo se debe a que algunos protagonistas reaccionan precipitadamente ante algo que ni siquiera han comprendido. Afirma que no somos responsables por lo que otros dicen pero sí por lo que les creemos.
Hacer preguntas antes de “tragarnos” lo que otros dicen, nos ahorra conflictos y errores. Cuestionar lo que escuchamos y pensamos nos ayudará a desalojar de nuestra mente ideas inservibles, para abrir espacio solo a aquello que seriamente consideramos real. Parece un poco difícil de aplicar, pues a veces somos demasiado crédulos a lo que otros dan como cierto. ¿Por qué no preguntar hasta la saciedad antes de introyectar?
Las preguntas educan a los que las hacen y a quienes las responden, generan criterio, entrenan y elevan el nivel del discernimiento. Preguntan quienes tienen verdadero respeto por el prójimo al que desean comprender. Responder cuestionamientos inteligentes aumenta la imaginación y consolida el pensamiento crítico, el mismo que genera la actitud reflexiva y creativa.
¿Quién dice que es obligatorio aceptar todo lo que se escucha? ¿Qué ideas hemos mantenido por años rigiendo nuestras actitudes? Debemos dudar constructivamente para luego afirmar o descartar ideas. ¿Ha constatado usted la madurez, ecuanimidad y espíritu superior de quienes se han dedicado a desarrollar el talento ajeno mediante las preguntas?
El que pregunta fortalece su conocimiento y jamás será obsoleto. Su sabiduría es más elevada que sus datos. ¿De qué sirve tener respuestas a preguntas incorrectas o irrelevantes? Quien pregunta previene el conformismo, la adicción al pasado y crea un sano sentido de premura. Saber preguntar es fuente de aprendizaje e innovación.
Cuando escuchamos con total interés cuestionamos con mayor intensidad tanto lo que nos dicen como lo que nosotros mismos pensamos y luego viviremos con las consecuencias de eso.

German Retana
german.retana@incae.edu






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