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Pantalla chica pierde su complejo de inferioridad

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 04 octubre, 2013


Internet/La República


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TELEVISIÓN

Pantalla chica pierde su complejo de inferioridad

La televisión se ha puesto de moda, y las estrellas del celuloide no dudan en contestar al teléfono de quienes se esconden detrás de las series más prestigiosas del momento

La obsesión taquillera de los grandes estudios de Hollywood, donde la aversión al riesgo está ganando la batalla a la creatividad, ha generado una ola migratoria de talento desde el cine a la pequeña pantalla, convertida ahora en refugio de proyectos de calidad propios del séptimo arte.

La televisión se ha puesto de moda, y las estrellas del celuloide se pirran por trabajar con Aaron Sorkin, idolatran a David Chase y no dudarían en contestar al teléfono si les llama Vince Gilligan, Matthew Weiner o Alex Gansa, nombres que se esconden detrás de las series más prestigiosas del momento.
El hecho de que Michael Douglas, de 69 años, recogiera el primer Emmy de su carrera por un papel digno de Óscar certifica la calidad de los telefilmes actuales en Estados Unidos. Si se suma que se trató de un proyecto que difícilmente habría prosperado en un estudio, se confirma el momento dulce de la televisión en detrimento del cine.
Douglas protagonizó “Behind the Candelabra”, del canal de cable HBO, bajo la dirección de Steven Soderbergh, un largometraje biográfico sobre el pianista Liberace y su tormentosa relación con su amante, al que encarnó Matt Damon, también candidato al Emmy.
El mismo trofeo que consiguió Douglas se lo llevó Kevin Costner en 2012, Al Pacino en 2010 y 2004, Paul Giamatti en 2008, Robert Duvall en 2007, todos ellos ganadores o nominados alguna vez a una estatuilla.
También resonó este año “House of Cards”, un producto para la pequeña pantalla, distribuido a través del videoclub de Internet Netflix, que ni siquiera necesitó emitirse por la televisión para que el ganador de Óscar David Fincher obtuviera un Emmy de mejor dirección.
Kevin Spacey, Robin Wright, Sigourney Weaver y Helen Mirren optaron también a ese galardón televisivo en auge, a pesar de que no hace tanto tiempo estaba mal visto en Hollywood que un artista de primera fila hiciera televisión, considerado un formato menor.
Esta transición se está produciendo de forma progresiva a medida que cristaliza lo que los críticos  han venido en llamar la pérdida de complejos de la pequeña pantalla frente a su hermana mayor, y ocurre a pesar del abismo salarial.
Ningún intérprete televisivo se embolsó en 2012 los $75 millones que ganó Robert Downey Jr. por ser Iron Man, según los datos de Forbes. Ashton Kutcher y Sofía Vergara, los actores de series mejor pagados, ingresaron $24 y $19 millones, respectivamente.
Pero para acercarse al sueldo estratosférico de Downey Jr. es necesario hoy en día tener algún tipo de superpoder, ser un personaje de fantasía o un héroe de acción, cosa que no está al alcance de cualquiera en una industria que demanda belleza y juventud.
El protagonista de “Mad Men”, Jon Hamm, ha manifestado en varias ocasiones su hartazgo de películas de vampiros y robots y se queja amargamente de que los ejecutivos de Hollywood parece que solo piensen en vender entradas a adolescentes.
En junio, Steven Spielberg y George Lucas ya advirtieron de que existía una burbuja de superproducciones cinematográficas que terminará en “un gran colapso”, en palabras del director de “Jaws”, debido al afán de los estudios de presupuestar a lo grande para crear filmes visualmente impresionantes como gancho para atraer al espectador de manera masiva.
 

Los Ángeles/EFE







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