Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 15 junio, 2012
El doctor Renato Soto Pacheco es un inmortal del deporte.
Su vida ha sido un ejemplo para miles de deportistas costarricenses.
Forma parte, con todo merecimiento, de la Galería del Deporte.
De regreso de Cleveland, me enteré de que don Renato tuvo un tropiezo judicial.
Parece que lo condenaron por cobrar sin trabajar.
¡Vaya ironía!
Cobrar sin trabajar.
Entonces me pongo a meditar, a reflexionar y a repasar la trayectoria profesional de este brillante microbiólogo y no me salen las cuentas, para cerrar la deuda que la sociedad y centenares de deportistas costarricenses tenemos con el doctor, quien desde hace 60 años, ha atendido y nos atendió profesionalmente en su “viejo laboratorio” cercano a Chelles, SIN COBRAR.
Las ironías de la vida.
Desde que conocí al Dr. Soto Pacheco, iniciándome en mi carrera profesional en los Juegos Centroamericanos, tanto en El Salvador como en Guatemala, a principios de la década de 1970, hasta que por su larga edad, don Renato cerró las puertas de su consultorio, habrán entrado a esa oficina decenas de decenas de deportistas de absolutamente todas las disciplinas deportivas, a recibir las pruebas de laboratorio elaboradas por el Dr. Soto y a la hora de la pregunta normal de... ¿cuánto le debo, doctor?, la respuesta fue miles de veces, NADA, con mucho gusto.
Por lo menos a mí me sucedió y sé que a muchos costarricenses, practicantes de todo tipo de deportes, les pasó lo mismo.
Atleta de fibra y de hierro, de calor y sangre, de voluntad y pundonor, Renato Soto Pacheco deja regado todavía su sudor y ejemplo en rectángulos de baloncesto como jugador y técnico; escenarios deportivos han sido bautizados con su nombre en claro homenaje a una trayectoria deportiva edificante, de manera que, por lo menos para este humilde periodista deportivo, ese lunar, ese supuesto error humano, ese descuido o ese exceso de confianza que pudo sumar el Dr. Soto Pacheco en el atardecer de su carrera profesional, jamás, pero jamás, podrá borrar la excelencia y limpieza de su trayectoria.
Quiero decirle públicamente a don Renato, a su señora esposa y estimable familia, que no está solo, que no se sienta aislado, que no baje la cabeza, porque miles de costarricenses tienen el mismo pensamiento que este periodista, beneficiados en algún momento de nuestras vidas, de la beneficencia y gentileza del doctor, ser humano y deportista excepcional.
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