Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 09 abril, 2015
Liga Deportiva Alajuelense fue eliminada porque le tocó enfrentar a un equipo muy bueno.
El favoritismo previo que los analistas otorgaron a los manudos, nació del desconocimiento que se tenía del Impact Montreal, un club de escasas luces en la MLS.
La sorpresa se presentó en el juego de ida en Canadá cuando los discípulos de Frank Klopas derrotan a los erizos 2-0 con un fútbol práctico, sencillo, inteligente, una combinación de la potencia física que imponen en cada línea los negros Soumare en defensa, el capitán Reo Coker en la cintura y el cohete Oduro en ataque, con el talento individual de Piatti y Duka, un portero sobrio como Bush y un resto de futbolistas con oficio, que personalmente nos dejaron clarito que en el Morera Soto podían anotar sin muchas complicaciones.
El terror que teníamos los seguidores de la Liga era que el Impact metiera un gol y por el flojo desempeño de la retaguardia manuda, herida y desgranada desde que le sancionaron a su líder Patrick Pemberton, se presentaba factible que la visita anotara en Alajuela.
Y lo hizo, y ese gol de Mcnerney en el minuto 41, obra de arte de construcción, practicidad y definición, puso la lápida a un Alajuelense motivado, impulsivo, que jugó a corazón abierto pero que antes de ese gol con olor a cementerio, solo tuvo un chispazo en ofensiva con la raya que mandó Johan Venegas y que rozó el palo vertical.
A los jugadores del Alajuelense hay que darles todo mérito; que no se derrumbaran anímicamente después del gol canadiense es de aplaudir. El discurso de Óscar Ramírez en el receso caló hondo y los goles de Pablo Gabas pusieron el escenario a hervir.
Pero ojo, cae una nueva joya de ataque del Impact, con ese servicio de ojos cerrados, repentino, magistral de Piatti a Andrés Romero que rompe y quiebra en mil pedazos la frágil defensa eriza que patéticamente se confunde y se accidenta entre sí, mientras Andrés fumiga un 2-2 tan certero como doloroso en el corazón manudo.
Tres de los cuatro goles del Impact Montreal en esta corta serie, fueron retratos de eficiencia, inteligencia y practicidad, propios de una formación sobria y moderna que maneja muy bien los hilos de un fútbol simple, fácil, sin telas de araña, contrario al fútbol emotivo, ardoroso y caliente de los nuestros, repleto de confusión.
En esta ocasión sí calza que Alajuelense murió con las botas puestas y que ninguno de la delegación rojinegra debe caminar con la cabeza baja. Lo dieron todo, metieron los goles suficientes, pero la pura verdad que no jugaron solos. El rival tenía lo suyo y era de peso.
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