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Sábado, 14 de diciembre de 2024



EDITORIAL


No más bonos electorales

La única forma de mantener a los extranjeros al margen de los procesos electorales sería eliminar la compra-venta de los bonos de deuda política

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 02 febrero, 2010


Editorial


El nuevo Código Electoral, aprobado en setiembre pasado, pretende hacer dos cosas, primero garantizar que los extranjeros no influyan en las campañas políticas mediante donaciones y, segundo, que las sociedades anónimas tampoco lo hagan, aun cuando sean empresas nacionales. Lastimosamente, no se cumple con ninguna de esas metas. En lo que se refiere a la contribución por parte de una sociedad anónima costarricense, esto no nos preocupa en principio, una sociedad está conformada por accionistas, si esa gente prefiere hacer donaciones mediante la empresa, que lo haga. El problema es que en la práctica, las cosas no son así. Mientras el código pretende prohibir las donaciones corporativas, permite a cualquier sociedad anónima costarricense comprarle bonos electorales a un partido político. El hecho de que el bono eventualmente no se redima, tiene como resultado que la empresa haya realizado el equivalente de una donación, tal como se detalla hoy en el análisis especial de LA REPUBLICA. Esto por sí mismo no sería problemático, pero a esta situación hay que sumarle el hecho de que bajo las leyes comerciales de este país, perfectamente podría ser un extranjero, quien controla una sociedad anónima costarricense, que a su vez se utiliza como mecanismo para financiar una campaña. En este caso, la única forma de mantener a los extranjeros al margen de los procesos electorales sería eliminar la compra-venta de los bonos de deuda política. El hecho de que las empresas no puedan comprar los bonos no implica ningún gran inconveniente para los partidos, en lo que al financiamiento se refiere. Cada sociedad anónima es manejada por seres humanos, si uno de ellos desea contribuir a una campaña, puede hacerlo personalmente. Es cierto que algunas personas físicas prefieren contribuir a través de una empresa, de forma que se mantengan menos visibles; no sería difícil en tales casos encontrar a amigos o socios que hagan las donaciones a su nombre. El “nuevo” código tiene que ser sustituido por uno aún más nuevo, que claramente establezca: no más bonos.









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