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Navidad: Esperanza en tiempos difíciles

Jonathan Prendas jonathan.prendas@gmail.com | Lunes 21 diciembre, 2020

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Jonathan Prendas

Diputado

Nueva República

Hace más de 2 mil años, humildes pastores fueron llamados a participar de uno de los mayores acontecimientos de la Humanidad: el nacimiento del Niño Dios. Con sus ojos y sus sentidos físicos percibieron a un pequeño, en un sencillo pesebre, envuelto en pañales; pero con sus sentimientos espirituales lograron percibir que se trataba del Salvador del mundo y que eran testigos de un suceso único.

A pocos días de que el mundo entero celebre la Nochebuena y recuerde el nacimiento de Jesús, dejamos por unos instantes la política, los problemas del país y los propios desafíos personales para reflexionar sobre cómo el evento de aquella noche aún tiene efectos sobre nuestras vidas, incluso en el año del Covid-19.

Este 2020 ha sido atípico, sin duda. Pero ciertamente esta época del año es especial porque nos inspira, nos entusiasma, nos impulsa a ser mejores, a compartir, a amar; nos brinda una bocanada de aire fresco para renovarnos y obtener esperanza. La Navidad es una expresión de optimismo que nos permite vislumbrar un rayo de luz en el más oscuro de los cielos.

La esperanza que sentimos en esta época está relacionada con la confianza en que aquel Niño de Belén cumplirá con sus promesas, nos dará paz, nos consolará, estará a nuestro lado en los momentos más difíciles y tenebrosos, contestará nuestras plegarias y nos infundirá fe en el futuro. Es esa seguridad y ese sentimiento de que estaremos mejor, aunque no sepamos cómo ni cuándo.

La esperanza nos sostiene y nos da motivos para perseverar, para insistir y luchar, pero también se constituye en una medicina contra el desaliento, los malos sentimientos, el desánimo o incluso contra otra de las pandemias de este siglo, la depresión; nos proporciona la luz necesaria para transitar en los caminos de dificultades, pruebas o incluso de dolor y sufrimiento.

Aferrarse a este estado emocional es un ejercicio desafiante que requiere valentía y determinación. Si Abraham creyó y esperó “contra toda esperanza”, hoy los costarricenses también podemos decidir tener ese sentimiento aunque todo lo que esté alrededor sea contrario a la fe, a la luz y a la confianza.

Ya adulto, Jesucristo navegaba junto con sus discípulos en una barca, en un mar picado. Ellos tuvieron miedo y despertaron a su Maestro porque sentían que estaban cerca de naufragar; Él reprendió al viento y de inmediato la calma volvió. Entonces los discípulos “se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”.

Permítanme responder a esa pregunta, decirles quién creo yo que es Él. Es el Salvador del mundo, quien controla todo. Él es quien puede calmar las tempestades de nuestras vidas y quien puede ayudarnos a desarrollar esa fe y esa esperanza en el porvenir. Ese Niño que nació hace más de dos mil años en el pesebre es la fuente de luz que es capaz de vencer la oscuridad.

Feliz Navidad para todos y mis mejores deseos para que el Año Nuevo sea más radiante y esperanzador. Nueva República reitera su compromiso de trabajar sin descanso para que el país y todos nosotros estemos mejor.






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