Miseria, desigualdad, desesperanza
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 23 julio, 2021
Sinceramente
Una sociedad organizada no puede generar riqueza y distribuirla mal concentrando el ingreso en muy pocos. Una sociedad no puede generar riqueza y miseria porque su vida está contada en días.
Una sociedad en la que cada uno de sus miembros recibe una porción satisfactoria de lo producido es una sociedad robusta que se conserva intacta en las crisis.
Una sociedad donde prevalece la desesperanza, dónde sus ciudadanos están convencidos que en el estado actual de cosas no hay posibilidad para ellos de una vida mejor tiende a violentos cambios, súbitas transformaciones y violencia social.
De la miseria y la pobreza, de la desesperanza y de la desigualdad no hablan nuestros políticos.
De la desigualdad ofensiva observada entre la forma de vida despreocupada de unos y el hambre de otros nadie ha levantado su voz. De los palacetes exhibidos recientemente a los tugurios infames que rodean muchas de nuestras ciudades existe un abismo sideral. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo mantener a grandes sectores de la sociedad costarricense sin igualdad de oportunidades, sin suficiente comida en la mesa, sin educación apropiada para el mundo del siglo XXI?
Es público y notorio el desperdicio generado en el sector estatal. Pensiones de lujo para quienes no han cotizado lo suficiente para recibir esos montos y salarios públicos de nivel internacional para la alta jerarquía muestran un extremo. En otro, pluses, anualidades y dedicaciones exclusivas que han generado privilegios dentro de algunos de los trabajadores del país, son pagados en un medio en el que el presupuesto nacional de unos 19 mil millones de dólares al año recauda para pagarlos tan solo 8,5 mil millones de dólares al año. Para este ejercicio el hueco fiscal es de 10.5 mil millones de dólares o más de seis millones de millones de colones.
La evasión fiscal es directamente proporcional al nivel de impuestos en una sociedad. A más impuestos el premio de defraudar al fisco es mayor. ¿Cuándo bajaremos el gasto y bajaremos los impuestos para aumentar la recaudación y reactivar la economía? Por el momento todos los empresarios grandes y pequeños son descalificados públicamente como unos defraudadores y los ejemplos de presunta corrupción vividos en el sector de la construcción no hacen sino fortalecer la tesis equivocada de que la evasión es el problema, no el gasto y el nivel de impuestos.
Se pagan muchos impuestos, pero se gasta mucho más de los ingresos. Los impuestos solo alcanzan para cubrir el 45% del presupuesto del estado y el estado no quiere reformar sus instituciones y cerrar aquellas cuya vida útil ha concluido. Gastar más de los ingresos tributarios recaudados en instituciones que no aportan es glorificar el desperdicio y una bofetada para quienes pagan impuestos. La miseria sigue creciendo.
Pobreza, miseria, desigualdad, hambre y desesperanza fueron los ingredientes disparadores de la Revolución Francesa. Los mismos fueron los disparadores de la Revolución Bolchevique. Otro tanto surgió en la Cuba de Batista y en la Venezuela de Carlos Andrés Pérez. Acá nuestros políticos se mantienen impávidos, acá en nuestros lares la clase dirigente no despierta o no quiere despertar ante esta tremenda realidad. Frente a este panorama de injusticia, desigualdad, hambre, miseria y desesperanza hablan de aborto, de la igualdad de género y de corregir en los textos legales el vocabulario que no sea inclusivo. ¿Hay hambre, no hay trabajo? Los candidatos cambian de tema y eluden una respuesta directa.
La única salida a resolver la miseria es la creación de riqueza. La mayor y mejor reforma social en esta coyuntura de Costa Rica es generar empleo. ¿Cómo puede una familia sobrevivir sin el salario del padre durante un año? ¿Dos años? ¿Cinco años? ¿Robando?
La educación de Costa Rica fue el movilizador social por excelencia. Hoy la calidad de la educación rural pública es menor a la de la educación urbana pública y en ambas mucho menor a la educación privada. La igualdad de oportunidades generada por la educación, la igualdad de oportunidades de poder ir a las universidades y tener un buen desempeño es tan solo hoy la visión romántica del pasado.
Hambre y desesperanza son elementos comunes a un enorme sector de la población. Costa Rica, de acuerdo al Índice Anual de Miseria de Hanke, está ubicada como país detrás de Venezuela, Argentina, Brasil, Perú, Uruguay, Honduras, Panamá y Colombia, Nicaragua, Cuba y Haití no están dentro del mismo. En el año 2021 la pobreza en Costa Rica por ingresos alcanzó el 26,2% de la población. La pobreza extrema alcanzó un 7%. La angustia de no saber qué comer en el día para toda una familia es la más agresiva forma de violencia en sociedad. ¿Y de esto qué dicen los candidatos a la presidencia y a la Asamblea Legislativa? La generación de empleo y la generación de riqueza es la única salida razonable. La eliminación del desperdicio en el sector estatal es parte de esta solución. Ni siquiera el más mínimo programa de reactivación económica ha sido puesto en práctica. ¿Dónde está la generación de confianza para invertir y trabajar? ¿Dónde está el clima para que las gentes se arriesguen a abrir nuevos negocios?
¿Cómo vivir sin ingresos y sin trabajo? ¿Cómo no salir a robar si los niños de la casa están con hambre? ¿Dónde recurrir si se está enfermo si la CCSS no atiende a desempleados? ¿Cómo permitir que la alimentación de niños en desarrollo esté en esta grave situación de carestía e inestabilidad? La generación de empleo no aparece y esta es obra y creación de la inversión privada, del clima de negocios y de vida en un país. Si está perdida la confianza y el clima de agresión al empresario y el mal manejo fiscal persisten, la situación social se va a agravar y ya es desesperada.
Las pensiones de hacienda en el sector gobierno, en el sector judicial y en el sector universitario son desproporcionadas a la capacidad del estado y del país. Si las comparamos con las pensiones del régimen no contributivo se nos parte el alma. Plata abundante para unos, centavos para los más pobres. Los más pobres podrían recurrir a la violencia ante las situaciones estructurales de desequilibrio y de injusticia social.
Miseria, desigualdad y desesperanza son una realidad entre nosotros. No se corrigen persiguiendo y denigrando a quienes producen y emplean. No se genera crecimiento denigrando a los empleadores. No se solucionan nuestros problemas sociales sino con la creación de más riqueza y más empleo, con ajustes para evitar la concentración de ingreso y beneficios en unos pocos. Todos esperamos y los candidatos callan, los políticos se agachan. La violencia podría estar por estallar.
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