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FORO DE LECTORES


¿Más publicidad que política?

| Viernes 07 julio, 2017


¿Más publicidad que política?

Marlon Segura
Analista no verbal y director escénico
elcuerpopolitico@gmail.com

A días de la elección interna del PAC, los precandidatos Welmer Ramos y Carlos Alvarado intensifican esfuerzos por cautivar el voto. El éxito del ganador dependerá no solamente de que logre comunicarnos un mensaje, sino también de que consiga que le creamos, incluso necesitaría ir más lejos: lograr que muchos vuelvan a soñar. Como parte del objetivo, los aspirantes buscan persuadir utilizando recursos varios, siendo los spots o anuncios publicitarios uno de ellos.

Fórmulas cotidianas

En su spot presentado el domingo 25 de junio, el precandidato Welmer Ramos inicia por lo más básico: presentarse. Luego, contrastando con la antigua tradición de realizar plazas públicas, ingresa a un pequeño salón para tener un encuentro “personalizado”. Ahí estrecha su mano de manera cordial. En él no se percibe mayor efusividad. Se le escucha decir: “Hola mi nombre es Welmer Ramos. Nuestras ideas claras nacen de muchas propuestas”.

Seguidamente una joven dice: “Quisiera que la posibilidad de tener mi propio empleo no fuera tan complicado”. En una estación del tren un joven invita a imaginar una realidad distinta: “¿Y qué tal si viajáramos desde Santa Ana hasta Tres Ríos en 20 minutos?” “Yo no quiero que usted pague dos o tres veces más por nuestros productos agrícolas”, dice serenamente un hombre que trabaja el campo. “Para que, el que me asaltó no salga al día siguiente a la calle”, asevera otra joven. Entre molestias e ilusiones, jóvenes en su mayoría, presentan algunos de los problemas a los que Ramos tendría que ofrecer respuesta. El anuncio contiene un estilo de escenas cotidianas, proponiendo una estructura de problema-solución.

El spot lo concluye de esta manera: “Quiero facilitar los créditos blandos para pymes, fortalecer al Incofer, tener un transporte público; eficiente y moderno. Además empoderaremos a las mujeres en puestos de toma de decisiones. Vamos a ayudar al productor para que pueda comercializar sus productos de manera directa. Buscaremos reformas legales a los plazos perentorios al sistema judicial”. Y como en toda campaña, la pantalla aguantará lo que se le ponga. Sin embargo a Ramos se le percibe fuerte en su área: “la economía”, por lo que varios de sus compromisos pueden calar en un segmento del electorado. Para votantes más exigentes, él necesitará puntualizar más.

¿Dosis de oportunidad?

Horas después de publicado el spot de Ramos, Alvarado lanza el suyo. Al inicio vemos su rostro. Luego, se oye ese “fiummm” que se genera cuando un carro se está acercando o alejando. Se escuchan los pasos del precandidato. Él dice: “Hemos avanzado mucho”. Los pasos continúan. “Costa Rica le dio la oportunidad al PAC de gobernar”. Esa “Costa Rica” equivaldría a 1.338.321 votos aproximadamente, pero él sugiere que fue el país entero. “Tuvo que llegar un partido joven y nuevo para demostrar lo que es ser ‘firme y honesto”. Laura Chinchilla no resultó ser lo que dijo. El juego de palabras y de comparaciones continúa; “No fue necesario un ‘contráteme’ para localizar y reducir la pobreza”, señalándose a sí mismo con una de sus manos. El “eterno alcalde de San José” se perdió el contrato y otro la redujo entonces. Los pasos no acaban. Ahora el regaño va para José María Figueres: “Vamos con todo no se dice en campaña”. “Y no se puede pedir el voto —entra un sonido de guitarra eléctrica— Sin Ninguna Duda cuando hay denuncias de fraude”. Y acá él se “pierde” en el tiempo, pues el “SinNingunaDuda” había expirado antes del denunciado fraude.

Hacia el final, se revelan sus pies en una postura que sugiere firmeza. Del orgullo se pasó a la humildad, y de la humildad al orgullo, pues el dron se aleja, y él se ve cada vez más pequeño. El puente ahora acapara nuestra atención. Con los cortes de edición, y entre sonidos de guitarra eléctrica, bajo eléctrico y batería, se intenta emocionar y provocar satisfacción. La estrategia fue simple: subirse en uno de los peldaños realizados durante la presente administración, y una vez ahí, elevarse a sí mismo con el trofeo ajeno que otros alcanzaron.

¿Qué hacen diferente?

En Welmer Ramos no vemos, al menos hasta ahora, ni el abrazo “largo y apretujado” al estilo Figueres Olsen, ni el saludo poco entusiasta que caracterizó a un Rafael Ortiz. Tampoco le vemos conducirse como el “producto” Luis Guillermo Solís, el que comía helados de palillo, gozaba en caravanas de alegría, o se destacaba por autorretratos, conocidos como “selfies”. Welmer Ramos deja la impresión de no necesitar apoyarse en “fórmulas” de neuromarketing, asumiendo por sí solo el riesgo de que le rechacen o le acepten tal cual es. No pareciera interesado en mostrar una fachada maquillada para “echarse la gente a la bolsa”. Se le podría percibir como el precandidato que juega sus cartas centrándose en las propuestas que quiere hacer.

En caso de ganar la precampaña, necesitará no solo continuar ahondando en su discurso, sino también fortaleciendo su desenvolvimiento corporal ante las cámaras, área en la que su rival destaca. Hasta ahora, algunos analistas como el reconocido Álvaro Ramos le dan a Welmer Ramos un ligero saldo a favor en su desenvolvimiento de contenido. Esto se demostró en el debate transmitido por Radio Columbia el 26 de junio en la Universidad Latina.

Carlos Alvarado se presenta un tanto como el personaje ‘PAC-Man’ y de manera un tanto “desafiante”, sin perder la ocasión, reitera que algunos de los gobernantes y candidatos anteriores “no sirvieron para nada, que las propuestas de estos no fueron necesarias”. Como comunicador que fue en la campaña anterior, retomó lamentablemente el concepto de “venderse como producto”, esta vez como el único que puede continuar por la ruta del cambio y como el inigualable que podría ganarle al candidato se le ponga por delante. También, más allá de lucir el puente González Flores, no deja claro en qué consiste ese cambio del que insinúa ser el “heredero idóneo”. Hasta ahora, pareciera hablarnos como el ministro que fue, y no como el precandidato que debería ser. Demuestra ser portavoz del gobierno, defendiéndolo y apoyándose en este para construir su discurso. Alvarado es un hombre que proyecta energía y realiza gestos precisos; sin embargo, en su comportamiento resuena aquella frase de Eurípides: “El oportunista que se sirve, siempre hechiza a la muchedumbre”.

¿Y el que gane?

Quedará, quien triunfe, con una de las tareas más necesarias luego de una elección interna: conciliar fuerzas y unificar propuestas. Tendrá el reto de hacer que el electorado vuelva a ilusionarse, que crea en la “continuidad”, y por qué no, recuperar el espíritu del PAC fundacional. Y como cualquier político que aspira a liderar el Poder Ejecutivo, deberá demostrar, que tiene integridad, honestidad y congruencia para asumir la tarea del arte de gobernar. De lo contrario: ¡nos veríamos en cuatro años!






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