Maradona cumple 60 años: los éxitos, paradojas y anécdotas de uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia
Guillem Balagué - Columnista de BBC Sport | Viernes 30 octubre, 2020
Rebelde, genio y contradictorio.
Diego Maradona cumple 60 años este viernes, un día que muchos de nosotros dudamos que llegaría dada la complejidad que rodea a este hombre.
Ha vivido una vida que llegó a lo más alto para luego descender a lo más profundo y oscuro de la desesperanza, incapaz de lidiar con la adulación y la idolatría. Pero al mismo tiempo incapaz de sobrevivir sin ese estatus.
La historia de Maradona está repleta de paradojas increíbles, errores y rectificaciones, hazañas épicas y anécdotas de declives y resurrecciones.
¿Cuál es el verdadero Maradona?
¿El chico de la chabola de Villa Fiorito de Buenos Aires, un talento de la calle y hombre del pueblo?
¿O es Maradona el dios, mito, gran vengador y encarnación de los sueños de la gente?
Puede que sea ambos.
Líder desde joven
En 1968 Francis Cornejo, entrenador de un equipo de jóvenes afiliado a Argentinos Junior tuvo que viajar a Villa Fiorito para revisar la edad del chico.
"Es minúsculo, no puede ser que tenga ocho años", fue su reacción cuando le vio jugar en una prueba.
La mamá, Dalma Salvadora Franco, confirmó su edad enseñándole la certificación de nacimiento.
Francis acababa de realizar el equivalente futbolístico de encontrar un yacimiento de petróleo. Había hallado una gema para ponerle la guinda a su equipo.
A partir de marzo de 1969, el equipo no se cansó de ganar, registrando una racha de 136 partidos invicto.
En su juventud, el papá de Maradona pilotaba un ferry que trasladaba ganado de pueblo en pueblo y luego pasó a trabajar en una fábrica de químicos, donde apenas ganaba lo suficiente para llegar a fin de mes con su gran familia en el barrio de chabolas donde vivían.
El éxito de su hijo, el quinto de ocho, significaba que, además de convertirse en "el rey de los asados", jamás tendría que volver a trabajar.
Cuando Diego tenía 15 años ya se había convertido en el líder la familia y pidió a su padre que permaneciera a su lado.
Desde pronto Diego aprendió que el liderazgo era un paso natural hacia adelante y que no importaba la edad cuando había un vacío que llenar.
"Una vez fuimos a jugar a Brasil...", recuerda un excompañero de equipo, Ruben Favret, quien como el resto de la plantilla jugaba amistosos entre semana para aprovecharse del tirón de Maradona.
"Era la época de la televisión a color y todos queríamos comprar una y traerla a casa. Lo que pasa es que no se nos había pagado. Diego, con 18 años, se plantó y le dijo a Consoli (presidente de Argentinos Junior) que si no nos pagaban no jugaría".
Repercusión mediática
A esto le siguió un traspaso enrevesado a Boca Juniors que el propio Maradona orquestó. Le había revelado a un amigo periodista que las conversaciones para ficharlo estaban avanzadas.
Fue entonces cuando se desató el primer traspaso mediático en la historia, protagonizado por un todavía inmaduro jugador de 20 años.
El acuerdo se volvió surrealista. Lo que comenzó como un traspaso directo por US$10 millones terminó terminó siendo un préstamo a última hora involucrando a otros seis jugadores de Boca, dinero en efectivo y otros cheques sospechosos.
Y es que nada era simple y directo cuando se trataba de Maradona.
Maradona inmortal
Al año siguiente se fue al Barcelona, pero este club nunca vio lo mejor de él.
De los dos años que pasó allí, estuvo la mitad de tiempo sancionado o lesionado. Sufrió una grave lesión de tobillo después de una durísima entrada de Andoni Goicoechea del Athletic Club.
Después de eso, Maradona fue el principal protagonista de una pelea masiva durante la final de la Copa del Rey. El incidente le costó una sanción de cinco meses sin jugar en competiciones domésticas.
De hecho, estuvo cerca de la bancarrota, por lo que se hacía necesario un traspaso con nuevos incentivos financieros. En lo personal, nunca se adaptó a la vida en Cataluña, donde se sentía como un extranjero.
Dos meses después firmó por el Napoli italiano, donde disfrutaría de su período más exitoso y a la vez más castigador.
Maradona se había trasladado a un entorno ruidoso, abarrotado y caldeado donde la organización criminal italiana, la Camorra, estuvo involucrada desde el comienzo.
En sus años en Nápoles Maradona pasó de ser el niño de Villa Fiorito a convertirse en la marca. Se enamoró de lo que representaba y asumió la gloria y el elogio siendo a la vez consciente de cuan asfixiante era.
La cocaína se volvió su nueva realidad, un lugar de entusiasmo extremo en el que nunca había estado. Esta droga le aliviaba de la presión de tener que demostrar siempre que era el mejor jugador del mundo.
Y en medio llegó el momento en que su estatus trascendió y se convirtió en mucho más que un futbolista.
¿Qué tan diferente habría sido todo si Argentina no hubiese derrotado a Inglaterra con "la mano de Dios" en el Mundial de México en 1986, la "venganza" tras cuatro años desde la derrota en la Guerra de las Malvinas?
Aquel partido hizo a Maradona inmortal para los ojos de su país.
En búsqueda de su origen
Mi último proyecto es una biografía sobre Diego hasta su retiro como futbolista. El resto es demasiado personal y desagradable.
Para escribirla, tuve que ir al lugar donde todo comenzó, en Villa Fiorito. Nadie quería llevarme allí.
Fue en mi último día en Buenos Aires a comienzos de 2020, y logré convencer a un nervioso taxista que me había recogido en el aeropuerto el día que llegué.
Viajamos en silencio nervioso. Las casas empezaron a parecer cajas pequeñas, rodeadas por pavimentos irregulares, rejas a medio terminar y plantas descuidadas.
Las bolsas de basura se acumulaban fuera de pequeños jardines y había niños descalzos pateando una pelota.
La calle se estrechó y se convirtió en un camino más irregular y sucio. Imaginé que no mucho ha cambiado desde ese primer viaje que realizó Cornejo para averiguar la edad de Maradona.
Giramos hacia la derecha. Un hombre caminaba en medio de la estrecha calle para evitar las montañas de basura acumulada sobre el pavimento.
Sin detenernos y apenas bajando la ventanilla, el taxista la preguntó dónde estaba la casa de Diego.
"Allí, a 200 metros". Detuvo el carro fuera de la casa de Maradona, pero mantuvo el motor en marcha.
Todas las plantas estaban sobrecrecidas. Era la mitad de la tarde. Hacia la parte de atrás, se podía distinguir un bungalow en mal estado con una sombra encima.
Un hombre con chaleco blanco se levantó de su silla. "¿Qué estás buscando?" "Nada, señor. Mi amigo aquí solo quiere ver...", respondió el taxista mientras ponía el carro en marcha y se alejaba de la calle.
A la izquierda vi un campo sucio con una sola portería.
No hay señal alguna en la ruta que cuente la historia de la zona y de su más famoso residente. Tampoco hay intenciones de convertirlo en una atracción turística. A nadie le gusta enseñar sus miserias.
Esa era la casa de Diego, pero jamás fue la de Maradona, el hombre en que ese niño luego se convirtió.
Maradona hoy
De hecho, es difícil averiguar lo que queda de ese niño hoy en día. Ahora es entrenador de Gimnasia de la Plata, un club argentino de Primera División, y jamás ha podido abandonar la gran escena.
Su vida tras el retiro como futbolista es, cuanto menos, compleja.
Se sabe que tiene al menos 11 hijos, y que su relación con su exesposa, Claudia Villafane, acabó en tribunales, de la misma forma que con su agente y amigo cercano Guillermo Coppola.
Ha entrenado a varios clubes. Le adoran en Sinaloa, equipo mexicano que entrenó entre 2018 y 2019.
Como seleccionador nacional de Argentina, fracasó entre 2008 y 2010. Maradona nunca ha estado de cerca de llegar tan alto como entrenador como lo hizo de futbolista.
Diego afirma que dejó de consumir cocaína hace tres años, pero su medicación le deja en estado de sedación.
Eso, su peso excesivo por su gusto por la buena vida y las numerosas operaciones de cuando a los jugadores ni se les protegía o respetaba, explican sus dificultades físicas.
Maradona admite que no se arrepiente de sus acciones; siempre entendió que la vida se vive al completo.
Por eso es que, ahora con 60 años y un cúmulo de experiencias de alguien mucho más viejo, puede considerarse afortunado por estar vivo.
Y celebrará cada día que lo está.
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