Lunes se tiñó de negro para bolsas del mundo
| Martes 30 septiembre, 2008
Lunes se tiñó de negro para bolsas del mundo
Latinoamérica sufrirá efecto contagio del “crack” del 2008, según analistas
Washington
EFE
El lunes negro vivido ayer en los mercados financieros de todo el mundo tuvo su colofón en Nueva York con la mayor caída por puntos en la historia de Wall Street, ante la negativa de la Cámara Baja de Estados Unidos a aprobar el plan de rescate financiero diseñado por Washington.
Porcentualmente, la última vez que se contabilizó una caída tan fuerte del principal índice de Nueva York fue el día en que se retomó la actividad bursátil tras los atentados del 11-S en 2001.
Aquel día, el Dow Jones cayó el 7,13%, mientras que ayer perdió el 6,98%, al cerrar 777,68 puntos por debajo del nivel del viernes.
La mayor caída porcentual de este índice se registró en 1914, cuando perdió el 24,39% de su valor, después de los cuatro meses sin mercado por la primera Guerra Mundial.
En el famoso lunes negro del 19 de octubre de 1987 registró su segundo mayor descenso porcentual (-22,61%).
El derrumbe de ayer fue en paralelo a la negativa de la Cámara Baja a aprobar el plan de $700.000 millones con el que Washington pretende asumir la deuda difícilmente pagable de los bancos.
A la espera de que realmente llegue ese despliegue masivo de efectivo prometido por Washington, el impulso de saqueo que suele ir asociado a los momentos de pánico y desorden reinó en los mercados.
Al grito de “sálvese quien pueda”, los inversores optaron por saltar del barco saqueando todo lo que pillaron a su paso: El sector de combustibles, por ejemplo, cayó el 11% en Wall Street, el de materias primas el 10% y el de telecomunicaciones el 7,2%.
Sin embargo, y como no podía ser de otra forma, en su huida los inversores se cebaron con el sector financiero, que bajó el 14,24%.
Los bancos perdieron el 16,5% de su valor en bolsa en un solo día, las aseguradoras el 11,28%, las firmas de servicios financieros el 15,61%, las hipotecarias el 14,77% y las inmobiliarias el 8,41%.
Los inversores castigaron así los excesos de un sector que, quizás abusando de la laxitud en la regulación y bajo las reglas del capitalismo más liberal, ha construido un gigantesco castillo de naipes que se derrumba día a día.
El “lunes negro” vivido por las bolsas latinoamericanas confirma que la región no está a salvo del efecto contagio del “crack” financiero de Estados Unidos pese al optimismo que han tratado de mantener los gobiernos de la zona sobre la fortaleza de sus economías.
Aunque las bajas fueron generalizadas en América Latina, las más golpeadas fueron las plazas de Sao Paulo, con una caída del 9,36%, sin precedentes en la última década, y Buenos Aires, que cayó el 8,68%, muy por encima de la bajada del 6,32% de la Bolsa de Nueva York.
El descenso de los precios del petróleo -un 9,8%- se tradujo en un castigo para las acciones de las empresas petroleras en los principales parqués latinoamericanos.
El zarpazo afectó también a la cotización de las monedas locales, que bajaron respecto al dólar, en especial el real brasileño, que cayó un 6,14%.
El gigante suramericano fue el peor parado en una jornada de pánico que obligó a interrumpir la sesión de la bolsa de Sao Paulo durante media hora, cuando el índice se desplomó por debajo del 10% y se activó, por primera vez desde 1989, un dispositivo automático para evitar las fluctuaciones excesivas.
Sólo Caracas, con una subida del 0,36%, se salvó, debido, según analistas locales, a que ninguna empresa venezolana cotiza en el exterior desde las nacionalizaciones de CANTV y Electricidad de Caracas el año pasado.
A medida que se fueron conociendo las cifras, analistas y medios de comunicación comenzaron a hablar de un “lunes negro” que ha confirmado que América Latina no está a salvo de la crisis financiera internacional.
Algunos expertos van más allá y pronostican tiempos difíciles por el impacto que puede tener en la llamada “economía real” la reducción del crédito internacional, la caída del consumo en Estados Unidos y la volatilidad de los precios de las “commodities” (materias primas).
El empresario mexicano Carlos Slim, considerado uno de los tres hombres más ricos del mundo, afirmó ayer que las autoridades estadounidenses actuaron “un poco tarde” para corregir la crisis y advirtió contra la incertidumbre que provoca la “gran especulación” que rodea a las “commodities” porque sus precios “repercuten en la economía real”.
Guido Mántega, ministro brasileño de Hacienda, confió en que el Congreso de Estados Unidos apruebe un nuevo plan de rescate financiero, pero reconoció que el veto a la propuesta inicial se está traduciendo en una reducción del crédito en Brasil.
Para el director de la Asociación de Analistas y Profesionales de Inversiones en el Mercado de Capitales de Brasil (Apimec), Antonio Carlos Colangelo, el nerviosismo de los mercados “va a ser constante”.
El analista argentino Alejandro Vinitzky, de la consultora Maxinver, consideró que en un mundo globalizado “ningún mercado de la región es ajeno a lo que sucede en las principales economías del mundo”.
Por tanto, una desaceleración en la economía de Estados Unidos “implicaría una contracción en el nivel de consumo que impactaría en los niveles de actividad de distintos países, incluidos los de la región”.
La reacción fue más violenta en Sao Paulo y Buenos Aires, apuntó, porque ambos mercados “empezaron a descontar efectos internacionales con un poco más de retraso”.
Latinoamérica sufrirá efecto contagio del “crack” del 2008, según analistas
Washington
EFE
El lunes negro vivido ayer en los mercados financieros de todo el mundo tuvo su colofón en Nueva York con la mayor caída por puntos en la historia de Wall Street, ante la negativa de la Cámara Baja de Estados Unidos a aprobar el plan de rescate financiero diseñado por Washington.
Porcentualmente, la última vez que se contabilizó una caída tan fuerte del principal índice de Nueva York fue el día en que se retomó la actividad bursátil tras los atentados del 11-S en 2001.
Aquel día, el Dow Jones cayó el 7,13%, mientras que ayer perdió el 6,98%, al cerrar 777,68 puntos por debajo del nivel del viernes.
La mayor caída porcentual de este índice se registró en 1914, cuando perdió el 24,39% de su valor, después de los cuatro meses sin mercado por la primera Guerra Mundial.
En el famoso lunes negro del 19 de octubre de 1987 registró su segundo mayor descenso porcentual (-22,61%).
El derrumbe de ayer fue en paralelo a la negativa de la Cámara Baja a aprobar el plan de $700.000 millones con el que Washington pretende asumir la deuda difícilmente pagable de los bancos.
A la espera de que realmente llegue ese despliegue masivo de efectivo prometido por Washington, el impulso de saqueo que suele ir asociado a los momentos de pánico y desorden reinó en los mercados.
Al grito de “sálvese quien pueda”, los inversores optaron por saltar del barco saqueando todo lo que pillaron a su paso: El sector de combustibles, por ejemplo, cayó el 11% en Wall Street, el de materias primas el 10% y el de telecomunicaciones el 7,2%.
Sin embargo, y como no podía ser de otra forma, en su huida los inversores se cebaron con el sector financiero, que bajó el 14,24%.
Los bancos perdieron el 16,5% de su valor en bolsa en un solo día, las aseguradoras el 11,28%, las firmas de servicios financieros el 15,61%, las hipotecarias el 14,77% y las inmobiliarias el 8,41%.
Los inversores castigaron así los excesos de un sector que, quizás abusando de la laxitud en la regulación y bajo las reglas del capitalismo más liberal, ha construido un gigantesco castillo de naipes que se derrumba día a día.
El “lunes negro” vivido por las bolsas latinoamericanas confirma que la región no está a salvo del efecto contagio del “crack” financiero de Estados Unidos pese al optimismo que han tratado de mantener los gobiernos de la zona sobre la fortaleza de sus economías.
Aunque las bajas fueron generalizadas en América Latina, las más golpeadas fueron las plazas de Sao Paulo, con una caída del 9,36%, sin precedentes en la última década, y Buenos Aires, que cayó el 8,68%, muy por encima de la bajada del 6,32% de la Bolsa de Nueva York.
El descenso de los precios del petróleo -un 9,8%- se tradujo en un castigo para las acciones de las empresas petroleras en los principales parqués latinoamericanos.
El zarpazo afectó también a la cotización de las monedas locales, que bajaron respecto al dólar, en especial el real brasileño, que cayó un 6,14%.
El gigante suramericano fue el peor parado en una jornada de pánico que obligó a interrumpir la sesión de la bolsa de Sao Paulo durante media hora, cuando el índice se desplomó por debajo del 10% y se activó, por primera vez desde 1989, un dispositivo automático para evitar las fluctuaciones excesivas.
Sólo Caracas, con una subida del 0,36%, se salvó, debido, según analistas locales, a que ninguna empresa venezolana cotiza en el exterior desde las nacionalizaciones de CANTV y Electricidad de Caracas el año pasado.
A medida que se fueron conociendo las cifras, analistas y medios de comunicación comenzaron a hablar de un “lunes negro” que ha confirmado que América Latina no está a salvo de la crisis financiera internacional.
Algunos expertos van más allá y pronostican tiempos difíciles por el impacto que puede tener en la llamada “economía real” la reducción del crédito internacional, la caída del consumo en Estados Unidos y la volatilidad de los precios de las “commodities” (materias primas).
El empresario mexicano Carlos Slim, considerado uno de los tres hombres más ricos del mundo, afirmó ayer que las autoridades estadounidenses actuaron “un poco tarde” para corregir la crisis y advirtió contra la incertidumbre que provoca la “gran especulación” que rodea a las “commodities” porque sus precios “repercuten en la economía real”.
Guido Mántega, ministro brasileño de Hacienda, confió en que el Congreso de Estados Unidos apruebe un nuevo plan de rescate financiero, pero reconoció que el veto a la propuesta inicial se está traduciendo en una reducción del crédito en Brasil.
Para el director de la Asociación de Analistas y Profesionales de Inversiones en el Mercado de Capitales de Brasil (Apimec), Antonio Carlos Colangelo, el nerviosismo de los mercados “va a ser constante”.
El analista argentino Alejandro Vinitzky, de la consultora Maxinver, consideró que en un mundo globalizado “ningún mercado de la región es ajeno a lo que sucede en las principales economías del mundo”.
Por tanto, una desaceleración en la economía de Estados Unidos “implicaría una contracción en el nivel de consumo que impactaría en los niveles de actividad de distintos países, incluidos los de la región”.
La reacción fue más violenta en Sao Paulo y Buenos Aires, apuntó, porque ambos mercados “empezaron a descontar efectos internacionales con un poco más de retraso”.