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Luces de esperanza

Ennio Rodríguez ennio.rodriguez@gmail.com | Martes 11 julio, 2017


Luces de esperanza

Esa Costa Rica, la Costa Rica desarrollada, la Costa Rica posible, aquella que soñamos desde jóvenes, pero que ha visto pasar de lejos tres revoluciones industriales, hoy tiene las condiciones para montarse en el tren del desarrollo gracias a las características de la cuarta revolución tecnológica y nuestras propias fortalezas. En esta, la escala de planta y sus economías no juega el papel que jugó en las anteriores. Esta vez podemos ser pequeños y lograrlo. Pero tenemos prerrequisitos a cumplir.

Todos los ciudadanos, empresas y organizaciones deberemos interconectarnos con Internet de alta velocidad (superior a los 100 megas). Las tecnologías están disponibles y el costo no es exagerado. Lo cual también plantea un desafío de ciberseguridad, para lo cual también hay técnicas en constante evolución de acuerdo con las amenazas respectivas.

Todas las organizaciones estatales deberán adoptar las posibilidades de digitalización para sus relaciones con las personas físicas y jurídicas, de tal manera que desaparezcan los trámites presenciales (relaciones personas-gobierno). Idealmente, mediante un solo portal, con acceso por medio de la cédula de identidad, convertida en firma digital, con respaldo en la huella digital. En Estonia, por ejemplo, toma cinco minutos establecer una nueva empresa en el portal respectivo. Las organizaciones públicas también deben interconectarse mediante el uso de plataformas compatibles o comunes (las relaciones gobierno a gobierno) y abandonar los sistemas desarrollados por sus propios equipos de TI a favor de plataformas y sistemas que favorezcan la interconexión.

Debemos lograr dar el salto cualitativo al desarrollo, en realidad, nunca ha habido etapas, siempre se ha tratado de alcanzar un tren marcha.

os países de desarrollo tardío aprovechan las tecnologías de punta del momento para saltarse inversiones y procesos que han quedado obsoletos. Es un gran salto hacia delante sin pasar por la historia de lo superado. En el pasado el desafío era la industrialización, hoy esta no es necesaria, e incluso, aquellos que se industrializaron, hoy sufren el desempleo estructural de los obreros cuyos puestos de trabajo los ocupan los robots. La industria representa un porcentaje cada vez más pequeño de la producción total de los países más adelantados.

Esta cuarta revolución es la más abarcadora de todas. No deja aspecto de la producción y de la vida cotidiana misma inmune a sus innovaciones, cuyos efectos disruptivos no parecen detener su velocidad de cambio en el futuro previsible. Los servicios están en el centro de esta nueva revolución y la nuestra, es, crecientemente, una economía de servicios, la cual, mediante las TI, deberá interconectar las cadenas de valor en los sectores agroalimentario, industrial, energético y turismo principalmente.

Esas cadenas de valor, la nueva definición de clúster, deberán superar la dicotomía ideológica Estado-mercado, a favor de nuevas formas de concertación y compartir información para promover decisiones óptimas de todos los involucrados, donde las apps deberán ser asunto cotidiano y no un drama existencial de la nación.

Pero, en definitiva, no lograremos convertirnos en un centro de innovación y generación y atracción de empresas innovadoras sin un cambio cultural. La transparencia en el sector público es no solo posible, sino impostergable con las nuevas tecnologías; además, deberemos abandonar el conservadurismo que nos caracteriza, pues no podremos esperar a que se aclaren los nublados del día para ver para dónde va este mundo de cambio acelerado. Nuestra cultura deberá ser una de emprendedores, innovadores en todos los sectores. Para ello si bien debemos fortalecer el ecosistema de innovación, lo más importante es el cambio en las actitudes y comportamientos, especialmente de las generaciones jóvenes.

En este sentido, me llenaron de satisfacción las actividades de la Escuela de Administración de Negocios de la UCR. El sábado 8 de julio 51 equipos de jóvenes de primer curso de Administración ganadores en sus respectivas clases (dos equipos por clase), de todas las sedes, compitieron por premios pecuniarios y de nota con proyectos de innovación, los cuales incluían nuevas apps, nuevos procesos, mayor valor a productos agrícolas, etc. El viernes anterior compitieron 56 equipos de cuarto año con sus planes de negocios para emprendimientos innovadores. Estas son luces de esperanza que estamos preparando los jóvenes para una Costa Rica que, finalmente, logre dar el salto al desarrollo.

¡Costa Rica sí puede!

 

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