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Los tres nuevos TLC

Juan Manuel Villasuso jmvilla@racsa.co.cr | Martes 23 febrero, 2010



Dialéctica
Los tres nuevos TLC

Tres nuevos tratados de libre comercio están en el horizonte de corto plazo de la política comercial costarricense: Singapur, la República Popular China y la Unión Europea.
Con Singapur y China los procesos de negociación ya han concluido y se cumple ahora la fase de traducción y de armonización y adaptación normativa. Respecto a la Unión Europea, debido a su naturaleza regional, la negociación se vio interrumpida a causa del golpe de Estado en Honduras, por lo que aún resta una ronda de trabajo que se realizará dentro de pocas semanas.
La ratificación de estos acuerdos por parte de la Asamblea Legislativa, seguramente resultará menos polémica que la del TLC con Estados Unidos, por cuanto estos tratados no introducen cláusulas nuevas que modifiquen la institucionalidad nacional, ni afectan significativamente sectores importantes de la política pública como las telecomunicaciones, los seguros o la propiedad intelectual.
En el caso de China, si bien el convenio ha tenido la oposición de la cúpula industrial y agroindustrial local por razones de competencia y por preocupaciones en cuanto a las normas sanitarias y los controles de calidad, pareciera que en el texto final se lograron incluir algunas disposiciones que mitigan las críticas y las objeciones.
Respecto a la Unión Europea, se espera que en la última ronda de negociación no surjan mayores dificultades, no solo porque durante estos meses de interrupción de las conversaciones oficiales se han mantenido abiertos canales informales de consulta, sino también porque los temas más conflictivos como el arancel al banano y lo concerniente al Parlacen y la Corte Centroamericana de Justicia se han ido resolviendo en otras instancias o de manera consensuada.
La aprobación de estos tres tratados de libre comercio pondrá fin a una etapa de la política comercial costarricenses que se inició en 1994 con la firma del TLC con México y se intensificó en esta última década. Este ciclo de “trataditis in extremis” englobará, a su termino, diez acuerdos que abarcan más del 90% de todos los bienes y servicios que el país intercambia internacionalmente.
Aún no se han evaluado de manera exhaustiva los efectos positivos y negativos de esta política aperturista; y muchos de sus impactos solo se harán evidentes en el mediano y largo plazo cuando Costa Rica inicie la desgravación de los productos sensibles y cumpla con todos los cambios legislativos y administrativos a los que se ha comprometido. Esa valoración, que debe trascender la contabilidad y la estadística de los flujos, es una tarea necesaria para eventuales enmiendas y ajustes.
Otra tarea que deberá acometerse es la transformación del Ministerio de Comercio Exterior. Atrás quedarán las gestiones negociadoras y el COMEX deberá enfrentar labores menos glamurosas pero indispensables: administrar eficientemente la multiplicidad de acuerdos de libre comercio vigentes y ayudar a capacitar a las empresas en la apropiada aplicación de las diversas disciplinas para que puedan sacar el mayor provecho y protegerse adecuadamente.
A Costa Rica, por su parte, le corresponde como país encarar dos desafíos aún mayores: incrementar la oferta exportable para poder entrar en los nuevos mercados y ayudar a los productores nacionales para enfrentar el aumento de las importaciones. El papel de las políticas gubernamentales será fundamental para el logro de ese doble objetivo. Las relaciones productivas entre empresarios y trabajadores también lo serán.

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