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COLUMNISTAS


Los procesos electorales para cada Partido y candidato no son simples, son complejos

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 17 febrero, 2021


Pizarrón

En Estados Unidos, en la lucha electoral y los procesos electorales, juegan dos escenarios, el de la elección popular, orientado a sacar la mayor cantidad de votos posibles, y el de ganar los miembros del Colegio Electoral, que tiene que ver con quien gana la mayoría de los votos en cada Estado, de los 50 Estados que conforman la Unión Americana. No necesariamente el que tiene más votos nacionales gana si no tiene la mayoría de los miembros del Colegio Electoral, como sucedió con Al Gore contra Bush y con Hillary Clinton contra Trump. Por ello el esfuerzo de Trump de eliminar, anular y cuestionar votos de Estados donde había perdido mayoritariamente que daban más miembros del Colegio Electoral.

En esos Estados hay diferencias de población, unos tienen más que otros, y eso les posibilita más miembros del Colegio Electoral a quienes los ganen electoralmente.

Es un sistema electoral perverso, pero es el que gobierna la forma de elegir en Estados Unidos, porque en la práctica hay 50 elecciones diferentes, que tienen también sistemas diferentes de conteo de votos y de porcentuales para definir ganador. En Estados Unidos ni siquiera hay un Tribunal o Consejo Electoral Nacional que tenga a cargo todo el sistema de votación, desde que arranca hasta que termina, y sea éste el que declare sobre los resultados al ganador. Aquí el asunto puede llevarse hasta la Corte Suprema de los Estados y de la Corte Suprema de los Estados Unidos, la Corte Federal.

En nuestros países, por el sistema presidencialista que tenemos, se resuelva más fácilmente el resultado electoral. El que tiene la mayoría nacional gana. Solo que esa mayoría nacional tiene distintos porcentajes para ganarse. En unos países se exige más del 50% de la votación y en otros, como en Costa Rica, más del 40%. Si ese resultado no se obtiene, entonces, pasan a una segunda vuelta electoral, aquellos dos partidos políticos, o candidatos, que hayan sacado más votos o los porcentajes más altos de votación, sean menores al 40% o al 50% de los votos que se exigen para declarar ganador.

En todos los países la segunda vuelta se gana con la simple mayoría, y es natural que así sea, porque de lo contrario se podría entrar en una espiral votaciones de nunca acabar.

Este sistema electoral gringo se me parece mucho a la situación que se presenta al interior de los partidos políticos nuestros, y el papel que en ellos tienen sus líderes, especialmente, los que aspiran a ganar puestos electorales, tal como ahora existen las tendencias para que los puestos electorales los elijan las Asambleas Provinciales, en el caso de los puestos a candidatos a Diputados, y a Presidente cuando son de designación de la Asamblea Nacional del Partido. En el caso de los candidatos que se definen por elecciones internas, por mecanismo de convenciones abiertas o cerradas, el que impone el triunfo es quien gana la convención, que queda solamente para ser ratificado su resultado por la Asamblea Nacional, como se establece en la legislación nacional.

Veamos la situación en el país. Partidos políticos como Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana y Acción Ciudadana, resuelven sus candidaturas presidenciales con Convenciones abiertas o cerradas. Ahí lo que tenemos es número de candidatos que estén dispuestos a mantenerse como candidatos aún cuando les exigen, partidariamente, cifras elevadas de inscripción, justificadas en los gastos que exige la Convención y los preparatorios de la campaña electoral.

Pero, en materia de diputados lo que se evidencia es una lucha a muerte por encabezar los primeros puestos que son los posibles elegibles para todos los partidos. Y aquí viene lo interesante, lo que se me asemeja al Consejo Electoral gringo en los partidos políticos costarricenses.

La elección que se viene haciendo, a propuesta de las Asambleas Provinciales de cada partido, implica hacer siete asambleas provinciales, a razón de una por cada Provincia. Allí se definen las candidaturas. Quien haga las primeras impone sus candidatos. No vaya a suceder como en la última campaña electoral que la Unidad Social Cristiana dejó de último lugar la Asamblea de San José, cuando ya tenían las seis provincias resueltas, y tenían por Ley que respetar la alternabilidad horizontal de que al menos en tres provincias encabezaran la lista de diputados mujeres. San José se definió por una candidatura masculina y el Tribunal Supremo de Elecciones les obligó a invertir el orden de candidatos para asegurar ese orden legal.

Actualmente el partido Unidad Social Cristiana quiere imponer con una disposición de la Asamblea Nacional cuáles provincias irán encabezadas por mujeres y cuales por hombres. Si esto lo acuerdan ya, antes que se realicen las asambleas provinciales, pueden imponerlo. Pero, si las Asambleas Provinciales empiezan a ser convocadas por sus propios miembros para decidir esas candidaturas la Asamblea Nacional no puede hacer nada.

Los aspirantes a candidatos a diputados, mujeres u hombres, de la Unidad Social Cristiana, para el 2022, ya deberían estarse moviendo en la convocatoria de esas Asambleas con la intención de ir definiendo y declarando sus candidatos provinciales.

¿Cómo ganar una Asamblea Provincial? No es fácil. Hay que ganar primero, al menos, la mayoría de Asambleas Cantonales, que son las que nombran, cada una, los cinco delegados de representación ante la provincial, porque de esa manera se tiene la mayoría de votos, sin importar que tan grande y qué tan populoso sea un cantón, y por ello sin importar el número de distritos de cada cantón. Lo que hay que asegurar es que los cinco delegados que se nombran por cantón apoyen a un candidato, que se mueve en esa dirección de obtener su apoyo.

Veamos algunos ejemplos. San José tiene 20 cantones, Alajuela 16, Cartago 8, Heredia 10, Guanacaste 11, Puntarenas 11 y Limón 6. Así el candidato que tenga ganados 11 cantones de San José, 9 de Alajuela, 5 de Cartago, 6 de Heredia, 6 de Puntarenas y 4 de Limón se impone como el que controla la mayoría de los delegados de cada Provincia, y de hecho controla la Asamblea Nacional cuando no tiene otros componentes sociales que la integren.

Dentro de esta lógica, entonces hay que actuar con bisturí político. ¿Cuales cantones interesa ganar o ejercer control sobre sus delegados cantonales a la Asamblea Nacional? Aquellos en los cuales sea más fácil ejercer ese control. Esos son aquellos cantones que tienen menos distritos administrativos, que teóricamente se representan en esas Asambleas Cantonales con cinco delegados por distrito.

En Costa Rica hay siete Provincias, 82 Cantones y 488 Distritos. Estos Distritos se distribuyen así, por Provincia: 123 San José, 116 Alajuela, 51 Cartago, 47 Heredia, 61 Guanacaste, 60 Puntarenas y 30 Limón. A la vez este número de Distritos se distribuye muy desigualmente en cada Cantón y Provincia, tanto en tamaño geográfico, población y distancia para visitarlos e ir a hacer el trabajo político.

Así por ejemplo, en la Provincia de San José, el Cantón Central de San José tiene 11 Distritos, Escazú tiene 3, Desamparados 13, Puriscal 9, Tarrazú 3, Aserrí 6, Mora 7, Guadalupe 7, Santa Ana 6, Alajuelita 5, Vázquez de Coronado 4, Acosta 5, Tibás 5, Moravia 3, Montes de Oca, 4, Turrubares 5, Dota 3, Curridabat 4, Pérez Zeledón 12 y León Cortés 5.

De esta manera, en esta Provincia, con 20 cantones, el que domine con la totalidad de sus delegados a la Asamblea Provincial, los 12 cantones con 5 o menos Distritos de hecho domina la Asamblea Provincial. Hay cantones muy difíciles de hacer en su Asamblea Cantonal por la lejanía de sus distritos, como es el de Pérez Zeledón. Así se trabaja, en análisis de la situación, con cada Provincia, Cantón y Distrito por quienes están interesados en ser electos, en cargos elegibles o posibles de ser electos por cada partido político.

Así es como debe estar funcionando la arquitectura y la ingeniería del mapa electoral interno, del diseño de la campaña, en su táctica y estrategia, y la lógica de cada candidato que quiera ocupar el primer puesto de diputado por cada uno de estos partidos en estos días que vienen. Aún así no es simple. Es un proceso complejo que obliga a que los candidatos realicen visitas a todos los distritos, a todos los cantones, y a todas las provincias, amarrar sus simpatizantes, leales y dispuestos a trabajar por ellos. Asegurar, sobre todas las cosas que los delegados asistan a la Asamblea Cantonal y la Provincial, incluso asegurándoles viáticos de transporte y hasta de hotel si es necesario.

Entonces, la clave es tener la mayoría de delegados de los distritos de cada cantón bajo control de sus delegados, y la mayoría de los delegados cantonales a la asamblea provincial respectiva. Con esto hasta candidato presidencia puede imponerse.

Cuando veo tantos candidatos a diputados, muy sentaditos en San José, me parece que algunos están jugando a la gallinita ciega, o a darle a la piñata. Ni qué decir de la cantidad de candidatos a Presidente de la República, que tienen que estar en todo el escenario, aquí y ahora, no a la distancia ni en la lejanía. En política la gente, las personas, y los miembros de los partidos se van definiendo y adquiriendo compromisos, lealtades e identificación con aquellas personas, candidatos, que les visitan, que los atienden, que les hablan directamente, que los abrazan y apapachan, y les producen confianza. Así es la política, por más redes sociales y mecanismo virtuales que hayan y se usen, así como por la encuestas que se produzcan, para cada instante que se evalúe. En esta materia hay que recordar que una encuesta mata a otra encuesta.

En materia de candidaturas a diputados cualquier persona puede serlo por cualquier Provincia, aunque no viva en ella, porque los diputados son electos “por la Nación”, en representación de todo el electorado del país.

En materia de candidaturas a la Presidencia cualquiera también puede serlo. Tan solo se necesita que tenga 30 años cumplidos. Ni siquiera se exige un examen de comprensión de lectura, ni de escritura, ni de entendimiento de lo que se lee, ni examen de capacidad de memoria…

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