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Los Miserables de Víctor Hugo y las convenciones colectivas de Recope

Felipe Guadamuz Flores redaccion@larepublica.net | Lunes 22 febrero, 2021

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Volando Guayabazos

Felipe Guadamuz Flores

En el libro de “Los Miserables”, escrito por el autor francés, Victor Hugo, hay una frase que aplica muy bien a los abusos en la convención colectiva de Recope: “Hay personas que observan las reglas del honor como quien observa las estrellas, desde muy lejos”. En tanto que hay personas muriéndose de hambre, aparte de los más de dos millones de colones mensuales de salario de la mayoría de los empleados de Recope y sus pluses salariales, ahora pretenden que se les pague hasta el dentista y el ginecólogo.

Es inaceptable que, en el medio de una recesión, con el agua hasta el cuello, con personas que no comen a veces ni una sola vez al día, los empleados de la refinadora que no refina, no se esperaron ni a que la convención colectiva saliera del horno, para acudir a la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos, ARESEP, a exigir un aumento en los combustibles.

La empatía no es una característica de la refinadora que no refina. La solidaridad no existe en la cultura organizacional de la refinadora que no refina. La comprensión y preocupación por el prójimo no existen en la refinadora que no refina. La cultura de Los Miserables de Víctor Hugo sí existe la refinadora que no refina.

Mientras más de un millón de costarricenses no tienen trabajo, en RECOPE hacen fiestas de lujo a fin de año, pagadas con el dinero de todos. Mientras madres con niños en brazos piden en las calles y personas se lanzan de los puentes porque no tienen trabajo para pagar sus deudas, en RECOPE le pagan el ginecólogo a los empleados y hasta tienen un fondo para recreo. Mientras Costa Rica lucha para salir adelante por el alto gasto público, en RECOPE aprueban convenciones colectivas pensando en ellos e importándoles muy poco, por no decir nada, la pobreza y hambre de la población.

Víctor Hugo escribió en Los Miserables: lo que de los hombres se dice, sea verdadero o sea falso, ocupa tanto lugar en su destino, y sobre todo en su vida, como lo que hacen. Recope no ha hecho más que exprimir al pueblo y no darle nada a cambio, solo combustible de baja calidad, con un precio elevadísimo para la baja calidad de ese combustible y jugosas contrataciones administrativas para sus allegados.

Si no por empatía, por lo menos por sentido común, los empleados de Recope debieron haber renunciado a sus privilegios abusivos, porque si matan a la gallina de los huevos de oro, no tendrán huevos. Ahora la opinión pública se les vendrá encima y con justa razón, no son privilegios que se hayan ganado por el esfuerzo y dedicación, sino prebendas políticas para que quienes detentan el poder lo sigan manteniendo.

Ha llegado la hora de que, en la Asamblea Legislativa, los pocos diputados valientes y comprometidos con el pueblo que hay, unan fuerzas y comiencen a ver las maneras para abrir el monopolio que tiene Recope y poner a competir a ese elefante blanco. Recope no le hace ningún bien a Costa Rica por más argumentos falaces que sus defensores apliquen. Recope es un cáncer para las finanzas públicas y el bienestar del país.

Recope fue una institución creada para beneficiar a unos pocos y mantener el control político. Después de todo, quien controla los hidrocarburos en un país, tiene el control de ese país y esto lo han sabido muy bien los políticos tradicionales que por años han usado a Recope como caja chica y herramienta de poder.

Sin embargo, el pueblo está cansado de las gollerías y de los medios de comunicación afines al gobierno que encubren, critican y hasta manipulan a las opiniones de los entrevistados para hacer ver una realidad que no existe. La verdad para el pueblo está clara: Costa Rica es un país caro, entre otras cosas, por los altos costes de los combustibles. Hay otra verdad que queda clara también, a Recope y a sus empleados no les importa el pueblo, están por engullir ellos todo y dejar a los demás sin nada, como el cáncer que termina matando a las personas.

A los empleados de Recope se les olvida que si bien, la refinadora que no refina es una empresa estatal, precisamente, por ser estatal es que supuestamente tiene esa característica para servir al público, no para servirse. Los abusos en sus convenciones colectivas no son derechos, son abusos. Por algo es que Recope no lleva la contabilidad de acuerdo con los estándares internacionales, para así poder hacer fiesta con el dinero suyo y mío.

En tanto los diputados no tomen cartas y muestren valentía, tocará a la ciudadanía tomar acciones legales contra los privilegios abusivos en las convenciones colectivas, tal y como se ha venido haciendo. Es importante, además, que no solo se presenten acciones de inconstitucionalidad ante la Sala Constitucional contra esas disposiciones abusivas en esas convenciones, sino que, una vez que esas acciones sean declaradas como inconstitucionales, se tomen acciones legales contra quienes negociaron y aceptaron esas condiciones para que sean ellos con su propio patrimonio, quienes respondan por negociar y aceptar esos abusos.

Debe de pasarse de las palabras a los hechos y no permitir este tipo de atropellos. Es hora de que a la política lleguen quienes quieren servir y no servirse. No fue por casualidad que la convención de Recope fue negociada en secreto, pues bien lo decía Víctor Hugo, estimados lectores y que aplica a la refinadora que no refina y exige prebendas: “No hay nada más peligroso que la interrupción del trabajo, porque es una costumbre que se pierde”. Si no que lo digan quienes no refinan y cobran salarios como de refinadora.






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