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COLUMNISTAS


Libertad de pensamiento, libertad de opinión, libertad de prensa para todos

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 31 julio, 2020


Sinceramente

“Si toda la sociedad tuviere el poder de acallar a un solo individuo es porque ese único individuo tiene el poder de acallar a toda la sociedad.” Moellnar, T. La Autoridad y sus enemigos.

No es imaginable una democracia sin libertad. No es imaginable una democracia con libertad solo para algunos. Ese tipo de democracia quedó superada desde las ciudades griegas. Claro está la libertad es la capacidad o la habilidad de que el individuo haga y viva como le plazca, como decida de acuerdo a sus preferencias personales.

Modernamente libertad es la capacidad del individuo de vivir y conducir su vida sin opresión, sin que la autoridad formal o espiritual le indique qué hacer o pensar, como actuar o le esclavice abiertamente. Es, en consecuencia, la capacidad del individuo de determinar su forma de vida, cómo se conduce en la comunidad, cuáles son sus convicciones políticas y religiosas, todo esto con respeto para las formas de vida y las convicciones de cada uno de los miembros de esa comunidad en su actuar lícito.

La libertad de pensamiento, la de expresión pública de ese pensamiento, la de ejercer las convicciones y la de ejercer la libertad de prensa son las libertades que más brillan a la par de la iniciativa individual, de la libertad económica para emprender a su leal saber y realizarse así en las vocaciones profesionales, técnicas y destrezas productivas.

La libertad del individuo tiene límites muy claros y muy firmes. La libertad de uno llega en su ejercicio hasta los linderos de la libertad de cada uno de los miembros de la comunidad en que convive. La libertad de unos no puede ni debe de ser la imposición o la manipulación de la libertad ajena. El ejercicio de esa libertad como individuos debe de estar claro en la urbanidad, la veracidad y la negación del absurdo y de la impertinencia.

Hay que recordar que en el caso de Mauricio Herrera Ulloa contra Costa Rica capítulo 13.2 la Corte Interamericana de los Derechos Humanos señaló claramente que no se puede coartar la libertad de expresión de ninguna manera, pero si es posible establecer un régimen especial ulterior de responsabilizar a la persona por lo dicho o escrito.

El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1949 establece que toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. Este derecho incluye la libertad de mantener opiniones sin interferencia y de buscar, recibir y difundir información e ideas a través de los medios de comunicación colectiva y las expresiones orales personales.

Los medios como la televisión y sus telenoticieros, la radio y los diarios impresos, las redes sociales y los diarios y revistas digitales son vehículos de esa libertad consagrada. La conducción de estos no es cosa sencilla. Todos en sus manejos y publicaciones requieren de cuidado, todos requieren un ejercicio en equilibrio y en moderación de esa libertad y de la veracidad en sus publicaciones y transmisiones.

La limitación del acceso a esos medios de algunos ciudadanos, los abusos a la verdad, el ocultamiento de la información, la destrucción de la credibilidad, honor y confianza pública de las personas por razones ideológicas y de interés político o económico, los linchamientos, “ fakenews”, manipulación, sub información y desinformación dolosa y banderías políticas ocultas o disimuladas son limitaciones y condicionamientos a esa libertad consagrada en la Declaración de los Derechos del Hombre y del sistema interamericano de derechos humanos.

En los últimos años el país pareciera haberse esforzado por polarizar a la sociedad costarricense, con el aparente deseo de ejercer por la prensa el poder político, de lo que da la impresión de un interés en controlar los medios independientes y usarlos con fines claros de interés grupal. Pareciera también que por muchos años ha existido en algunos medios el deseo de ser co gobernantes sin haber sido electos. Todas estas aparentes intentonas han ido poniendo en entredicho las libertades y dando la impresión de un crudo ejercicio de poder de algunos a través de la prensa.

Algunos grupos o personas han tratado aparentemente de ganar poder destruyendo y linchando mediáticamente, no rehabilitando a las personas que han sido declaradas inocentes por los tribunales y asesinando mensajeros para que su mensaje no llegue. Todo ello podría llegar a considerarse una negación de la verdadera libertad, de la expresión del pensamiento, de la constructiva discusión de problemas y discusiones sociales y del ejercicio de la libertad misma a través de la prensa.

El estado y los gobernantes, en diferentes sociedades y coyunturas, pareciera no han dejado de utilizar su gran poder económico generado por el abultado gasto estatal en su pauta de publicidad y propaganda. Los que son leales a la versión gubernamental pareciera que con facilidad tienen publicidad con alguna preferencia.

La libertad de pensamiento, la libertad de opinión, la libertad de prensa y la libertad de profesar y hacer públicas convicciones políticas y religiosas es fundamental para nuestra sociedad. Sin estas libertades las relacionadas con la iniciativa individual y la libertad de ejercer el emprendimiento no sobrevivirán.

Es necesario rescatar libertades, indispensable asentar las mismas sobre medios independientes y veraces, y terminar de asentar firmemente la cultura de un sano ejercicio de las libertades de prensa y de transmisión del pensamiento. La patria siempre es primero.

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