¡La vida empieza a los 46!
Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 16 febrero, 2011
Hablando Claro
¡La vida empieza a los 46!
Cuando mi hijo mayor me estimuló recientemente a emprender un proyecto personal pendiente, afirmando, categórico, que me resultaba imperativo hacerlo dado que, según The Economist, la vida empieza a los 46, no resistí la tentación de averiguar cuáles eran las razones del descubrimiento.
En efecto, la afamada publicación causó conmoción hace un par de meses con un artículo que no valoraba los efectos de la crisis económica mundial o los vaticinios de la política del orbe en 2011. The Economist cedió una de sus portadas decembrinas a un estudio sobre la “Alegría de Envejecer (por qué la vida empieza a los 46)”. Si usted, como yo, ya cruzó los 50 correrá a buscar el detalle del amplio análisis en www.economist.com. Pero, para adelantarle parte de la buena nueva, le diré que hay cuatro factores que inciden en nuestra construcción de plenitud, realización y felicidad: el género, la personalidad, las circunstancias externas y la edad.
Como género las cosas parecen bastante parejas, porque si bien es cierto el estudio indica que las mujeres tenemos más capacidad para ser felices, también resulta que tendemos más a las depresiones. Sobre la personalidad, la delantera la llevan los extrovertidos pues tienen más destreza para gestionar relaciones con los demás y generar sentido de pertenencia a un grupo; lo cual es fundamental para ser felices. Las circunstancias externas constituyen una amplia categoría donde se encuentran desde los niveles de estudios e ingresos hasta las relaciones de pareja, la salud y los factores sociológicos de orden macro que establecen los índices de felicidad, según los cuales -como ya sabemos- por ventura los costarricenses nos encontramos entre las personas más felices del planeta.
Ahora bien, en cuanto a la edad, el artículo menciona varios estudios que confirman que la felicidad describe una curva en forma de U y que curiosamente la parte ascendente de esa curva empieza a los 46 años. Los investigadores afirman que ello obedece no tanto a factores externos, sino más bien a cambios internos: la actitud de poder aceptar a cierta edad de la vida cuales son nuestras fortalezas y nuestras debilidades, el ceder en el empeño inútil de querer agradar todo el tiempo a todo el mundo para dejar de perder energías, así como reconocer nuestra propia mortalidad y enfocar nuestra vida en aquellas cosas que son realmente importantes de acuerdo con un horizonte temporal. Es la capacidad que adquirimos para vivir el presente y enfocarnos en las cosas que nos interesan ahora. En pocas palabras, a partir de la segunda mitad de la década de los cuarenta, uno va dejando de lado ciertas cargas, empieza a buscar la plenitud a través de la serenidad mental y de la sabiduría emocional que dan los años y apuesta a la madurez de lo que supone vivido. ¡Ni más ni menos que la mejor época de la vida!
Una gran noticia para todos los que vamos, no por la curva descendente de la vida, sino por la cima de ascenso: el trepón de los 46!
Vilma Ibarra
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