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Miércoles, 11 de diciembre de 2024



EDITORIAL


La solución a la crisis pasa por la decencia

No busquemos soluciones únicamente en la fuente que originó los problemas. No tratemos de crecer bien en medio de la descomposición

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 17 agosto, 2011


Editorial


La gran crisis económica originada en el mundo financiero de Estados Unidos y extendida al resto de la economía y a la Unión Europea, con afectación mundial, amenaza con una nueva recesión en el país del norte de América.

De nuevo los economistas lanzan sus complicadas teorías sobre lo que ocurre y las diferentes maneras de encararlo. Pero las cosas han cambiado.

Mientras tanto, el mundo subdesarrollado se debate, como lo hace hoy Costa Rica, entre la desigualdad y la pobreza generadas por el modelo económico impuesto por aquellas naciones y las consecuencias, en nuestro caso, de una gran dependencia económica de Estados Unidos.

Como si esto fuera poco, el alto índice de consumo de drogas en esa potencia del norte, inundó de narcotráfico a Colombia, luego a México y después a Centroamérica, teniendo Costa Rica ahora una grave situación a causa de esto.

Dejando de lado los análisis técnicos, podemos ver que es hora de reconocer errores, enderezar el rumbo y buscar las soluciones que dicta el sentido común y no siempre las recomendadas por quienes ocasionaron el problema y no parecieran ser parte de la solución en este momento.

De todos modos, ya en los países amenazados por su tambaleante economía, más de un rico y diversos analistas coinciden en algo tan simple y lógico como la aplicación de tributos que graven las más grandes rentas.

Es decir, que si los propios grandes ricos están de acuerdo con la lógica de que son ellos a quienes corresponde poner más para solucionar la crisis porque, además, muchos de ellos son los responsables de haberla desencadenado, con más razón en Costa Rica.

Por otra parte aquí tenemos un problema muy nuestro aunque lo compartamos con otros países. Algo que corroe todo e impide la efectiva y eficiente administración de los pocos recursos que tenemos. Nos referimos a la corrupción, entronizada no solo en el sector público sino también en el privado. Esta podredumbre hay que extirparla en cirugías mayores y menores permanentes hasta acabar con la infección que debilita y no deja crecer saludable a todo el organismo.

Soslayar la corrupción es favorecer el crecimiento de una cultura cuna de innumerables problemas como las graves fugas de dinero causada por la evasión fiscal. Es avalar comportamientos que han desvirtuado los procesos productivos.

Resumiendo, no se puede ser ciegos y continuar apegados a políticas que generaron desestabilizadoras desigualdades sociales. No se puede subestimar la corrupción porque si hay que acabar con los paraísos fiscales y los abusos especulativos también hay que erradicar otras formas de descomposición.










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