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La fiesta debe terminar

Alejandra Esquivel alejandra.esquivel.guzman@gmail.com | Jueves 01 octubre, 2015


Si vamos a tener que esperar meses para ver mejoras, creo que la próxima protesta no será sábado, ni tan conciliadora como la de una semana atrás

La fiesta debe terminar

La protesta de la semana anterior en contra de los excesos de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) se salió de los esquemas acostumbrados empezando porque la misma se realizó un sábado, no hubo demasiada atención por parte de los medios de comunicación tradicionales, la logística de la marcha tampoco fue sofisticada, la manifestación se dio contra una institución simbólica del país y por si fuera poco: los participantes no procuraban ningún beneficio directo, sino que los que decidieron apoyar el movimiento, lo hicieron justamente por eso: por decisión; fundamentada la misma en la necesidad de poner un alto a instituciones que abusen del dinero “de todos”.
El mes anterior la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), también sentó precedentes al rechazar, por primera vez, la solicitud de transferir los costos de los beneficios contemplados en la convención colectiva de la Refinadora, hacia los precios del combustible.
No estoy en contra de la institución y muchísimo menos a favor de despidos significativos en ningún organismo ni público ni privado, el argumento que les comparto se basa en resultados: la vía debe ser promover una institución eficiente en el uso de sus recursos.
En el tanto una entidad no tenga un enfoque de beneficencia, es un negocio cuya estructura financiera y gestión estratégica debe procurar rentabilidad positiva basada no solo en aumento de ingresos vía volumen, más allá de efecto precio, sino también en una gestión sana que se evidencie en disminución de costos y mejora de la solidez financiera de la institución y tangibilidad de las externalidades positivas de la misma hacia el desarrollo económico del país y de su ciudadanía.
Desde una perspectiva financiera, lo veo así: cada institución debería ser viable en sí misma y no a expensas de transferir sus costos al pueblo o de seguir aumentando exponencialmente la deuda pública.
Desde una perspectiva social, el costo social de cerrar la institución también debe medirse, pero definitivamente la fiesta de la que disfrutan sus colaboradores debe llegar a su fin.
Recope ofrece a sus trabajadores beneficios quiméricos que se alejan por mucho de la dinámica no solo de una institución pública, sino también de los resultados financieros y operativos específicos de esta institución, en la que consta el gran peso que genera su estructura administrativa, la parálisis de plantas, las pérdidas en proyectos cuestionados desde el momento cero…
Cuando una institución de esta índole (refinadora que no refina) no es viable, debería tomarse una de dos medidas: o se cierran sus operaciones, o se toman medidas administrativas, operativas, financieras, estratégicas radicales, para que en un corto plazo sus resultados sean revaluados y se defina en firme si las medidas correctivas tuvieron el efecto requerido o si en su defecto, procede el cierre.
La legislación que protege a Recope ha significado el cuello de botella para las operaciones que Ad Astra Rocket Company requiere ejecutar en el país. Cambiar esta legislación puede ser un ejemplo de un primer paso estratégico, pero, cuando una gestión desafortunada llega tan lejos, no tiene sentido tener que esperar meses para que los cambios urgentes en una institución sean evaluados por la Asamblea Legislativa.
Si vamos a tener que esperar meses para ver mejoras, creo que la próxima protesta no será sábado, ni tan conciliadora como la de una semana atrás.

Alejandra Esquivel


 

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